ANILLOS
Chávez dormía poco. La luz del dormitorio se apagaba pero pronto se volvía a encender. Era Chávez que estaba leyendo. Varias noches salió en pijama y pidió a los soldados del primer anillo de seguridad que se acercaran.
– Muchachos, quiero leerles algo, esto es tan bueno que me da vergüenza no compartirlo con alguien.
Y leían hasta la madrugada. Los soldados oían atentos pero preocupados porque estaban abandonando la vigilancia. Entonces Casa Militar tuvo que crear otro anillo para cuidar el primero, que había dejado de ser de seguridad para convertirse en un anillo de lectura.
EL CAFECITO PARA EL COMANDANTE
La señora María despidió a su hijo Armando y, desde el altar de los santos, le recordó que no se olvidara de comprarle unas frutas y unas verduras.
– Ah, y no se olvide también del café, que ya se me está terminando.
– Mamá, y usted ¿desde cuándo toma café?
– No, yo no, pero al Comandante no le puede faltar el cafecito todas las mañanas
EL BANCO
Cuando Chávez llegó a la Academia Militar un día le asignaron cuidar un banco de sentarse. Como Chávez era nuevo, acató la orden. Estuvo toda la noche, firme, junto al banco. Pasaban los años y la orden seguía repitiéndose. No aguantó y averiguó con soldados más antiguos por qué se cuidaba, día y noche, un banco vacío. Nadie sabía. De tanto preguntar dio con la causa. Hacía tiempo se había pintado ese banco y un jefe había puesto allí a un soldado para que nadie se sentara sobre la pintura fresca. Pero la orden se siguió repitiendo aun después de que la pintura se secó. Algunos llaman a esto “tradición”.
RELOJES
Nariz Respingada llegó a casa de la señora Luisa y se sorprendió al ver que en la pared de la sala había dos relojes, uno fijo en una hora y el otro andando.
– Doña Luisa, ¿qué locura es esa?, tener dos relojes con horas diferentes.
– Es muy sencillo, el primer reloj marca el paso del tiempo, pero el segundo es el que da la hora.
El segundo reloj estaba detenido a las 4:25 pm, la hora en que murió el Comandante Chávez.
ESPARRAGOZA
Chávez, siendo candidato, iba en la parte trasera de un automóvil con un periodista francés, que se sentía nervioso por la manera como conducía el chofer en una carretera llena de huecos. Chávez le dijo:
– No tienes de qué temer. El que maneja es el campeón Esparragoza, que esquivaba todos los golpes.
– ¿Antonio Esparragoza?
– El mismo.
El periodista, que conocía de deportes, preguntó al Campeón:
– ¿Qué pasó contigo? Te retiraste cuando tenías por delante una gran batalla.
Esparragoza respondió con orgullo:
– Mi gran batalla es esta- y señaló para atrás donde iba Chávez.
FÁBULA
Unos niños fueron a visitar al presidente Chávez, y alguien quiso saber algo sobre la dignidad. Chávez les contó este cuento que le había escuchado a la abuela Rosa:
“Al comienzo de los tiempos andaban juntos el agua, el aire, el fuego y la dignidad. Pero un día decidieron separarse.
Primero habló el fuego:
– A mí me podrán encontrar en las piedras más duras.
Después el viento:
– A mí en las montañas más altas.
Siguió el agua:
– Me encontrarán en las hoyadas más profundas.
Finalmente habló la dignidad:
– Al perderme, ustedes verán”
EU-TOPÍA
Eu, en griego, significa Bueno, y Topos, Lugar. Eu-topía sería entonces El buen lugar. Durante muchos años hemos estamos buscando la U-topía, el lugar inexistente, y hemos quedado A-tópicos, fuera de lugar.
En la Eutopía no hay niños huérfanos porque todos los hombres y mujeres son padres y madres de todos. No hay niños con hambre, porque todo niño puede comer en cualquier casa, como un hijo. No hay niños sin educación porque todos son maestros y maestras. No hay niños explotados porque no hay explotadores.
Chávez creía que ese Buen Lugar era América Latina y el Caribe.
JUANA
Juana llamó a su hijo Octavio y le pidió con urgencia un televisor. Octavio de inmediato le llevó uno pequeño, en blanco y negro. El único que tenía.
– ¿Esto fue lo mejorcito que encontró?
Juana prendió el televisor cuando Chávez subía al avión para emprender un viaje a Cuba donde iba a tratarse su enfermedad. Juana tocó al presidente en la cabeza, hizo una cruz con su mano derecha, y dijo en voz baja:
– Dios me lo lleve con bien.
Juana esperó que el avión se perdiera en el cielo venezolano, entonces apagó el aparato y dijo:
– Ahora sí, puede llevarse ese chiril de televisor.
TERCERA DECLARACIÓN
El comunicado del presidente Chávez, el 30 de junio de 2011, podríamos llamarlo la Tercera Declaración de La Habana.
Con dignidad, con valentía, con humildad, Chávez empezó invocando al Padre Bolívar: “Yo espero mucho del tiempo. Su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados”. Con dolor nos informó de su enfermedad.
Mucha gente de todos los países, de todas las religiones, oró por la salud del presidente. Lula, incluso, se ofreció para cuidarlo.
La Tercera Declaración de La Habana es una declaración de amor.
DE OTROS OPIOS
Cuando el presidente Chávez enfermó, un obispo dijo que se parecía a Bolívar en Santa Marta. Un cura también escribió en su twitter: “Viva la bacteria”.
Es que hay diferentes tipos de sacerdotes. En Mérida había uno al que le gustaba inaugurar bancos. Cada inauguración le dejaba unos tragos de whisky y alguna chequera. Pero también había otro, el padre Madariaga, quien decía que prefería bendecir un prostíbulo antes que un banco. Mezclaba versículos de la Biblia con versos de Unamuno. Los obispos, ricos en dinero pero pobres de espíritu, lo “castigaban” siempre dándole humildes parroquias.
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