Creadoras venezolanas más allá de la industria cultural… La semana a pasada hablé muy brevemente de la irremplazable poeta María Calcaño, una de las creadoras más importantes del siglo XX de la literatura venezolana. La verdad me quedé con sed de Calcaño como siempre, así que prometo traerles luego un poco más sobre su vida y obra.
Ahora bien, conociendo ahora una pizca de Calcaño y el entorno que la habitaba, se evidencia una vez más cómo nuestras creadoras no se salvan de las convenciones sociales y de la nefasta industria cultural.
Dicha industria, como ya todos conocemos, ha sido manejada y dirigida hasta el día de hoy por los grandes hombres poderosos del mundo. Yo la describiría como una presencia ausente gestada en la oscuridad, el poder, la maldad, el dominio y el dinero, pero mucho, mucho dinero. Esta presencia se esconde cual fantasma en cada una de las bellas artes, como la poesía, el cine, la música, el teatro, las artes plásticas y la danza.
“La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas”… no son más que sectores encargados de la creación, producción, exhibición, distribución y/o difusión de servicios y bienes culturales, tales como el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la gastronomía y el turismo.
Pero si vamos mucho más allá de su epistemología, nos encontramos con sus características más despreciables y que con rostro angelical ha devorado y pulverizado a millones de mujeres creadoras alrededor del mundo. Pero una de sus más grandes características son las acciones implementadas y desarrolladas dirigidas a la explotación, humillación, desvalorización, pero sobre todo la mercantilización de la mujer, cual objeto en venta y sin garantía.
La dominación y el poder cultural
Bajo estos mecanismos de dominación y poder, las mujeres creadoras han tenido que pagar precios muy altos para llegar a obtener un lugar dentro del medio artístico. Es decir, la mujer por siglos ha vivido de batalla en batalla para lograr obtener el respeto, la valoración y el lugar que le corresponde en la historia social, política y cultural de los pueblos, y a pesar de muchos logros alcanzados las últimas décadas, aun la vida y obra de estas mujeres creadoras sigue siendo minimizada, encarcelada y en ocasiones pulverizados para que nada ni nadie tenga registro ni conciencia de su existencia y legado.
Y es que, así como María Calcaño, existen decenas de creadoras venezolanas que han tenido que sufrir múltiples abusos, violaciones, violencia física y psicológica, humillaciones, calumnias y desprecios en su intento por obtener tener un espacio dentro de la cultura nacional. Así mismo encontramos registro de muchas de estas mujeres que han sido aniquiladas de la escena artística solo por establecer relaciones amorosas con hombres creadores importantes.
De esta manera los dominadores de la industria se encargan e Impone de manera descarada en el imaginario colectivo la premisa de que: tal o cual mujer solo puede ser respetada, reconocida y aceptada en el medio por ser la esposa de…, la amante de… la hija de… etc.
Degollando su saber y hacer, negando así su propia existencia y por su puesto sus logros y conquistas dentro de la historia del arte venezolano y latinoamericano. Pero a pesar de todo esto, algunas de estas mujeres han caminado bajo las alas de ángeles inquietos y ruidos que insistieron una y otra vez en dejar sus huellas entre líneas o debajo de algunas pieles de aquellos hombres y sus obras hoy ya gastadas.
LEE TAMBIÉN: “La irremplazable María Calcaño”
Un gran ejemplo de esto es la Majestuosa y elegante Ana Teresa Parra Sanojo, mejor conocida como Teresa de la Parra. El padre de Teresa para su nacimiento se establecía en Europa como cónsul venezolano en Berlín y es por esta razón que Teresa de la Parra aun siendo hija de padres venezolanos nace en París, Francia, un 5 de octubre de 1889.
De la Parra piso suelo venezolano a los 2 años de edad, siendo la primogénita de una de las familias que formaban parte de la aristocracia venezolana, su infancia transcurrió en la hacienda de caña El Tazón, cerca de Caracas. Sin embargo, a sus 11 años, luego de fallecer su padre se muda a Europa, esto permitió que Teresa tuviera una nueva visión del mundo, el arte y la sociedad.
Y es así como años mas tarde De la Parra regresa a Venezuela en plena dictadura gomecista, ahora imaginemos por un instante a esta mujer enamorada de la poesía, impregnada con humo de tabaco y unos pantalones largos que representaban su entera rebeldía, autonomía y libertad. Así llega Teresa a Caracas, con aquella furia en el pulso que luego dará vida a su más grande obra literaria: Ifigenia.
CONTINUARÁ….
¡Nos vemos en el lienzo, el pigmento y el papel!
***
Penélope Tovar, artista plástica, egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”; es también licenciada en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Artístico, por la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR). Ha participado en exposiciones colectivas a nivel nacional (Galería de Arte) e internacional (Canadá, EEUU, Reino Unido, Portugal y España). Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de Arte Valencia (MUVA). Reconocimientos: Artista Joven del mes de Noviembre 2021 por el Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela.
Actualmente es facilitadora en Arte-terapia en el Centro de Neuro-desarrollo “KOKIGYM”, apoyando en la rehabilitación de niños y niñas con discapacidad.
Ciudad Valencia