El artículo anterior sobre los cien años del nacimiento de Orlando Fals Borda y su importancia como padre de la sociología colombiana, creador de la Investigación Acción Participativa y su impronta en el desarrollo de los estudios desde una práctica transformadora en Latinoamérica y otros continentes, vislumbró un aspecto que lo marcó como ser humano e investigador, su compromiso ético y su opción epistemológica.
Adoptó un sentido investigativo desde la reflexión y la autocrítica, con gran cariz de reivindicación de la dignidad de personas explotadas, en condiciones de subordinación como obreros, campesinos e indígenas colombianos inmersos en situaciones deplorables por la expansión del capitalismo:
Vimos que era posible desplegar el espíritu científico aún en las más modestas y primitivas condiciones; que trabajos importantes y pertinentes para nuestros pueblos no tienen por qué ser costosos o complicados. En consecuencia, comprobamos la inutilidad de la arrogancia académica y en cambio aprendimos a desarrollar una actitud de empatía con el Otro, actitud que llamamos “vivencia” (el Erfahrung de Husserl). Nos fue fácil así, con el toque humano de la vivencia y la incorporación de la simetría en la relación social, escuchar bien aquellos discursos que provenían de orígenes intelectuales diversos o que habían sido concebidos en sintaxis culturales diferentes.
Y este conocimiento no fue dirigido por una fuerza de redención religiosa, sino el intercambio enriquecedor, la vivencia compartida (experiencia), la comprensión (reconstrucción empática) y la conciencia de querer transformar la sociedad con una mirada y una acción distinta desde las bases, con las bases, desde las comunidades para la construcción del socialismo; nos convoca Fals Borda:

Hay que regresar a la tierra, a las raíces de nuestros pueblos originarios como el zenú, ajenos a la violencia y emparentados con la artesanía, la solidaridad, la ayuda y el brazo prestao. Nuestro socialismo sólo tomará aliento siguiendo el patrón de las antiguas instituciones cooperativas plenas de altruismo y solidaridad comunal –como la minga y el ayllu– y la comprensión y el respeto por la naturaleza. Esta fuente primigenia se ha perdido para muchos observadores de nuestros días, pero aún está presente en la generosidad de los pueblos no contaminados por el egoísmo, la competencia y la altivez de la cultura urbana.
La celebración del Primer Simposio Mundial de Investigación Activa celebrado en Cartagena, en 1977, comportó un gran avance en las formas de combinar la teoría con la práctica, lo científico con lo político. Participaron entre otros científicos y pensadores: Paul Oquist (ministro de la Revolución Sandinista de Nicaragua), el filósofo y educador alemán Heinz Moser, James Petras (Estados Unidos), Aníbal Quijano (Perú) y Lourdes Arizpe (México), Ulf Himmelstrand (Suecia), por supuesto, Fals Borda (Colombia) quien destaca los resultados del encuentro:

Se definió entonces a la investigación participativa como una vivencia necesaria para progresar en democracia, como un complejo de actitudes y valores, y como un método de trabajo que dan sentido a la praxis en el terreno. A partir de aquel Simposio, había que ver a la IP no sólo como una metodología de investigación sino al mismo tiempo como una filosofía de la vida que convierte a sus practicantes en personas sentipensantes. Y de allí en adelante, nuestro movimiento creció y tomó dimensiones universales.
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Aportó, el sociólogo colombiano, ya la plena caracterización política y emancipatoria de la IAP:
En últimas, el efecto del trabajo de la IAP lleva consigo un acento libertario y político global. La naciente fraternidad de intelectuales críticos tiende a construir sociedades pluralistas y abiertas en las que quedan proscritos los poderes centralizados opresivos, la economía de la explotación, los monopolios y la desequilibrada distribución de la riqueza, el dominio del militarismo y del armamentismo, el reino del terror y la intolerancia, el abuso del medio ambiente natural, el racismo y otras plagas. Estos problemas vitales nos unen, por cuanto insistimos en la utilización humanista de la ciencia, el conocimiento y la técnica. Nuestro trabajo colectivo puede contribuir a que las comunidades víctimas se defiendan mejor. Tal parece ser hoy nuestro compromiso global.
La obra de Fals Borda, nos deja como legado primordial que la Investigación Acción Participativa no es un diseño, un método más, expresa un compromiso de vida, una convicción, una filosofía de vida.
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María Auxiliadora Castillo Espinoza (Valencia, Carabobo) es docente e investigadora de la Universidad de Carabobo (UC). Exrectora de la Universidad Politécnica Territorial de Valencia. Comunicadora social y productora y conductora del programa radial Verdiras y Mentades (RNV Región Central 90.5 FM).
Magister en Investigación Educativa y estudios de Postgrado en Lingüística; Doctora en Educación por la Universidad de Carabobo, ha llevado a cabo estudios postdoctorales en investigación y Especialización en Gerencia Pública.
Ciudad Valencia













