Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas: En el contexto de la producción historiográfica venezolana el nombre de Federico Brito Figueroa destaca con notoriedad, no solo porque fue pionero en el desarrollo de una rama de los estudios históricos: la Historia Económica y Social, también porque su actividad como docente e investigador produjo una escuela historiográfica extendida en el país a través de diversas maestrías y doctorados de las que egresaron profesionales que gozan de reconocimiento y prestigio por sus aportes en la producción historiográfica.
El otro aspecto que distinguió el desempeño del Maestro y por el cual fue objeto de críticas en su labor como historiador es la vinculación entre la Historia y la causa social. Brito Figueroa entendía la historia como un arma para la concientización y liberación del pueblo, por ello se definió sin ambages como un historiador militante.
Verdadera vocación
Quizás no sería exagerado poner en boca de Brito Figueroa las palabras con las que su colega y amigo Miguel Acosta Saignes destacó la influencia que los estudios de antropología e historia tuvieron en su accionar académico y político: “comencé a estudiar economía porque yo lo que quería era ser político pero… Me di cuenta que mi verdadera vocación, mi verdadera carrera para la preparación fundamental sociopolítica, era la antropología [y la historia]”.
Efectivamente, la acción política de Brito Figueroa comenzó muy temprano militando en el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y participando en la alfabetización y organización de campesinos en el estado Aragua. No en balde, la organización de los trabajadores, particularmente los campesinos, y los procesos educativos que comenzaban por la alfabetización, eran parte de los retos que se había impuesto el Partido Democrático Nacional (PDN)– organización en la que Brito tuvo una breve pasantía–, para lo cual encargaron a algunos de sus militantes: Miguel Acosta Saignes, Carlos Irazábal y Rómulo Betancourt escribir unos textos que contribuyeran al debate y la formación sociopolítica de la clase trabajadora. De esa labor surgió el libro Latifundio de Maestro Acosta Saignes.
La vocación por la historia, y la docencia como labor política e ideológica, serían la bisagra que lo llevaría a las aulas del Instituto Pedagógico de Nacional (IPN), hoy Instituto Pedagógico de Caracas (IPC-UPEL), de donde egresaría como profesor de Geografía e Historia. En el Pedagógico el joven Brito Figueroa encontraría la síntesis de sus dos pasiones: la historia y la docencia, ambas concebidas como herramientas para la concientización del campesinado, la clase obrera y transformación social.
La agitada vida política de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX lo condujo a la cárcel y luego al exilio. En México, país al que acudían muchos venezolanos, cursó estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), graduándose de etnólogo y maestro en antropología.
Derrocada la dictadura perezjimenista regresó al país y se incorporó como profesor en la recién creada Escuela de Historia de la UCV. Al poco tiempo se doctoró en Antropología en la misma universidad con la tesis: La Estructura Económica y Social de Venezuela, estudio realizado bajo el enfoque marxista, que muestra el proceso histórico transcurrido desde los tiempos precolombinos hasta los albores de la gesta independentista como resultado de la relación entre los factores económicos y las clases sociales, que en el marco del capitalismo mercantil predominante entre los siglos XVI al XIX, muestra una forma comprender y explicar la dinámica política, económica y social de la colonia, perspectiva que ampliaría en su célebre texto: Historia Económica y Social de Venezuela publicado en IV tomos.
Desde entonces y hasta su fallecimiento en el abril del año 2000 Brito Figueroa consagraría todo su esfuerzo en estudiar el proceso socioeconómico del pueblo venezolano, haciendo especial énfasis en aspectos como la tenencia de la tierra y la esclavitud. Las prolongación de los efectos de esos fenómenos en el tiempo hizo que sus investigaciones de proyectaran hasta mediados del siglo XX.
Historiador militante
Para Brito Figueroa la Historia no solo era una ciencia para conocer y comprender el pasado, también era un arma política para la concientización del pueblo venezolano. Esto lo asumió sin ambages y por ello fue objeto de críticas y cuestionamientos. La concepción de una historia militante lo llevó a formularse la siguiente pregunta: “¿Neutralidad en la historia? No, no la hay ni siquiera en la selección del tema a investigar y mucho menos en la reconstrucción del pasado o interpretación del presente.”
De esta forma respondía a quienes esgrimían (y esgrimen) una pretendida neutralidad axiológica afirmando que el historiador no debe opinar, no debe juzgar los hechos, sino contarlos tal cual ocurrieron. Para Brito lo que se esconde tras esta aseveración es una falsa objetividad, pues desde el momento en que el historiador elige el objeto de estudio, pasando por el valor e importancia que le asigna a las fuentes que utiliza, las forma en que las interroga, hasta los conceptos y categorías que utiliza; terminan configurando una forma de ver y comprender el pasado que no está despojada de la subjetividad, los valores, concepciones ideológica, que abierta o subrepticiamente, terminan expresándose en el trabajo historiográfico.
Esa concepción de la historia militante la predicó entre las generaciones de historiadores que formó desde la Escuela de Historia de la UCV y en las maestrías y doctorado en la Universidad Santa María (USM) y la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA-UPEL).
Pese a estar convencido de la utilidad insuperable del materialismo histórico como herramienta metodológica para el estudio y comprensión de los procesos históricos, y de haberse convertido en estudioso y difusor del pensamiento y obra de Marc Bloch y la Escuela de los Annales, Brito Figueroa no renegó ni desconoció del aporte que los positivistas tuvieron en su formación personal y en la producción historiográfica nacional.
En alguna entrevista con el profesor Manuel Carrero, discípulo del Maestro, Brito se habría expresado de la siguiente forma sobre los positivistas: “Escribía muy bien Don Laureano. Construía muy bien las ideas y el discurso. Emociona leerlo ¡Claro que era positivista! Pero eso no es un pecado. ¿Acaso los positivistas no fueron un avance frente a los románticos y los providencialistas? Cómo dejar de leer a Gil Fortoul, a Arcaya, a Don Lisandro y a los demás, sin ellos, no hay Historia escrita. Y qué tiene que ver que eran positivistas?”. Un testimonio que vale la pena recordar y destacar frente a quienes lo acusan de haber sido un dogmático apologista.
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La influencia historiográfica de Brito Figueroa marcó una forma de estudiar y comprender la historia. Su Magnum Opus Historia Económica y Social de Venezuela, ha sido material para la formación de miles de estudiantes de pre y postgrado. Su trabajo es reconocido como un valioso aporte que desde el materialismo histórico se hacía para la comprensión del proceso histórico venezolano. Por ello, la Academia de Ciencias de la antigua URSS y diversas academias de los países del llamado bloque soviético frecuentemente lo convocaban a dictar conferencias, participar en congresos y ejercer como profesor invitado. Un reconocimiento y privilegio que pocos de su generación lograron alcanzar.
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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.
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