Guerras Químicas: casos reales contra patrañas

Cada 30 de Noviembre, Día de Conmemoración de Todas las Víctimas de la Guerra Química, se reafirma la necesidad de eliminar definitivamente ese flagelo.

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Guerras Químicas: Casos reales vs. Patrañas

La aparición de las armas químicas durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) tuvo consecuencias tan devastadoras que la comunidad internacional las repudió y en 1997, finalmente, en Naciones Unidas se firmó la Convención sobre las Armas Químicas, que prohíbe el desarrollo, producción, almacenamiento, transferencia y empleo de este flagelo.

Sin embargo, desde aquella temprana fecha del siglo XX hasta nuestros días, su uso en diversos conflictos ha sido comprobado, así como los graves daños que han causado a poblaciones civiles. Incluso su utilización también ha sido manipulada como excusa para comenzar guerras.

El 30 de noviembre es el Día de Conmemoración de Todas las Víctimas de la Guerra Química y a propósito de esta fecha, que rinde homenaje a los afectados y reafirma el compromiso de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) con eliminarlas, proponemos recordar algunos casos reales en que se han usado y banderas falsas levantadas con objetivos políticos y económicos.

Casos reales

Durante la Primera Guerra Mundial, unas 124 toneladas de agentes químicos fueron usados, causando más de un millón de víctimas, de las cuales 100 mil resultaron fatales.

La segunda batalla de Ypres (Bélgica), el 22 de abril de 1915, fue escenario de la introducción de este armamento en un conflicto armado: Alemania recurrió a 180 toneladas de clorhídrico asfixiante contra tropas enemigas, ocasionando la intoxicación severa de 15.000 personas y la muerte de un tercio de ellas.

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Dos años más tarde, en la noche del 12 al 13 de julio de 1917, cuando se desarrollaba la tercera batalla de Ypres, los germanos comenzaron a emplear gas mostaza, causando al menos a 2 mil 500 personas heridas de gravedad y 87 bajas.

A partir de esa época, varios países las han esparcido en zonas en conflicto. Solo unos años después de acabada la Primera Guerra Mundial, Japón usó gas mostaza, lewisita, fosgeno, cianuro así como otros tóxicos a gran escala, en la guerra con China (1937-1945).

Estados Unidos (EE.UU.) abusó de grandes cantidades de armas químicas en Vietnam (1961-1971). Fundamentalmente con el denominado “agente naranja” afectó a personas, selvas y campos, causando  severos daños ecológicos.

Se estima que aproximadamente 72 litros de esa sustancia tóxica fueron arrojados en el país asiático, dejando unos tres millones de víctimas de secuelas genéticas.

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Por otra parte, diversas organizaciones internacionales certifican que tanto Irak como Irán emplearon armas químicas, durante el conflicto bélico en que estuvieron imersos a finales del siglo pasado (1980-1988). En esa guerra, el bombardeo de sustancias como gas sarín, tabún, gas mostaza y VX provocó la muerte de unas 5.000 personas.

Más recientemente, el gobierno sirio ha denunciado en varias ocasiones, desde el comienzo del conflicto armado en 2011, que grupos terroristas como el Fath al-Sham (antiguamente conocido como Frente Al-Nusra) han bombardeado con armas químicas poblaciones civiles con el objetivo de responsabilizar a las tropas de Damasco. 

La destrucción de un almacén presuntamente perteneciente a esa formación extremista en la provincia de Idlib, el 4 de abril de 2017, dejó más de 80 muertos según la Organización Mundial de la Salud.

Banderas falsas

Quizás una de las banderas falsas más graves desplegadas en las últimas dos décadas respecto a las armas químicas sea la acusación de tenencia hecha por EE.UU. a Irak en 2003, que sirvió de pretexto a la intervención militar en el país de Oriente Medio.

Guerras Químicas: Casos reales vs. Patrañas

Con el objetivo de controlar importantes zonas petroleras y asegurar el abastecimiento energético de su país, el Gobierno de Washington, en conjunto con los de Reino Unido, España y Portugal,  lanzó la operación de «lucha contra el terrorismo», amparándose, también, en la presunta vinculación del país árabe con el ataque a las Torres Gemelas, en Nueva York.

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Seis meses antes de la invasión, el entonces primer ministro británico, Tony Blair, advirtió públicamente a Reino Unido acerca de la amenaza de las armas de destrucción masiva de Hussein y el 24 de septiembre de 2002 su gobierno publicó un controversial informe al respecto.

Es sí como el expresidente estadounidense, George W. Bush, proclamó que buscaba salvar la región del Gobierno de Sadam Husein y de sus armas químicas, sin embargo, la invasión estadounidense marcó el comienzo de las turbulencias en el Oriente Próximo.

Años más tarde, una investigación periodística de la BBC determinó que, desde antes del inicio de los combates, las evidencias de la inteligencia británica y de fuentes de alto rango apuntaban a que el Gobierno de Hussein no poseía armas de destrucción masiva.

Asimismo, el senador demócrata Carl Levin, aseguró que el Gobierno de Bush engañó a los estadounidenses en el período previo a la guerra de Irak, pues la CIA no disponía de pruebas claras de que Hussein estuviera vinculado en los actos terroristas del 11 de septiembre.

Una década después, en 2013, las potencias occidentales culparon al Gobierno de Bashar al Assad en Siria de emplear armas químicas contra su pueblo, lo que fue calificado por el entonces inquilino de la Casa Blanca Barack Obama de «línea roja». 

Aunque Siria siempre negó atacar a su propia población y finalmente el arsenal tóxico de Damasco fue entregado en 2014 a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, quien anunció su destrucción en 2016,  EE.UU. ha insistido en acusar a la República Árabe y ha tomado represalias catalogadas por Siria como acciones para impedir el avance de sus fuerzas en el combate contra células terroristas.

Guerras Químicas: Casos reales vs. Patrañas

Cuando el Ejército de Damasco destruyó el almacén terrorista en Idlib en 2017, Washington y sus aliados se empeñaron en afirmar que el Gobierno sirio habían bombardeado con gases tóxicos a civiles y comenzaron ataques contra bases militares, a pesar de la negación por parte de Al Assad y actores internacionales como Rusia.

Luego, en abril de 2018, EE.UU., Francia y Gran Bretaña lanzaron una serie de ataques aéreos contra presuntas instalaciones de armas químicas en Siria, sin aprobación del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, una semana después de un presunto ataque con estas sustancias en Duma.

Sin embargo, en la sede de la OPAQ, en La Haya, el médico sirio Halil al Yeish descartó que las personas hospitalizadas en esa ciudad el 7 de abril -cuando según los cascos blancos se produjo el bombardeo con sustancias tóxicas- presentaran síntomas de intoxicación.

 

Guerras Químicas: Casos reales vs. Patrañas

De acuerdo con el médico, los pacientes mostraban signos de falta de aire leve o mediana, estado que resulta imposible tras un ataque tóxico y los síntomas de falta de aire se debían a que habían aspirado polvo y humo en una explosión, tras el bombardeo sobre los edificios cercanos.

Un documento de un experto químico que revelan la falsedad de las imputaciones del ataques químicos del ejército sirio contra poblaciones civiles en Duma y el montaje de Estados Unidos, con el apoyo de la OPAQ, se filtró en mayo de este año.

El informe, publicado por el Grupo de Trabajo sobre Siria, Propaganda y Medios de Comunicación, concluye que «las dimensiones, características y apariencia de los cilindros, y la escena circundante de los incidentes fueron inconsistentes con lo que se habría esperado en el caso de que cualquiera de los cilindros se arrojara desde una aeronave».

Firmado por Ian Henderson, quien aparece como experto en documentos de la OPAQ desde 1998 hasta 2018, el texto afirma que la colocación manual de los cilindros en los lugares donde los investigadores los encontraron es «la única explicación plausible para las observaciones en la escena”.

Los cilindros que presuntamente suministraron gas venenoso y que mataron a docenas de personas en Duma no llegaron a través de un avión; fueron puestos en el terreno por personas y luego se tomaron fotografías que circularon en todo el mundo como evidencia para justificar los ataques aéreos de Occidente.

Ciudad VLC/Telesur


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