“Hacia la descolonización de la educación universitaria” por Christian Farías

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Abordar el tema de la educación descolonizadora universitaria en el contexto del Bicentenario de nuestra Independencia contra la España imperial y ahora contra el imperio norteamericano, nos ubica en la necesidad de revisar y debatir de manera crítica y autocritica, lo que ha sido el proceso académico, científico, político, socio-cultural y metodológico de nuestra educación universitaria y su relación con el contexto histórico social de los 500 años de dominación puesto en marcha, primero, desde Europa y luego, desde Estados Unidos, como potencias imperiales contra la cultura plural, diversa y original de nuestros pueblos.

Se habla, entonces, de colonialismo, colonialidad, descolonización, decolonialidad, interculturalidad, transculturalidad; postmodernidad y postcolonialidad; o también, mundo global, mundo multicéntrico y multipolar, modelos civilizatorios, vieja y nueva civilización, entre otros términos alusivos a las viejas y nuevas realidades de esta era.

Es evidente que estamos en un contexto universal muy dinámico, crítico y complejo, sobre una dialéctica ya no tan simple y reducida como la de un siglo atrás formulada desde el marxismo tradicional de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, aun cuando sigue siendo la contradicción fundamental en la larga lucha por la igualdad, la justicia, el bienestar, la independencia, la soberanía y la libertad.

Todos los análisis indican que el mundo entero está en crisis, incluso bajo amenaza de estallido de una tercera conflagración mundial, o que ya estamos en ella y se marcha hacia la cuarta guerra mundial, bajo los nuevos paradigmas de la llamada Aldea Global y formas de guerra no convencionales. Sin embargo, desde la perspectiva de América, Asia y África, hay mayor coherencia y avances en la unidad programática para el desarrollo y consolidación del nuevo mundo multicéntrico y multipolar. En síntesis, las contradicciones se ubican en dos direcciones opuestas: guerras y destrucción de lo existente o paz y construcción de lo necesario y nuevo. Nosotros, por supuesto, nos ubicamos en la segunda.

 

Elementos de la colonización

Cualquier plan de educación descolonizadora pasa primero por identificar los elementos centrales o pilares de la colonización para luego saber elegir y anteponer los elementos contrarios o descolonizadores. En tal sentido, es necesario identificar las tres referencias principales de la colonización: la europea española, la americana gringa y la neoliberal globalizadora que suman 500 años de hegemonía contra nuestros pueblos indo-afro-americanos, mestizo, diverso y plural.

La doctrina católica monárquica, vertical, racista, esclavista y criminal, fue lo primero que se nos impuso desde la España imperial de 1492. El exterminio de los pobladores originarios, la traída de los negros esclavos de África y la superioridad tecnológica de los navegantes españoles en cuanto a fuerza militar, religiosa, económica, política y cultural, crearon efectivamente lo que después se llamó el nuevo mundo, cuyas bases doctrinarias son evidentemente hispánicas, fuertemente arraigadas en nuestro suelo americano.

Esta primera y más antigua tradición extranjera, imperial, conservadora, mojigata, esclavista y racista ancló los primeros modelos educativos al conservadurismo católico colonizador, limitando con ello el desarrollo científico y tecnológico propios del país.

Tres siglos después, los Estados Unidos se erigen como un nuevo poder y lanzan su famosa doctrina Monroe en diciembre de 1823, con su lema hegemonista central: “América para los americanos”, sustentado en la supuesta vocación de ayuda y protección política más el elemento mítico-doctrinario del destino manifiesto.

La doctrina Monroe es el paradigma principal de USA. Desde 1823 hasta hoy, se han puesto en marcha más de “seis doctrinas” en su ejercicio imperial a partir del primer texto de la doctrina Monroe. La segunda fue en 1904, cuando Theodoro Rooselvet agrega lo siguiente: “Los delitos crónicos … en el hemisferio occidental … pueden forzar a Estados Unidos … al ejercicio de un poder policial internacional”.

Luego, en la tercera de 1947, el presidente Truman se abroga el derecho de intervenir donde fuese necesario para impedir el avance y la influencia de la URSS. La cuarta ocurre el 23 de enero de 1980, cuando Jimmy Carter declaró su ataque contra la Unión Soviética si se convertía en amenaza grave para la libre circulación del petróleo de Oriente Medio y los intereses vitales de los Estados Unidos de América que serían defendidos con la fuerza militar.

La quinta ampliación de la doctrina Monroe, le corresponde al presidente Ronald Reagan durante la década de 1980 hasta la caída de la Unión Soviética en 1991. Fue un cambio significativo en la política que pasó de una simple contención a una asistencia más directa a quienes luchaban contra los gobiernos comunistas. El objetivo de la doctrina era brindar apoyo militar y financiero a las fuerzas guerrilleras como la Contra en Nicaragua.

Con George Bush se impone misteriosamente el terrorismo y sus correspondientes políticas de seguridad y defensa que sirvieron para justificar las agresiones e invasiones a países como Irak y Libia. Su mandato se invirtió fundamentalmente en respuesta a los trágicos eventos de terrorismo que ocurrieron el 11 de septiembre de 2001.

La tercera ola colonizadora se inicia con el plan de la ofensiva neoliberal, privatizadora, elitesca y excluyente, pro norteamericana y europea, puesta en marcha a partir de 1973, después de la caída de Allende y la pérdida de la experiencia socialista chilena del periodo 1970-1973.

Luego, el neoliberalismo global avanza a fondo a partir de 1989, con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, hasta el presente. En suma, son más de cuarenta años de expansión e imposición del neoliberalismo capitalista imperialista global.

Hoy, podemos decir que la síntesis de las tres vertientes colonizadoras la encabeza el imperio norteamericano. Pero, la hegemonía y el poder logrado a partir de las dos grandes guerras europeas se encuentra en su peor momento; quizás pierda toda su hegemonía y capacidad de contra-ofensiva eficaz y victoriosa, frente al avance indetenible del nuevo mundo multicéntrico y multipolar, encabezado por Rusia, China y Venezuela.

 

La descolonización universitaria

Todo proceso transformador, revolucionario, radical o reformista, además de proclamar lo nuevo y necesario para el pueblo y la sociedad con base en una estrategia y una táctica, también se sustenta en dos conceptos o categorías fundamentales que son la tradición y la identidad. Ambas contienen las esencias sistémicas, estructurales, dialécticas y complejas de la cultura en general y de la educación formal en particular, como herencia del pasado y como presente activo y vigente.

Lo anterior implica sistematizar los elementos necesarios de la realidad histórica concreta, pasada y presente, que nos permitan avanzar hacia el objetivo de la descolonización total de nuestro sistema educativo universitario. Para eso, es necesario la actualización y desarrollo permanente y creativo de la doctrina independentista, de justicia y libertad, heredada del maestro Simón Rodríguez, del Libertador Simón Bolívar y del justiciero del campo: Ezequiel Zamora.

Todos ellos rescatados y puestos en combate de nuevo por la creativa, audaz y victoriosa aventura trazada por el comandante Chávez con el actual proyecto revolucionario bolivariano y sus dos propósitos históricos fundamentales: la refundación de la República libre, soberana e independiente y la construcción del socialismo bolivariano del siglo XXI, tal como ha sido y está plasmado respectivamente en la CRBV y en el Plan de la patria.   

En este contexto, es necesario desarrollar planes de trabajo a largo, mediano y corto plazo para atender en profundidad el proceso de descolonización. En tal sentido, es pertinente señalar que el bucle Tradición-Identidad-Historia, es clave, pues en él están las memorias de los valores, creencias y costumbres de lo que hemos sido y somos a lo largo del tiempo, como comunidades, como pueblo, como nación y como continente unido no solo idiomática y culturalmente, sino también en nuestra épica liberadora y justiciera.

De manera que, a las tradiciones, identidad e historia europeas y norteamericanas, opongámosle la nuestra indo-afro-latinoamericana y caribeña. Igualmente, en el área de ciencia y tecnología, debemos retomar todos los antecedentes y convertirlos en propuestas programáticas, siguiendo las experiencias y los aportes de científicos como el argentino Oscar Varsavsky quien, desde su experiencia y aportes significativos, “propone pelear por la autonomía de la ciencia en Latinoamérica”.

 

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No debemos obviar que en todo proceso de transformación de los paradigmas en nuestro sistema educativo universitario, subyace fatalmente la eterna lucha entre el Bien y el Mal como representación de la lucha por el poder, la libertad y la justicia. Vale decir, entonces que junto a la tradición, la identidad y la historia, están también las reflexiones y enseñanzas de la moral y la ética como campos reguladores de la vida a favor de la Dignidad y el Bien colectivo.

Pero, más allá de la política, la sociología y la filosofía, también nos encontramos en el campo de la literatura, con una elaboración existencialista y vitalista del dilema “ser o no ser”, elaborada estéticamente por Shakespeare en su inmortal obra Hamlet. como drama trágico que plantea la eterna lucha moral y ética de los seres humanos entre el Bien y el Mal.

Y si este drama existencial lo aplicamos a la descolonización universitaria, sería emulando al comandante Chávez cuando dijo: Independencia o nada, Comuna o nada. Podríamos decir capitalismo o socialismo. Ser o no ser libres, independientes, soberanos, socialistas.

 

Christian Farías / Ciudad Valencia