LA DRAMATURGIA DE AQUILES NAZOA
Aquiles Nazoa, el ruiseñor de Catuche, es una de nuestras referencias dramatúrgicas más importantes. Por supuesto, en el difícil género de la comedia.
No es, por fortuna, tan “sofisticado” y elegante como Neil Simon, el santón de Broadway.
Pero se hace merecedor de un buen puesto en nuestro canon libertario, comediante y trans-genérico, junto a Molière, Oscar Wilde, Andrés Eloy Blanco, Groucho Marx, Miguel Otero Silva, Igor Delgado Senior o Woody Allen.
Es evidente que su escuela de formación fue el sainete venezolano, el teatro de títeres y la fluencia de humoristas connacionales como Leoncio Martínez, Job Pim y Andrés Eloy Blanco. Funde lo culto y lo popular con sabrosa impunidad inteligente.
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“Humor y Amor de Aquiles Nazoa”
Nos basta revisar la segunda y tercera parte de “Humor y Amor de Aquiles Nazoa” (Librería Piñango, 1971), su muy significativa y pertinente antología personal, en las que él mismo recoge sus estupendas piezas de teatro cómico.
En especial, sugerimos la revisita de las piezas teatrales en verso y prosa criollísimos que parodian la literatura universal o la historia [El castigo del Doctor (Fausto) o historia de un viejo exhausto que se atraganta de amor; La pasión según San Cocho o ser santo no es ser mocho], y las que refieren equívocos de costumbres sociales y excesos políticos [Doctor y comiendo hervido; Venezuela libre asociada o la generación del 5 y 6].
El autodidactismo de autor conduce a una Poética clara del Decir. Nada de acrobacias lingüísticas, ni simbolistas, mucho menos escenográficas.
Se trata de integrar en el auditorio al ciudadano anónimo y al que mientan notable o miembro de las fuerzas vivas, mezclándolos en el patio selecto o las tribunas populares. El humor y la burla posibilitan un punto posible de encuentro dialógico en medio del Carnaval.
La pieza breve Niñita tocando piano o quien fuera sordo
La pieza breve Niñita tocando piano o quien fuera sordo, recrea con sorna la pésima cultura musical de las clases acomodadas. Priva más el dinero fácil mal habido que la melomanía lúdica.
La niñita representa la contrafigura de Teresa Carreño, por lo pésimo que toca: una muchachita que parece un merengue está tocando una pieza clásica, que también parece un merengue.
“Trailer” de una película mexicana es otra sátira corta que tritura la “sofisticación” de la gente chic de Caracas ante una pésima película azteca, que ni es melodrama digno del Indio Fernández ni mucho menos filme surrealista del período mexicano de Buñuel.
El público neo-mantuano, ante el bodrio fílmico de Mamerto Urruchúa, se desenvuelve con la sobreactuación impropia de Dolores del Río cuando, como jurado, protestó que premiaran el filme crudo, rebelde y penitenciario “El Apando” de la dupla Felipe Cazals-José Revueltas en un Festival de Cine.
La pasión según San Cocho o ser santo no es ser mocho, constituye una transfiguración del Evangelio en clave de comedia.
La acción trepidante y peripatética que va de la Santa Cena a la lapidación de la Magdalena y de allí al ruleteo judicial de Jesús, enfila sus dardos a los adecos papá-upas de la democracia representativa cojitranca. Por ejemplo, Jesús salva a María Magdalena con sumo ingenio:
(Y alzando hacia el pueblo el brazo
le lanza el siguiente leco:
—¡Que el que no se sienta adeco
suelte el primer ladrillazo!
Todo el mundo se serena;
de armar la marimorena
ninguno tiene el valor,
y Cristo a la Magdalena
le susurra en la melena:
—¿No te lo dije, mi amor?).
Un majadero venezolano nos salió este Cristo según el simpático ateo y comunista de Aquiles Nazoa.
Que la celebración de su cumple-siglo este año de 2020, nos devuelva el buen humor y la auto-estima pícara que han configurado la venezolanidad desde sus inicios.
DESCARGA: 100 AÑOS DE HUMOR Y AMOR
José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC