Una de las palabras más peleadas, por así decirlo, en cuanto a su significado es la de hoy: álgido. Tomado del latín algidus, este adjetivo es derivado del verbo algere, tener frío, y significa exactamente “muy frío”.
Sin embargo, la gente está acostumbrada a usarlo dándole el sentido de culminante o decisivo, y es ahí donde está el motivo de la larga pelea que el vocablo ha mantenido con la Real Academia Española. Esta hasta muy recientemente consideró la acepción “culminante” como un barbarismo y su Diccionario ni siquiera la registraba como tal.
Pero al fin se impuso el uso, es decir, la autoridad del pueblo, que es el verdadero dueño del idioma, y a la docta corporación no le quedó más remedio que deponer su actitud cerradamente purista, como ha sucedido con muchas otras voces hoy aceptadas.
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Por lo demás, el empleo de álgido como sinónimo de culminante tiene una explicación bastante lógica: como hay muchas enfermedades que en su período decisivo son acompañadas por un frío glacial, se habla del período álgido de tal o cual enfermedad.
Es natural entonces que, con el tiempo, álgido viniera a ser lo mismo que culminante. Dicho sea de paso, la verdad es que álgido en su sentido directo de “muy frío” es muy poco usado; la gente prefiere gélido, helado, y otros giros. Aunque la Academia se ponga al rojo y eche chispas.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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