Para nosotros hay pocas palabras tan interesantes como la de hoy: chimó. Llama la atención no sólo el hecho de que la Real Academia Española haya acogido en su Diccionario una palabra tan característicamente venezolana como chimó, sino la exacta definición que de ella nos da: “Pasta de extracto de tabaco cocido y sal de urao, que saborean los habitantes de la cordillera occidental de Venezuela llevándola en la boca”.
Nuestro gran lingüista Lisandro Alvarado nos ofrece una definición similar aunque más extensa que la académica: “Extracto blando de tabaco alcalinizado y aromatizado. El álcali escogido es el urao (sesquicarbonato de sosa), o el bicarbonato de sosa, o bien lejía de cenizas, obteniéndose en el último caso un producto fuerte en extremo”.
Alvarado registra chimó como voz andina posiblemente, pensamos nosotros, de raíz timotocuica y la relaciona con el mole de la cocina mexicana. También cita al padre Gumilla, quien lo llama chimú y lo define como “quinta esencia del tabaco”.
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Chimó, con todo, no es voz estrictamente venezolana. El lexicógrafo dominicano-cubano Pichardo registra “Chimó o chimojo. Medicamento antiespasmódico, afamado, hecho de tabaco, cáscara de plátano, salvia y otros ingredientes cocidos”.
En otros tiempos el mascar chimó era costumbre general en Venezuela; hoy, está prácticamente reducida a Lara, Falcón y los estados andinos. En la época de Gómez, cuando se inició la exploración y explotación petrolera en el país, corría el simpático chiste de que el negocio lo inició un musió que estuvo en Venezuela y llegó a su país contando que Venezuela era tan rica que aquí los nativos escupían petróleo.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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