El sábado pasado murió Néstor González a causa del Covid-19.  Fue un cuadro político del chavismo en Caracas y, en 2017, se desempeñó como vicepresidente de VTV.  De su trabajo gerencial, constaté su honestidad y así lo recordé mediante un tuit.  Setenta y cinco “Retweets” y cuarenta y cinco “Me gusta” apoyaron mi mensaje, pero dos “Respuestas”, lamentables aunque esperadas, me pusieron a pensar: @pedromorgado56 dijo “Gracias a dios uno menos” y @jemo1963, “Seguramente el mundo hoy está un poco mejor”.

 

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El primero, al parecer, vive en Panamá, tiene la cuenta en esta red social desde 2011 y 42 seguidores.  El segundo no dice dónde vive, está en Twitter desde 2010 y tiene 10 seguidores.  Ambos respondieron con unas frases que, desde el inicio de las RRSS, muchos opositores han repetido a la hora de celebrar la muerte de algún chavista. 

Me refiero a los usuarios comunes de estas redes o salas virtuales utilizadas por los laboratorios de guerra psicológica para propiciar las condiciones que convengan a sus propietarios o patrocinantes.  No creo haber visto mensajes de este tipo de la dirigencia opositora, pero igual este sector no cuenta con verdaderos líderes y sus voceros son incapaces de llamar a la reflexión y orientar a sus correligionarios. Tampoco recuerdo a las cúpulas adecas y copeyanas del siglo pasado, nacionales o estadales, festejar algún deceso, de nadie.

Nunca he oído ni leído alguna expresión similar de parte de un chavista cuando ha muerto algún opositor.  Hugo Chávez, quien sí ejerció liderazgo sobre un segmento importante del país, marcó siempre un camino a sus seguidores.  En diciembre de 2010, cuando falleció Carlos Andrés Pérez, llamó a respetar al ser humano que había fenecido, aunque por tratarse de un líder puntofijista, pidió también que descansara en paz su forma de hacer política.  Es decir, no impulsó el odio por el adversario, sino que separó la persona de sus ideas y prácticas y no celebró su muerte.  Estas fueron sus palabras:

“Ayer, por cierto, me informaron -y esto no debe, por supuesto, alegrar a nadie, no, no, nosotros recibimos con pesar la muerte de cualquier ser humano, de cualquier venezolano; por eso pido mucho respeto para el ser humano, a la persona humana – la noticia de que falleció en Miami, donde residía, el expresidente Carlos Andrés Pérez.  Bueno, que en  paz descanse…, pero que, con él, descanse en paz y se vaya para siempre de aquí, de nuestros espacios, la forma que él encarnó de hacer política… atropellando los derechos de los pueblos y entregando la dignidad de los pueblos al imperio yanqui. Que en paz descanse, pues, Carlos Andrés Pérez”.

 

 

Claro, más de veinte años después, hay quienes siguen creyendo que la voz de aquel actor (Gonzalo Cuberos contratado por Chelique Sarabia para una cuña de AD, en 1998) imitando la voz del comandante, diciendo que iba a freír la cabeza de los adecos en aceite, era la de Chávez.  Indudablemente, un fake “exitoso”, tanto por el daño logrado como por el tiempo que han durado sus efectos.

 

¿Será tarde?

Lo cierto es que un paseo por las redes sociales asusta.  Supongo que ya habrán sido muy bien estudiadas y sus usuarios caracterizados.  ¿Qué habrá detrás de los “sujetos” que normalmente no interactúan, pues no tienen seguidores ni muchas publicaciones, que se suman al odio viralizado? ¿Serán bots? ¿Formarán parte de un ejército de tecleadores asalariados?  ¿Se tratará de individuos que, en la soledad, descargan las aversiones que los de su clase han desarrollado en las últimas décadas? ¿O de unos niños que repiten lo que oyen y ven?

Hay quienes restan importancia a estas expresiones, pero pienso en aquel joven que fue rociado de gasolina e incendiado en una de tantas guarimbas, y me preocupa aún más.  Esperemos que no sea tarde y que algún liderazgo emerja y conduzca a ese segmento de nuestra población.

 

guarimbas-joven quemado

Por lo pronto y con inteligencia, las RRSS deben ser monitoreadas porque detrás de tantos anónimos diciendo lo que se les ocurre sin asumir responsabilidades, quién sabe qué pueda esconderse.

 

Masificación del odio…

En mi opinión, ese odio comenzó a masificarse en 2001.  Quizá antes, quienes perdieron el poder en 1998, hayan deseado la muerte a Chávez y sus primeros acompañantes, no lo sé.  Tampoco sé si los militares que los confrontaron en 1992.

Lo que sí se sabe es que cuando Chávez gana por primera vez cuenta con el apoyo del Grupo Cisneros, de Miguel Henrique Otero, de Tobías Carrero…  Luis Miquilena es el “muñequeador”, quien toma control de las principales instituciones del nuevo Estado y ayuda a quebrar la base originaria del chavismo.  En 2001 se enfrentan.  EEUU financia, comanda y cohesiona, por una parte, a los conservadores que habían sido derrotados en el proceso constituyente (Fedecámaras, CTV, los meritócratas de Pdvsa, la CEV y los medios de comunicación: Globovision y Rctv) y, por la otra, a los arrepentidos: Venevision, El Nacional, parte del Alto Mando Militar, Alfredo Peña y su Alcaldía Mayor, Multinacional de Seguros, etc., y despliegan una de las campañas propagandísticas más poderosa que se haya visto y que buscaba demoler y desaparecer el incipiente proceso bolivariano en pocos días.

 

paro petrolero 2002-EL NACIONAL

 

Como fueron derrotados el 13 de abril de 2002, prosiguieron con la campaña ensordecedora y desquiciante hasta el llamado Paro Cívico (Sabotaje Petrolero), resultando vencidos a principios de 2003.  Después continuaron otra etapa hasta el Referendo Revocatorio de 2004…

De esa campaña quedaron muchas mentes golpeadas, sobre todo en las clases medias, convencidas de que el chavismo era una minoría que había ganado fraudulentamente.  Claro, se mantuvieron encerradas en sus urbanizaciones, de espaldas a la verdad de las barriadas pobres que constituían dos tercios de la población, y perdieron otra vez.

 

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Sus hijos, nacidos desde finales de los 80 y principios de este siglo, están sufriendo las consecuencias del tormento generado en la psique de sus padres durante estas dos décadas, y a eso sumémosle la innegable situación de incertidumbre y desasosiego que padecemos hoy en el marco de la misma guerra, con los mismos enemigos de siempre, veinte años más tarde, luego de la incautación de muchos de nuestros recursos nacionales en el extranjero, más la consiguiente desinversión y el deterioro de los servicios públicos, y el doloroso proceso que implica la dolarización de todo.  Ah, y pa’ rematá: el Covid-19 y la cuarentena.

 

Permítanme la ingenuidad…

Mientras no haya liderazgo político opositor, las iglesias de cualquier credo harían mucho si divulgaran sus valores constitutivos y convocaran a sus feligreses a reflexionar y a multiplicar el mensaje a favor de la paz y la búsqueda de la verdad.  Todas las escuelas podrían organizarse y, así como nos hacen regalos los días de la Madre y del Padre, celebrar lo que nos une.  Somos más, y por mucho, los que queremos convivir y progresar.

 

Ciudad VLC / Luis Salvador Feo La Cruz P. (feolacruzcultura@gmail.com)