vulnerabilidad

A propósito de conmemorar la masacre a la población civil de Guernica, localidad vasca el 26 de abril de 1937, en el transcurso de la guerra civil española, el tema no puede pasar inadvertido y resalta por su pertinencia histórica ante las recientes muestras de intolerancia y fascismo en la península ibérica.

Consecuentemente, no solo la palabra Guernica nos debe remitir al cuadro considerado más famoso de toda la pintura moderna. El genio español Pablo Picasso quiso mostrar el horror de la guerra y denunciar la crueldad del fascismo en contra de la población civil.

En este sentido, el escritor Paul Preston, dedicado al estudio de la historia reciente española, nos recuerda: «Durante la Guerra Civil española, cerca de 200,000 hombres y mujeres fueron asesinados lejos del frente, ejecutados extrajudicialmente o tras precarios procesos legales, y al menos 300,000 personas perdieron la vida en los frentes de batalla. Un número desconocido fueron víctimas de los bombardeos y los éxodos que siguieron a la ocupación del territorio por parte de las fuerzas militares de Franco. En el conjunto de España, tras la victoria definitiva de los rebeldes a finales de marzo de 1939, alrededor de 20,000 republicanos fueron ejecutados”.

Se consumaba otro crimen de lesa humanidad, una crónica del horror y una historia de la violencia política en la guerra civil perpetrada por parte de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, que combatían en favor del bando sublevado contra el gobierno de la Segunda República Española.

Holocausto español

“Muchos más murieron de hambre y enfermedades en prisiones y campos de concentración, donde se hacinaban en condiciones infrahumanas. Otros sucumbieron a las duras condiciones de los batallones de trabajo. A más de medio millón de refugiados no les quedó más salida que el exilio, y muchos perecieron en los campos de internamiento franceses. Varios miles acabaron en los campos de exterminio nazis. Todo ello constituye lo que a mi juicio puede llamarse el «holocausto español». Añade el historiador británico.

El sacerdote Alberto Onaindía resumió así lo que había sucedido en esas tres horas y media de bombardeos:

“Llego de Bilbao con el alma destrozada después de haber presenciado personalmente el horrendo crimen que se ha perpetrado contra la pacífica villa de Guernica, símbolo de las tradiciones seculares del pueblo vasco… tres horas de espanto y escenas dantescas.

Niños y madres hundidos en las cunetas, madres que rezaban en alta voz, un pueblo creyente asesinado por criminales que no sienten el menor alarde de humanidad. […] No se puede cometer semejante crimen horrendo, inaudito, apocalíptico, dantesco. […] Una ley eterna, la de Dios, impide matar, asesinar al inocente. Todo eso se pisoteó en Guernica. ¿Quién será el cruel personaje que en frío y en el gabinete de estudio ha planeado ese crimen espantoso de incendiar y matar a toda una población pacífica?”.

La destrucción fue tan grande que provocó un intenso humo, por lo que los últimos bombarderos, al no poder ver los objetivos, descargaron las bombas a ciegas. El incendio provocado por el bombardeo no se pudo apagar hasta el día siguiente, en gran parte debido a la inexistencia de un parque de bomberos.

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Ismael Noé / Ciudad VLC