emperador-el arte de mandar-Galeano

Un emperador de China, no se sabe su nombre ni su dinastía ni su tiempo, llamó una noche a su consejero principal y le confió la angustia que le impedía dormir. Le dijo: «Nadie me teme».

 

 

Como nadie le temía nadie lo respetaba. Y como nadie lo respetaba nadie le obedecía. El consejero principal meditó un ratito y opinó: «Falta castigo».

 

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Y el emperador sorprendido dijo que castigo no faltaba, porque él mandaba a la horca a todo el que no se inclinara a su paso. Y el consejero principal le advirtió: «Pero esos, esos son los culpables. Si solo se castiga a los culpables, solo los culpables sienten miedo».

 

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El emperador chino pensó y pensó… y llegó a la conclusión de que el consejero principal tenía razón. Y le mandó cortar la cabeza. La ejecución ocurrió en una gran plaza pública, la plaza celestial, la plaza principal del imperio. Y el consejero fue el primero de una larga lista.

 

Ciudad VLC / elbuenlibrero.com