En el 2002, siendo estudiante de la Escuela de Letras de la ULA, me toco vivir los hechos del 11, 12, y 13 de abril en Mérida. En aquel tiempo yo vivía residenciado en una habitación cerca de la plaza Belén, en el casco central de la ciudad de los caballeros.

Unos meses después me mudé a las Residencias Estudiantiles Domingo Salazar Rojas, en la avenida Alberto Carnevalli. Me quedaba mucho más cerca de La Facultad de Humanidades y por supuesto que el arrendamiento era infinitamente menos que el que pagaba a un particular.

Compartía el “apartamento” (nombre bastante pomposo para los “cubículos”, que era donde en realidad estaba) con dos chicas: Una estudiante de Educación y la otra estudiante de Derecho. La primera, natural de Bucaramanga, cursaba Educación Mención Básica Integral y que se pasaba el día diciéndonos que la enseñanza colombiana era mejor que la venezolana –sin aclarar nunca por qué no se iba a estudiar a Colombia-. La otra chica era una muchacha del campo, del Valle de Mocotíes.

La colombiana era muy discreta a la hora de hablar de política y aunque se notaba que sus simpatías no estaban con la Revolución, se cuidaba mucho de emitir alguna opinión. La otra era abiertamente opositora y si bien era consciente que no tenía argumentos para defender sus posturas, de cuando en cuando trataba de dar cierto asomo de “debate”.

En una ocasión, conversando sobre el anuncio de un paro para principios de diciembre –el inicio del paro petrolero el 2 de diciembre de 2002- hice referencia a la posibilidad de un nuevo intento de golpe de estado. La colombiana guardó silencio pero la otra chica estalló en una sonora carcajada y mirando al cielo y levantando las manos, dijo con una expresión que se debatía entre la ironía y el fastidio: “vacío de poooodeeer”.

vacío de poder
Pedro Carmona juramentándose a si mismo como presidente, luego de retirar el retrato del Libertador

Yo ya conocía el argumento del “Vacío de poder” esgrimido por los golpistas de abril para justificar todo lo ocurrido esos días. No me sorprendía que ella, personalmente, lo usara. Me sorprendía era que una estudiante de derecho, que supone uno debía tener mayor conciencia y conocimiento sobre el asunto, empleara semejante disparate para explicar los sucesos de abril. Me le quedé mirando unos segundos y respondí “Si, hubo un vacío de poder, que fue llenado a través de un golpe de estado, porque quienes llenaron el supuesto vacío de poder no eran a quienes les correspondía hacerlo según la constitución”. Por toda respuesta recibí un prolongado silencio acompañado de una cara de asombro.

 

¿Existe el “vacío de poder”?

El “vacío de poder” es una expresión que se utiliza en política y que describe una supuesta situación de acefalía de un gobierno o grupo político. El “vacío de poder” no aparece en ningún marco legal porque es una apreciación totalmente subjetiva: lo que para algunos puede ser vacío de poder para otros puede ser una actitud prudente, sensata, o equilibrada.

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En ninguna constitución del planeta aparece dicha figura, porque las posibles situaciones de ausencia de algún representante del poder público están previstas y señalan las suplencias o reemplazos respectivos.

vacío de poder
General Efrain Vásquez Velasco, Comandante General del Ejercito en abril de 2002

Aquel 12 de abril de 2002, luego de anunciar la renuncia del Presidente de Chávez –dimisión que se planteó y se anunció, pero que fue propuesta bajo coerción y nunca se concretó- apareció como nuevo presidente de la República Pedro Carmona Estanga, cabeza de la patronal Fedecámaras. Un particular que nada tenía que ver con el gobierno nacional se alzaba con la primera magistratura y franca violación de la constitución nacional, que dicho sea de paso fue derogada “de facto” y el resto de los Poderes Públicos con ella. Si a eso no se le puede llamar golpe de estado, ¿entonces a qué?

Jorge Olavarría (1933-2005) Político, historiador y periodista venezolano

Sin embargo, en aquel momento se trató de implantar la tesis del “vacío de poder” como descargo para absolver a los golpistas. Pero tal tesis caía por su propio peso. Hubo incluso actores del golpe que se encargaron ellos mismos de refutarla. Jorge Olavarría (1933-2005), político, periodista, diplomático he historiador fuertemente vinculado a la oposición y al golpe de abril 2002 señaló en su libro Historia viva 2002-2003 (octubre de 2003, Alfadil ediciones) que “El camino del “vacío de poder” como hecho que autorizaba al General Vásquez Velazco a entregarle la Presidencia de la República al Presidente de Fedecámaras, no era un camino.

Era un disparate basado en una payasada legal cuyo autor permanece en el anonimato (…) No había vacío de Poder. El Poder Público no lo detenta en exclusividad ninguna de los Poderes en los cuales constitucionalmente este se distribuye. Si el jefe del Poder Ejecutivo había renunciado; y el vicepresidente que debía llenar su falta estaba desaparecido, el Poder Judicial en la persona de los magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, tiene atribuciones para interpretar el espíritu, propósito y razón del artículo 233 y decidir quién debía encargarse del Poder Ejecutivo por falta absoluta de su titular y del vicepresidente, mientras que el Poder Electoral, que tampoco estaba “vacío”, convocaba a la elección del Presidente que debía terminar el mandato del renunciante”.

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El comandante escoltado por su pueblo

A pesar de lo anterior, aun hoy día se escucha quienes hablan de aquellos hechos y hacen referencia al “vacío de poder” como móvil exculpatorio. Es importante, para los jóvenes que nacieron en revolución y al no haberlos vivido pueden ser fácilmente permeados por los argumentos de la derecha, contar lo que sucedió el 11, 12, y 13 de abril y al hacerlo no permitir que los “disparates” –tomándole la palabra a Olavarría- de las viudas del golpe priven como narrativa de aquellos días en que el pueblo venezolano restituyó a su líder y presidente y se reafirmó en el camino de la Revolución.

 

José Vicente Castillo-Ciudad VLC