La Bachata, Latinoamérica y el mundo están de luto. Este 16 de julio se conoció la triste noticia del fallecimiento del destacado cantautor y guitarrista dominicano Víctor José Víctor Rojas, conocido popularmente como Víctor Víctor, a los 71 años de edad, víctima de la COVID-19.

Fue de los primeros artistas dominicanos en visitar Cuba aun cuando el gobierno de su país prohibía los viajes a la Mayor de las Antillas. Años después, en República Dominicana, organizó conciertos de solidaridad con la Revolución Cubana y de homenaje al Che.

Su presencia entre nosotros se hizo habitual, casi «obligada», en los Cubadiscos, haciéndose acompañar por otras personalidades de la cultura dominicana, como Tommy García, quien fuera viceministro de Cultura de esa nación, la también fallecida Sonia Silvestre (con quien fundó en la década del setenta del pasado siglo, el grupo Nueva Reforma), Toni Mapellé y su grupo, entre otros.

Su partida deja un hondo vacío en la música latinoamericana y en la historia de la bachata, la cual posicionó en escenarios internacionales logrando que dejara de ser un género marginal para convertirse en un fenómeno de masas.

Junto a él y sus canciones -las cuales poseen una alta sensibilidad humana, demostrando su compromiso con el pueblo dominicano y de otros países- grandes de la música unieron sus voces en conciertos y discografías.

Tal es el caso del disco Bachata entre amigos, de 2006, en el que lo acompañaron figuras como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez y Fito Páez.

 

Valiosos intérpretes le dieron vida a sus composiciones, entre los que destacan Celia Cruz, Dyango, Enmanuel, el dúo español Azúcar Moreno, el puertorriqueño Danny Rivera, y la dominicana Ángela Carrasco. Los numerosos premios y reconocimientos mundiales que alcanzó fueron testigo de su valía.

En una de sus visitas a la Isla, este periodista -quien guarda agradables recuerdos de la presencia del artista en Cuba- conversó con el autor de Mesita de noche acerca del género que cultivó con éxito toda su vida y la diferencia entre cómo lo hacía él y los cubanos.

Su respuesta fue rápida y clara: «ustedes los cubanos hacen la Bachata un poco más rápida que nosotros, en mi caso yo la hago más pausada. La de ustedes, se acerca más al bolero».

 

Con Víctor Víctor compartí en sus conciertos en La Habana, en la feria comercial del Cubadisco (festival que en el 2013 le entregó el Premio Internacional por su disco Diez), en el Pabellón Cuba, en el Centro Pablo de la Torriente Brau y el Iberoamericano de la Décima, en las Semanas de la Cultura de su país, la mayoría de las veces acompañado por su gran amigo Pancho Amat. Aquí ofreció, además, varias conferencias.

Durante la celebración del Cubadisco en el año 2004, intercambiamos discos, pues a él le interesó un CD de boleros que yo tenía. Luego, en una de sus últimas visitas a Cuba, me obsequió Bachata entre amigos, que guardo celosamente.

 

En otra oportunidad, durante un recorrido que hizo junto con Pancho Amat, en el Pabellón Cuba, mientras visitaba el stand de la fábrica de instrumentos, se formó una «guaracha»: él con sus inseparables maracas, Pacho en el tres, este redactor, en las congas, y el público, que no demoró en sumarse, con la inconfundible clave cubana.

Vitico, como le llamaban sus amigos, fue un hombre excepcional como músico y persona. Ante la noticia conversé con el laudista Barbarito Torres, quien dijo: «Nunca llegué a tocar con él, no sabes cuánto me hubiera gustado haberlo acompañado. Visitó mi casa en una ocasión y hablamos sobre ello. Era un hombre increíble, un buen hombre, revolucionario, progresista, amigo y admirador de Cuba, sobre todo, de su música y de sus músicos. Llevó a la bachata a planos internacionales. Se pierde un gran músico».

 

 

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Ciudad VLC / Granma

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