«Campus UCV Maracay de luchas y querencias» por José David Capielo

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Dentro de de mis afectos especiales ha estado incluido el llamado Campus o Núcleo Maracay de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde realicé estudios de Ingeniería Agronómica (Fagro) en dos épocas diferentes.

Allí comenzamos en 1969, en la etapa tormentosa del primer gobierno de Rafael Caldera, donde se realizó la intervención, allanamiento y cierre por largo tiempo de la UCV, la destitución de sus autoridades electas; junto a la imposición de una reforma que echó por tierra la Ley de Universidades que se había conquistado luego de la dictadura de Pérez Jiménez.

Fueron cinco largos años de luchas, estudios y convivencia, donde fue ineludible el rechazo a toda esta política anti-universitaria, y pese a que reivindicamos siempre la consigna de “estudiar y luchar”, el camino fue complicado y cerró capítulo a finales de 1974, cuando luego de un duro conflicto que involucró a las facultades de Agronomía y Veterinaria, fui objeto de una sanción disciplinaria junto a más de cien estudiantes de ese centro universitario.

Esta sanción fue definitoria en lo que yo resolvería a posteriori, ya que al quedar interrumpida la culminación de la carrera de la que había aprobado poco más del 80% de las asignaturas (culminaba el octavo semestre), opté por irme por un tiempo, combinando el activismo político comprometido, la sobrevivencia, y luego de 1976, la construcción de una familia, tratando de contribuir lo mejor posible; bajo el protagonismo indiscutible de mi compañera de siempre.

Pese a todo, sentí un particular aprecio por esos espacios en los que compartí tantos momentos, a partir de mi llegada como estudiante desde Coro, con muchas limitaciones económicas. Para mí estas instalaciones universitarias, y su entorno inmediato, representaron una nueva casa; y disfrutaba inmensamente la convivencia en ellas. Tuvimos además la capacidad para relacionarnos con todos, incluso con aquellos que nos adversaron.

Recuerdo mis tiempos de vendedor ambulante de libros, que logramos al conseguir un proveedor que nos facilitaba los textos “a consignación”; con lo que sobrevivimos un buen tiempo. Finalmente me fui de Maracay a otros lugares, en especial a Carabobo, centro de mi núcleo familiar, sin que nunca dejara de añorar estos espacios ucevistas.

Regresé al Campus UCV Maracay luego de diez o más años, con la firme disposición de culminar la carrera de Agronomía, que ahora ya no solo lo consideraba una deuda personal, sino más bien con mi propia familia, y en especial con mi madre Paz Agustina, siempre amorosa y solidaria, que deseaba, como nadie, que cumpliera con esta meta.

Este regreso tuvo sus dificultades, pese a la ayuda decisiva del profesor Freddy Gil González, camarada y decano electo desde 1990 (fallecido en 2015), quien garantizó que el Consejo de Facultad diera el visto bueno, por unanimidad, a mi admisión definitiva (1991). Debí aprobar más del doble de las asignaturas que tenía pendientes, junto al cumplimiento con la  tesis de grado, que anteriormente no se hacía.

Cumplí además labores de subsistencia, como pasante en la Biblioteca de Economía Agrícola. En estos años existió en el Campus Maracay una efervescencia de luchas universitarias, previas y posteriores a las rebeliones militares del 4F y 27N.

Logré graduarme de ingeniero agrónomo en 1995, lo cual significó un disfrute para la familia, en especial mi madre, quién me acompañó orgullosa en el Aula Magna. Realicé luego trabajos a destajo, siendo contratado en 1997 como extensionista rural por la propia facultad, para cumplir distintas actividades, incluida la supervisión de un proyecto de la UCV en el sur del estado Aragua.

En esas funciones estuve hasta finales del año 2000, cuando me contrató la “Simón Rodríguez” (UNESR) como docente, para atender sus estaciones experimentales en todo el país. En 2003, aprobé un concurso que me hizo personal fijo, en el 2006 fui adscrito al Núcleo Canoabo, siendo Subdirector de Extensión por cuatro años; y finalmente como docente de aula laboré hasta finales de 2016, cuando obtuve mi jubilación.

 

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Aún cuando en Agronomía UCV solo tuve contratos por servicios prestados, cuando me correspondió irme a la UNESR, tuve la duda, ya que me sentía “atado” a ese Campus Maracay; de manera que sin desistir de los afectos, debí marcharme, ya que no iba a tener una mejor oferta en la UCV.

Seguí asistiendo al Núcleo Maracay, ya que cursaba la Maestría en Desarrollo Rural, y a finales del 2002 logré aprobarla, con la tutoría y corresponsabilidad del estimado profesor José Rafael Rodríguez Brito, gran humanista, exdecano, doctor honoris causa y maestro en extensión agrícola, fallecido en 2018.

Tal como destaca el himno de Fagro-UCV: “…explotar a la tierra y no al hombre, es consigna de un mundo mejor”. Y allí estuvimos, vivimos y convivimos, abonando siempre a las mejores causas.

 

José David Capielo / Ciudad VLC