El gordo Ferrer

El Gordo Ferrer, un muchacho cargado de gran energía y vitalidad nos llegó de Acarigua estado Portuguesa. De su barrio La Corteza, donde vivía con dos hermanos y su madre, una obrera, una mujer trabajadora.

Ya él venía luchando en el MEUP de educación media, apéndice de la Liga Socialista en su Acarigua natal. Llegó a Valencia cargado de energía, sueños, alegría, vitalidad e integridad, tan enormes como su cuerpo y su tamaño como lo expresara el profesor Eliezer Melean, coincidiendo con la lucha de los bachilleres por la democratización de la asignación los cupos universitarios.

Era la época de los bachilleres sin cupo, de las luchas por el derecho de los estudiantes. Con su carisma y responsabilidad se incorpora a la militancia con el compromiso que esto requería, armonizando el liderazgo en las luchas por el derecho de los estudiantes y el compromiso político con la organización Liga Socialista en la cual militaba, donde llegó a ser responsable de propaganda e integrante del Comité Regional.

Todas las virtudes del Gordo se vieron truncadas un funesto 5 de septiembre pasadas las 11:00 de la noche, cuando se desplazaba por la calle Rojas Queipo, es interceptado, se dice, por dos personas que lo colocaron manos arriba contra la pared y le propinaron un disparo, cayendo al suelo para no levantarse más.

Estuvo resistiendo 42 días, hasta que llegado el 16 de octubre de 1984 cerró sus ojos para siempre.  El Gordo Ferrer siempre se caracterizó por su solidaridad, compañerismo, humildad y liderazgo en las residencias estudiantiles Tercer Mundo, Los Proletarios, y Humberto Méndez entre otras.

Producto de ese liderazgo el gordo José Alexander Ferrer fue electo secretario general de la Asociación de Residencias Universitarias de la Universidad de Carabobo. Entre sus logros como secretario general fue la de haber logrado mejoras en las condiciones de las residencias después de una campaña de toma del rectorado.

Aparte de su militancia política, también José Ferrer desarrolló un activismo cultural de mucho arraigo en las comunidades de Naguanagua, en especial el barrio La Luz. Por esta razón cuando trasladaban sus restos a su ciudad natal, Acarigua, primero se le hizo un homenaje en el rectorado donde acudieron los movimientos sociales y políticos que cantaron canciones revolucionarias, especialmente “Los que mueren por la vida” de Alí Primera.

Respecto al vil asesinato de José Alexander Ferrer, las investigaciones hechas para esclarecer el crimen no arrojaron indicios sobre los autores materiales e intelectuales del asesinato. Los estudiantes presionaron y forzaron una reunión entre la PTJ y las autoridades de la época, pero se limitaron a decir que el móvil fue robo. A pesar de que de manera extraoficial el gobernador de entonces José Acevedo Mendoza diría que el crimen tenía las características típicas de un acto cometido por la policía. A pesar de eso y por más presión y reclamos hechos por los estudiantes, la PTJ siempre se apegó a la hipótesis del robo como móvil del crimen. Esa deuda está pendiente por saldar y que se detenga a los autores materiales e intelectuales del asesinato.

 

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La remembranza de una persona como José Alexander Ferrer en su condición de revolucionario, de hombre militante y lleno de sueños es la de develar el carácter fascista de las Cuarta República y sus cuerpos represivos. Ese mismo fascismo que pretende reproducirse en Latinoamérica y en Venezuela a través de los jóvenes que son el caldo de cultivo de los grupos violentos captados por esos factores fascistas. José Alexander Ferrer era la antítesis de todo eso.

HONOR Y GLORIA

 

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