Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas: la dimensión continental de la guerra de independencia y la concepción integracionista impulsada por el Libertador Simón Bolívar no fue, como señalaron sus enemigos políticos de entonces, resultado de delirios de grandeza, ambiciones monárquicas o un desmedido afán de poder estimulado por los consecutivos triunfos militares obtenidos, desde 1819, en Boyacá, Carabobo, Bomboná y Pichincha.
Muy por el contrario, era el resultado de una concepción geopolítica de la guerra que fue madurando y ampliándose conforme las vicisitudes políticas y militares presentaban nuevas circunstancias y los avatares de la guerra demandaban nuevos retos. Signos de ese pensamiento pueden rastrearse desde el discurso en la Sociedad Patriótica hasta la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá.
DEL MISMO AUTOR: COLONIALISMO E IMPERIALISMO
Distante de las repúblicas aéreas
Desde 1811, en la Sociedad Patriótica, Bolívar hablaba de la libertad como la piedra fundamental del proceso independentista Suramericano. En Cartagena, al realizar el balance de las causas que condujeron al colapso del primer ensayo republicano, establecía una correlación entre la suerte de Venezuela y el destino de la “América entera”.
La analogía, propiciada para señalar el impacto que significó no haber enfrentado oportunamente la sublevación de la provincia de Coro, le permitió afirmar que en la “proporción de los hechos”, “Coro era a Caracas, como Caracas era a la América entera”. Desde entonces tenía plena conciencia de que la lucha por la liberación de España no podía estar circunscrita al ámbito local. La independencia de cada pueblo estaba unida, indisolublemente, al destino de las otras naciones.
La idea de la Patria Grande aparece más claramente esbozada en la llamada Carta de Jamaica, documento al que, erróneamente, se le ha adjudicado un carácter profético. Por el contrario, su autor describe, a partir de la revisión de la historia y los procesos independentistas en el continente, lo que será el proyecto político de los próximos lustros: la integración continental y el rechazo a la monarquía como forma de gobierno.
La unión de los pueblos estaría favorecida por sus comunes intereses y las ventajas comparativas derivadas de la posición geopolítica y las abundantes riquezas naturales. Aunque estaba convencido de los beneficios del sistema centralizado de gobierno, comprendía que la realidad histórica y las especificidades propias de cada nación hacían imposible una integración única. Su apuesta, entonces, fue por una confederación de naciones, cuyo punto de encuentro podía ser el istmo de Panamá.
La confederación, propuesta con base en los comunes lazos (históricos, culturales, políticos, lingüísticos, forjados durante el dominio colonial), permitiría una integración arraigada en elementos concretos, muy distantes de las “repúblicas aéreas” que cuestionó en Cartagena.
Por eso resulta erróneo mirar el documento con carácter profético. Bolívar estaba describiendo el proyecto político de la gesta emancipadora para los próximos años. Su materialización y éxito no dependería de la providencia o la confluencia de elementos fortuitos, sino del sostenido empeño por hacerlo realidad.
Síntesis dialéctica
La primera etapa hacia esa confederación de naciones la propuso en Angostura, en 1819. Coincidiendo con el pensamiento de Simón Rodríguez respecto a la originalidad y especificidad de las ideas, pasó revista a las bondades y debilidades de los sistemas políticos, la pertinencia de las leyes, las diferencias en la constitución efectiva de los pueblos, la cualidades éticas y morales de los magistrados, las bondades y desventajas de la democracia plena, entre otros elementos; para terminar proponiendo la adaptación de lo mejor de las experiencias históricas de Atenas, Esparta, Roma, Inglaterra, Francia, Estados Unidos de Norteamérica, a la especificidad de nuestra realidad sociopolítica y socio-histórica.
El proyecto político de integración continental que bosquejaba, cuya primera etapa era el ensayo Grancolombiano, dimensionaba el rol protagónico que esa nación estaba destinada a jugar:
Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos fututos. Ya la veo [decía el Jefe Supremo] servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana… Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno.
Pocas semanas después del triunfo en Carabobo, escribió al general José de San Martín:
Mi primer pensamiento en el campo de Carabobo, cuando vi mi patria libre, fue Vuestra Excelencia, el Perú y su ejército libertador. Al contemplar que ya ningún obstáculo se oponía a que yo volase a extender mis brazos al libertador de la América del Sur, el gozo colmó mis sentimientos… después del bien de Colombia, nada me ocupa tanto como el éxito de las armas de Vuestra Excelencia…
La entrevista entre ambos líderes, en julio de 1822, definió el camino de la Campaña Liberadora de Perú.
Con los triunfos militares de Junín y Ayacucho se consolidó la independencia del continente meridional, los proyectos futuros apuntaban hacia la independencia de Cuba, Puerto Rico y el establecimiento de una confederación de naciones. Un sistema de garantías fundamentado en comunes intereses, que sirviera de escudo en la nueva etapa histórica y eternizara la estabilidad de las nacientes repúblicas, fue el propósito fundamental de la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá.
Las complejidades sociales, étnicas, religiosas y culturales empañaban la materialización de la sublime aspiración. La ambición desmedida de la clase política peruana, sus profundas convicciones monárquicas, su clara ambición de poder y la aspiración de mantener el control de la explotación y comercialización sobre las importantes riquezas minerales existentes en el Alto Perú, conspiraron contra la paz y unidad alcanzada en Ayacucho. La agudización de esos conflictos terminaría en la creación de una nueva nación: Bolivia.
En el proyecto de Constitución elaborado para ella, el Libertador propuso una síntesis dialéctica de su pensamiento fundamentada en la experiencia de quince años de avatares bélicos y políticos: gobierno fuerte y centralizado, poder legislativo tricameral, igualdad ante la ley, poder electoral, educación moral republicana, libertad de esclavizados, presidencia vitalicia, quizás el aspecto más controvertido, que daba cuenta de la visión del Libertador por adaptar los proyectos políticos a las circunstancias históricas.
El Bolívar que en Angostura había señalado:
La continuidad de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos…[porque] el pueblo se acostumbra a obedecer y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía…
4-O: Siete avenidas desbordadas de amor su Comandante Chávez
Cinco años después estaba convencido de que un gobierno fuerte y vitalicio, controlado por mandato de la Constitución y las leyes, era la mejor alternativa para contener y evitar las conspiraciones, subversiones y anarquía que amenazaban la paz y la estabilidad de los gobiernos.
Hoy, en medio de la acechanza imperial que amenaza nuestro territorio, la paz nacional y la estabilidad del sistema político republicano, el proyecto de integración prefigurado por el Libertador se expresa de forma activa en las muestra de solidaridad y rechazo a la agresión imperialista expresada por los pueblos del continente.
Un proyecto integracionista que encuentra plena vigencia en Petrocaribe, ALBA-TCP, UNASUR, CELAC y todas las iniciativas y propuestas de integración y paz que promueve la Revolución Bolivariana como proyecto alternativo de justicia, libertad, equidad e igualdad, frente proyecto de dominación monroísta esbozado hace más de dos siglos.
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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.
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