“El San Juan de Bruna*” por Mohamed Abí Hassan

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Mohamed Abí Hassan-Julio Tovar-general Gómez

Bruna de Moreno-San Juan“Yo nací y me crié en el campo La fortuna de Ocumare de la Costa, pero fue aquí en Mariara donde me hice parrandera de San Juan”, nos dice Bruna de Moreno, quien tuvo toda una vida manteniendo viva la tradición del santo mayor de los descendientes de negros esclavizados asentados en  la región costera del país.       

Esta fiesta nos remonta a la época colonial, cuando el día 24 de junio, correspondiente al solsticio de verano, era una de las pocas veces en las que los esclavizados podían expresar sus ansias de libertad a través del canto y el baile, al son de repiques de tambores, en conjunción con sus ritos, magia y religión.

A la figura de este santo traído a América por los españoles, entre los siglos XVI y XVII, se le rinde culto en los estados Miranda, Aragua, Carabobo, Yaracuy y Falcón, entre otros.

 

Bailes, rituales, golpes, velorios, celebración

El San Juan sale de mi casa con el canto de La Huerfanita, el cual es oriundo de Ocumare, y dice:

 

La huerfanita anda por la calle
pidiéndole a Dios que nadie la halle…

 

Se parece más a un aguinaldo que a un canto. Cuando yo era niña, mi papá acostumbraba a llamarme bien temprano y me decía: “Mira, muchachita, levántate para que veas al sol bailando”. Es que cuando amanece despejado el día de San Juan, uno puede ver el sol bailando si se pone unos lentes oscuros.

Los instrumentos que utilizamos en el baile son un tambor y un cumaco porque el que llaman “burro negro” pesa mucho. Ese se queda en casa todo el tiempo, porque a decir verdad en la costa hay muchos sanjuaneros, pero a la hora de cargar el cumaco no hay quien lo cargue. ¡No todos los grupos de San Juan hacen el ritual igual ni duran toda la noche como el mío!, nos dice con voz contundente. Yo, antes de empezar riego de azúcar todo el camino por donde va´ pasá el santo pa´que la gente no peleé. Después viene Fernando Torres (el rezandero del pueblo) y le reza un rosario como todos los años, porque están pagando una promesa.

Luego, llega la gente con las velas y los velones que tenían prometido y se echa el agua bendita en el altar. Este es el único velorio de San Juan que amanece. Después que termina el velorio en otros sectores, los sanjuaneros se vienen pa´acá… nos recuerda Bruna.

 

San Juan sale

 

(Al fondo del Patio se escucha el repique de los tambores. Podemos observar a un numeroso grupo de amigos y familiares del personaje afinando los cueros y pasando de mano en mano las bebidas espirituosas para afinar la garganta, en medio del jolgorio).

Bruna sube el tono de su voz para que la pueda escuchar y acercando su rostro me dice:

 

“En San Joaquín también se celebra esta tradición, la dirige un tal Coquito. En Guacara, Los Guayos y Valencia también hay fiesta de San Juan”, remata nuestra amiga.

 

Sanjuanes, sangueos, golpes, coros, cantos de sirena

 “Aquí (en Mariara) hay once sanjuanes”, nos confiesa Davilia Moreno, hija de Bruna, quien prosigue la amena conversación.

 

Está el San Juan de Galita en el barrio La Toma, pero como ella murió, la tradición la sigue Rosendo Bogado, mejor conocido como “Pichón”, ese es uno de los más antiguos, cuenta con más de medio siglo de tradición. Después le sigue el de Bruna, del cual formo parte junto con mi hermana Violeta Moreno, presidenta de la cofradía de San Juan. Después viene el de Celestina y María Navas, en Guamacho. Ellas murieron y quedaron sus hijos…

 

Aquí hacemos un paréntesis para compartir la información que nos ofreció Dany Sequera, actual director de este San Juan fundado en 1959 por su abuela, Celestina Navas, la última partera del pueblo, “quien preparaba un brebaje para limpiarle la sangre a las parturientas. Pero nosotros también preparamos un coctel que le llamamos ‘Baja Pantaleta’, nos confiesa nuestro amigo, sonriendo. Ese lo preparamos con ginebra, caña clara, clavos, nuez moscada, papelón, parchita, limón, naranja, piña y un toque de granadina. ¡Se lo pasan los tamboreros de mano en mano pa’levantá el ánimo! (Risas).

 

 

Seguidamente, está el San Juan de Monteverde, en Vista Alegre, quien también murió y le sucedieron sus hijos, y el de Marcos Mena en Aguas Calientes. En el barrio Libertador conseguimos el de Domingo Meza y en el barrio 1ro de Diciembre el de Dionisio Ortega, donde recientemente celebramos el XI Encuentro de Sanjuaneros. Les sigue el San Juan de Urimare de Ronny González, actual director de Imcudi, con 29 años de tradición, que antes estaba en Las Cocuizas, y ahora está en el barrio Libertador. Por último, encontramos el de “El Papa”, en Aguas Calientes, aunque ahora fundaron uno nuevo, el de los Vitriago…

 

San Juan de Ronny González
El San Juan de Dany Sequera, actual director de este San Juan fundado en 1959 por su abuela, Celestina Navas, la última partera del pueblo.

 

Bueno, el primer sangueo del día es La Huerfanita, como te dijo mi mamá. Después del bautizo en el río hacemos los Cantos de Sirena, y de regreso cantamos el Ave María u otro sangueo que a uno le guste. Ahora, en el velorio de San Juan siempre comenzamos con el más popular, porque hay poca gente y el velorio no se ha “trancao”, por eso cantamos el golpe más sabroso:

 

Ay lo lo e
Ay lo lo e
Aquí estoy
como el hacha…

 

¡Este se lo saben hasta los niños! (Risas):

 

Ay lo lo e
Ay lo lo e
Por ser la primera vez
Que en esta noche
Yo canto
Gloria al padre
Gloria al hijo
Gloria al espíritu santo…

 

Todo está en la inspiración del solista que esté cantando. Hay otros golpes como el de Matamoros que es uno de mis predilectos, y dice así:

 

Lo lo jé
Lo lo jé
Matamoros  es el más malo
Matamoros es el mejor
Y a mí no me la hecho nadie
A mí no me la ha hecho nadie
Que no me la haya pagado.

 

Entonces repite el coro:

 

Matamoros es el más malo
Matamoros es el mejor

 

 

Ese verso yo lo repito mucho porque la gente me dice: “¡A Davilia no la para nadie!”, y es verdad. Ni siquiera mi papá, porque cuando él me decía que no fuera a bailá San Juan, yo le respondía: “¡Cómo que no voy!” ¡Cuando yo estaba pequeña me le escapaba hasta por el techo de la casa pa’ír pa’la fiesta del tambor!

Mi hijo mayor solo tiene siete años y ya le sabe dar a los palitos y a los cueros, y este que mama teta todavía y no habla, ¡cómo le gusta! ¡Es que yo estoy cantando y él está encima de mí, bailando!

¿Te sigo nombrando los golpes? Está “Amanece”, ese se canta pa´que la gente se quede:

 

Amanezco o no amanezco
Amor
Quiero amanecer
Amanezco parrandeando
Dios
Quiero amanecer…

 

Luego de una larga pausa, emocionada por las palabras de su hija, Bruna interrumpe diciendo, en tono jocoso:

 

“De esos golpes, el único que yo me sé es el de ‘La Paloma’. (Risas). “La Paloma es más popular, ¡y cómo se trancan cuando la canta mi mamá!”, nos dice Davilia, visiblemente emocionada, continuando su interesante intervención. El canto dice así:

Ay lo lo e/ ay lo lo e/ ensédame la paloma. Después, uno sigue con otro golpe: Um jú/ ajá/ dale duro tamborero/ um jú ajá/ que se acabe de rompé/ um jú ajá/ que le hace falta otro cuero/ um jú ajá/ pa´volvelo a componé. Pero cuando ella tranca con ese golpe, nosotros contestamos: ajá, y mi mamá dice: ajá. Uno responde: um jú, pero eso es rapidito, y a veces pa’ve si uno se equivoca, Bruna dice: ajá/ajá. ¡Es que es sabroso! ¿Verdad, mamá?, remata Davilia Moreno.

 

Bruna toma de nuevo la palabra y nos cuenta con su inconfundible y recia voz de descendencia africana:

 

“Como la señora Virginia Bolívar notaba que a mí me gustaba hacer los velorios de San Juan y siempre andaba buscando que alguien me prestara uno, un día me dijo: “Bruna, eso se va a acabar, mande a hacer un San Juan pa´l barrio Las Cocuizas, que yo lo pago”. Entonces me hicieron uno muy chiquito, y el Padre Pío (entonces, popular sacerdote de Mariara, ya fallecido), nos lo bautizó. Pero, ese año como hizo un verano muy fuerte lo montamos sobre una piedra del río, buscamos los tambores y comenzamos a tocar y al rato comenzó a “llové”. La gente se metió corriendo pa´la casa del señor Lito y yo les dije: “¡No, jó, si estamos cantando pa´que llueva, cómo no nos vamos a mojá!, y cayó mucha agua y el rio no se secó…”.

 

Los cantos de sirena

Apuntamos que los cantos de sirena son la única representación durante esta fiesta tradicional que no tiene elementos profanos. Allí los fieles cantan a “capella”, de cara a la imagen del santo vestido con vistosos colores y adornado con flores. Lo van paseando montado en un palanquín con abundantes frutas y cirios que le sirven como ofrenda, junto con estampas y un recipiente para los donativos.

Al llegar al lugar del velorio se coloca el santo en un altar y los celebrantes ofrecen la comida tradicional de la ceremonia, y el aguardiente que nunca falta, del que degustan todos los presentes pasándolo de mano en mano.

 

“Los cantos de sirena uno los utiliza para agradecer a San Juan los favores concedidos o para los hombres improvisarle a una enamorada. Por ejemplo, si están cantando mi mamá y mi hermana Violeta -nos dice Davilia-, y una quiere improvisar, pero no la dejan, yo levanto la mano y alzo la voz con fuerza, y digo:

 

Ay yo no había contestao/ mujeres/ ay yo no había contestao/ no era porque no sabía/ era porque estaba volando/ tu palabra con la mía…

 

Entonces me contesta ella:

 

Canta/ canta/ compañera/ manita/ canta, canta compañera/ canta sin temor a nadie/ que su copa y su sombrero/ trajo la Virgen del Valle.

 

Luego, le respondo:

 

El que cantare conmigo/ el que cantare conmigo/  tiene que bebe mi sangre/ porque tengo lengua de hacha/ y una garganta de alambre…

 

Entonces, si ella se siente ofendida me responde:

 

No te remontes tan alto/ manita/ no te remontes tan alto/ prenda de tanto valor/ mira que el viento le tumba/ al árbol la mejor flor.

 

Ahí es cuando yo le respondo:

 

Yo no canto porque sé/ manita/ ni porque mi voz es buena/ canto pa’que no caigan/ las culpas sobre mis penas…

 

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El robo del San Juan

“El robo del San Juan es parte de la tradición”, nos dice Violeta Moreno.

Por ejemplo, supongamos que tú quieres que San Juan te conceda algo, y me preguntas: ¿qué hago pa´que me lo conceda? Inmediatamente te digo que le ofrezcas un velorio. Si tú no sabes cómo hacerlo, te digo que después que te conceda el milagro te explicaré lo que tienes que hacer. Es muy sencillo: tienes que robarte el San Juan. Para eso tienes que comprar las velas, pagar el sancocho y hacer un altar en tu casa.

También tienes que rezarle al San Juan. Cuando los demás sanjuaneros me pregunten que dónde está el San Juan, les diré que está en la casa de fulano. Para robárselo se hace una cadena humana con los demás sanjuaneros. Es decir, tú tomas el santo en un descuido y se lo pasas al más cercano, y así sucesivamente. Mientras la gente está entretenida, el último de la cadena agarra el San Juan y se va. Te lo llevas y lo paras en el altar que tienes en tu casa hasta el siguiente día que iremos todos a buscarlo…

 

Las palabras de estas mágicas mujeres, portadoras de una antigua y atávica tradición, nos remite a nuestros orígenes, cuando aún no habíamos perdido la capacidad de maravillarnos ante el grandioso acontecimiento que nos brindaba el mundo, y nuestros antepasados lo celebraban con sus danzas y cantos, esos que ahora perviven en la fiesta de San Juan:

 

Ay lo lo e
Ay lo lo e…

 

(Continuará). ¡Salud, Poetas!

 

 

*Este texto forma parte del libro Imagen y memoria de la aldea, publicado por El Perro y La Rana, en 2006, en la Colección Cada Día Un Libro.

 

***

 

Mohamed Abí Hassan (El Tigre, 1956). Poeta, artista visual y editor independiente. Licenciado en Educación, Mención Artes Plásticas (cum laude), por la Universidad de Carabobo (UC). Ha ejercido la docencia en la UC y en la Universidad Arturo Michelena. Ha sido colaborador en las revistas Poesía y La Tuna de Oro (UC). Primer Premio II Bienal de Literatura Gustavo Pereira, Mención Poesía 2013; Primer Premio IV Bienal de Literatura José Vicente Abreu, Mención Poesía 2016; Primer Premio Concurso Nacional del II Festival 3.0 de Historias Comunales Ramón Tovar (2022).

Formó parte de la Comisión Rectoral del Encuentro Internacional de Poesía de la UC. Coordinó el Taller de Formación de Cronistas Comunales en Mariara, estado Carabobo, auspiciado por el Minci, la Revista Nacional de Cultura y el Centro Nacional de Historia. Actualmente se desempeña como facilitador de talleres de iniciación en la creación literaria, así como talleres sobre patrimonio histórico.

 

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