Entrevista a Hermán Villanueva
El baile de la hamaca… El carnaval es una fiesta popular adoptada por muchos pueblos del mundo que se celebra entre los meses de febrero y marzo, cuyo origen tiene varias interpretaciones: una, que viene de la tradición cristiana relacionada a la Cuaresma en la que los creyentes se abstienen de comer carne; otra, que la concibe como una fiesta pagana que se celebraba en el Imperio Romano, vinculada a festividades de adoración al dios Saturno.
Otros consideran que su procedencia es de Grecia, pues allí se realizaban fiestas similares. Lo que tienen en común es que el carnaval es una festividad de purificación, un espacio permitido para expresar el sarcasmo o parodia de la vida cotidiana, a través de máscaras y disfraces coloridos sobre personajes de la vida social y política, de los que en otros momentos más formales no sería posible burlarse.
Uno de los pensadores que se dedicó a investigar el carnaval como un fenómeno social fue el escritor ruso Mijaíl Bajtin en su libro La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, donde propone un marco de interpretación de la polaridad que plantea el carnaval: seriedad/risa, sagrado/profano, continuidad/cambio dejando un gran aporte a los estudios críticos de la cultura y la literatura.
En Venezuela, la celebración del carnaval tiene dos vertientes. Una que forma parte de la herencia judeo-cristiana y su ciclo de festividades religiosas, y otra que es expresión del sincretismo cultural al que dio lugar la colonización concebida como una fiesta pagana y popular, en la que los pueblos antillanos tuvieron una marcada influencia. Una de las tradiciones carnavalescas que llegó a través del tránsito comercial con el Mar Caribe fue el Baile de la Hamaca. Traído de la Antillas Holandesas por mercaderes y contrabandistas que desembarcaron en Puerto Cabello y se radicaron en el Barrio de San Millán, comunidad donde se celebra el baile desde hace 152 años.
Para conocer más de cerca esta tradición hemos conversado con Hermán Villanueva, actual custodio de la festividad y miembro de la agrupación cultural Tambores de San Millán.
El baile de la hamaca
El origen del baile de la Hamaca es un legado cultural que nos llegó a nosotros de la Antillas, de Curazao, un préstamo cultural que llegó a nuestra comunidad a través del comercio que nos unía con ellos por una playa cercana que está a cuatro cuadras del barrio San Millán, que es Playa Blanca. Ellos llegaron allí con el comercio, el contrabando, se instalaron allí y con eso trajeron también sus manifestaciones y comidas. Nos pusieron a comer funche, tentalaria, y todas esas cosas que son de esa región. Los criollos nuestros se unieron y formaron lo que es un baile que representa una especie de tragicomedia donde está incluido el baile, la música, el teatro y es una danza mortuoria, una de las pocas que nos quedan. Hasta ahora, desde esa época, se ha mantenido a través de la «radiobemba» y estamos cumpliendo 152 años.
Los custodios
Las familias de todos los sanmillaneros pasamos a ser parte de esto por el traslado generacional de nuestros viejos, nuestros abuelos, que trascendieron y nos dieron esta responsabilidad que es un orgullo para nosotros. Los custodios son toda una comunidad, dirigida por alguien que organiza, disciplina y lleva las cosas. Son varios los que han pasado dirigiendo La Hamaca. Hay apellidos como los Pitre, los Villanueva. Ya yo tengo 60 años al frente de esta manifestación coordinando con toda la gente de la comunidad.
Participamos muchos, a través de la agrupación Rescate Folclórico San Millán, fundada en el año 1976, nos dimos a la tarea de proyectarla en diferentes lugares. Hemos tenido la oportunidad de recorrer comunidades y pueblos. Tales como Curazao, Bonaire, Aruba, Ecuador, Miami, Trinidad, Alemania, Vietnan, y donde quiera que vamos dejamos la semilla de nuestro baile. Aquí en Carabobo hay municipios donde hemos ido a dar talleres, por ejemplo Mariara, Güigüe, que ahora tienen 23 años, pero ha sido por el interés de proyectar la manifestación.
El carnaval es alegría y tradición
El carnaval es sinónimo de entusiasmo, alegría, proyectar lo nuestro, la tradición, y San Millán genera riqueza de varias manifestaciones, pero nosotros le ponemos mayor énfasis al Baile de la Hamaca. Son dos días, el lunes es el velorio y el martes es el entierro, pero eso conlleva toda una preparación previa.
El Baile de la Hamaca es una danza, una tradición mortuoria que comienza con la muerte de una persona muy querida de la comunidad, el cual es adorado y querido por muchas mujeres, he allí donde las mujeres lloran a su muerto y se genera el celo de los hombres por el llanto. Hay un combate de palo entre los hombres para defender su honor, porque ellos les dicen a las mujeres que no tienen porqué llorar a ese muerto. Él no está muerto, está vivo y entonces se produce un celo y se genera una batalla de garrote, con palos de vera, y las mujeres viendo sus hombres enardecidos y evitando que sean lesionados hacen cambiar ese sonido lúgubre de la danza por uno más alegre y tocan el golpe. Ellas halan a sus maridos e invitan a sus maridos a pelear y con eso culmina el velorio.
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Eso se ha mantenido por más de 100 años precisamente porque la comunidad está integrada y ya no es sino un sentimiento de los sanmillaneros. Hay un grito que decimos nosotros: “En nuestras manos no se puede perder la tradición”. Es un compromiso que tenemos con nuestros seres queridos que ya no están en el plano terrenal y les rendimos homenaje porque pensamos que nos acompañan en esta manifestación cuando andamos por la calle. El lunes, en el velorio, la gente va con una vela en la mano, se canta y se llora. Es un compromiso que adquirimos todos los habitantes de Puerto Cabello, porque la gran cantidad de gente que se aglomera para esta actividad es increíble, cada día crece, es precisamente por el orgullo y la alegría y lo que reúne el Baile de la Hamaca.
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Vielsi Arias Peraza, Valencia, Venezuela (1982), docente egresada de la Universidad de Carabobo (UC) Mención Artes Plásticas. Ha publicado Transeúnte (2005), colección Cada día un Libro, editorial El Perro y la Rana; Los Difuntos (2010), editorial Fundarte, galardonado con Mención Honorífica Premio Nacional Estefanía Mosca; Los Difuntos (2011), reedición del sistema de imprentas regionales de Carabobo; La Luna es mi pueblo (2012), editorial El Perro y la Rana; Luto de los árboles (2021). Ha publicado también en distintas revistas nacionales literarias y académicas como: Cubile, A plena Voz, Revista Estudios Culturales UC, entre otras. Actualmente coordina la Plataforma del Libro y la Lectura del Ministerio de la Cultura en el estado Carabobo.
Ciudad Valencia / Foto de la autora por Luis Felipe Hernández
