“Escritura del No (2): Franz Kafka” por José Carlos De Nóbrega

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José Carlos De Nóbrega autor de la columna "Salmos y Proverbios"

No es tan fácil y sí muy comprometedor escribir sobre Kafka, en especial después de leer a Max Brod, Elias Canetti y Marthe Robert, por ejemplo. Qué podríamos aportar desde la Cueva de Platón sobre este egregio de la literatura universal? Se nos antoja que el checo es un samán frondoso y algo tétrico como nos lo podría pintar un expresionista como Edvard Munch. De su tronco se derivan autores como Ionesco, Kundera, Grass, el mismísimo Canetti, Beckett e incluso Moacyr Scliar. Sus atmósferas de desencaminado y cínico absurdo han fluido en el cine, la música, el teatro y, por supuesto, la literatura a la fecha actual. En 1938, se dio a conocer la traducción de La Metamorfosis de 1919 (La Transformación?) a cargo de Jorge Luis Borges bajo el sello de la Editorial Losada. Si bien Borges no publicó novela alguna, él mismo confesó que le hubiera gustado escribirla.

Kafka resulta también ser un escritor del No, si nos atenemos al testimonio de su amigo Max Brod. Contraviniendo su voluntad y testamento, Brod nos dio a conocer a partir de 1926 el resto de su obra inédita, de la que destaca El Proceso, novela inconclusa leída a partir de 1925 en todo el mundo (Losada la dio a conocer al lector en castellano con la traducción de Vicente Mendivil el año 1939). Siempre creímos que Kafka sabía que Brod iba a no cumplir con las instrucciones de destruir sus libros inéditos. Simplemente, enfermo de cuerpo y alma, le permitió a su camarada decidir a tal respecto luego de su muerte acaecida en 1924. Riesgo al fin y al cabo. Acaso nuestro compañero escritor preveía la ola fascista que sometería a Europa? Sin que se le conocieran dotes proféticas, Él preferiría que un judío, en un supuesto negado, quemara su obra antes que lo hiciera una horda antisemita en Auto de Fe revisitado. Kafka, Freud y Marx serían los íncubos en el cuerpo de una Europa ultra conservadora.

Considerar la exterminación literaria, en el caso de Kafka, pareciera una opción fundada en una crisis personal de sesgo multifactorial. Como Él, muy pocos se han convertido en corpus estigmatizado por una guerra interior de gran intensidad. La cosa va desde su visión entenebrecida de la paternidad y el patriarcado, vivida en carne y discurso sufrientes en Las Cartas al Padre y La Metamorfosis; pasando por la detentación abyecta y el ejercicio depredador del Poder en El Proceso; hasta la peripecia amorosa entintada culpabilidad lapidaria en las Cartas a Felice Bauer. Precisamente, como bien lo ha tratado Canetti en su ensayo imprescindible El Otro Proceso a Kafka, la concepción oscurantista de El Proceso surgió de una anécdota en la vida del escritor: El ser juzgado y procesado en un hotel por eludir el compromiso matrimonial con Felice. No había otra posibilidad distinta, siguiendo a Canetti, dadas las coordenadas y el casting desparramados en un suceso minimalista y si se quiere cotidiano en ese entonces.

En la novela de Eduardo Liendo, Los Platos del Diablo, su protagonista roba la obra de un escritor amigo y rival teniendo a Kafka como Dios tutelar. Tóxico culto fetichista de un poco talentoso novelista que justificaría no sólo el plagio, sino también el asesinato de su colega para quedarse al punto con la novela y la mujer ajenas. No sabemos si Max Brod leyó El Corazón Delator de Edgar Allan Poe, ese relato que niega la posibilidad del crimen perfecto. Sin embargo, Brod no le hizo una trastada a Kafka, no en balde su afán de desaparecer en el papeleo burocrático y literario.

 

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El plagio, si lo sabrá Pierre Menard, no es tan grave ni tan impune como se piensa y practica con frecuencia. Peor todavía resulta ser todo aquel poeta parricida y suicida que, buscando originalidad, termina siendo un muy gris heterónimo encarnado de sus maestros, estén enterados o no del desaguisado. La angustia de las influencias, leyendo o no el ensayo homónimo de Harold Bloom, constituye parte de la formación de los escritores de raza que superan este síndrome en la búsqueda auténtica de la verdad en sí mismos.

 

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José Carlos De Nóbrega es un ensayista y narrador venezolano (Caracas, 1964). Licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo (UC). Ha publicado los libros de ensayo Textos de la prisa y Sucre, una lectura posible, ambos en 1996, y Derivando a Valencia a la deriva (2006). Fue director de la revista La Tuna de Oro, editada por la UC. Forma parte de la redacción de la revista Poesía, auspiciada por la misma casa de estudios. En 2007 su blog Salmos compulsivos obtuvo el Premio Nacional del Libro a la mejor página web. En el año 2021 ganó el concurso de Ensayo de la VII Bienal Nacional de Literatura Félix Armando Núñez y el concurso de Crónica de la V Bienal Nacional de Literatura Antonio Crespo Meléndez, convocado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, por intermedio del Centro Nacional del Libro (Cenal) y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.

 

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