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Geoglifo La Rueda del Indio: testigo silente de un pasado enigmático… Los Valles Altos de Carabobo son tierra de gracia ubicada al occidente del referido estado. Este maravilloso pulmón vegetal es heredero de huellas imborrables de arte precolombino, paisajes resplandecientes y llenos de historia relacionada con nuestras raíces indígenas.

En esta zona se cultivaba el rico café carabobeño y entre las destacadas viejas haciendas cafetaleras se encuentra la hermosa Cariaprima, en Chirgua, a pocos minutos de la ciudad de Valencia.

Desde este lugar es muy fácil visualizar un testigo silente de un pasado remoto y enigmático: el geoglifo la Rueda del Indio, el cual se estima en más de mil 500 años de antigüedad.

Este monumento se constituye en una excelente opción turística, de manera que quienes deseen apreciarlo deben dirigirse a la llamada «Fila de Olivita», en un cerro de 160 metros de altura. Este geoglifo es una figura colosal que sugiere una hormiga, dibujada sobre el monte en una ladera con declive de 45 grados.

 

Dibujo de La Rueda del Indio de Chirgua.

Esta imponente imagen tiene 32 metros de longitud. La parte central de la figura está formada por tres círculos concéntricos; de la parte superior del círculo exterior salen dos zanjas ligeramente divergentes entre sí que, según relato de los lugareños, contienen material radiactivo que evita que crezca la maleza.

En la parte inferior extrema del círculo mencionado se forma una especie de paralelogramo, de unos tres metros de anchura, de donde derivan dos zanjas rectas de unos 40 centímetros de profundidad por un metro de ancho.

Como dato curioso, a diferencia de otros geoglifos del mundo, La Rueda del Indio requiere de mantenimiento para su preservación.

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Dado a conocer por el periodista Rafael Delgado

El geoglifo Rueda del Indio fue dado a conocer al público en general por el periodista Rafael Delgado, en 1948, quien posteriormente le dedicó un capitulo de su libro «Los Petroglifos Venezolanos» (1977).

«Desde 1948, en que la vi por primera vez y hoy, ha perdido de anchura y profundidad, las zanjas llenándose de tierra que arrastran las lluvias. Este deterioro me confirma que los indios cuidaban periódicamente esa figura, sin lo cual hubiera desaparecido como va a desaparecer pronto si no la cuidan», afirma en su libro Rafael Delgado.

Y además de expresar su preocupación por la situación del geoglifo en su momento, Delgado manifestaba: «…lo más probable es que tuviera el fondo de la zanja cubierto de polvo de achiote, para que se destacara impresionantemente en medio de la verde ladera, que cada día es menor, cada día más secas las quebradas y los arroyos a causa de las talas y quemas».

 

Jesús González / Ciudad Valencia