Como ya conocimos la semana pasada, el Artivismo se ha convertido en una de las vanguardias artísticas actuales más significativas a nivel global; sin embargo, al ir desojando parte de la historia del arte venezolano me encontré con uno de los más grandes artivistas que ha parido la patria, o mejor dicho para mí, el precursor del Artivismo venezolano, sí, el Maestro Juan Loyola.
Para los que no lo conocen, Juan Alberto Loyola Valbuena fue un escultor, fotógrafo, cineasta, pintor y preformista venezolano, nacido en Caracas un 9 de abril de 1952, pero Juan vivió gran parte de su infancia en Catia la Mar, estado la Guaira. Allí sus dotes artísticas florecieron hasta lograr organizar su primera exposición en 1968. Años más tarde se traslada a Margarita donde comenzaría su etapa como promotor cultural junto a varios colegas en diversos espacios públicos de la isla.
Ya para la época de los 70, Loyola, con tan solo 24 años de edad, fue fundador de su propia Galería “La piel del cangrejo”. En esos años comenzó a ser reconocido como el precursor del arte urbano venezolano. Todo esto gracias a sus infinitas intervenciones pictóricas en diversos objetos como carros abandonados, tubos, cauchos, Postes y chatarra encontrada en los distintos espacios públicos de todo el territorio nacional.
Pero lo que verdaderamente convierte a Juan Loyola en el más grande e importante Artivista venezolano fue y sigue siendo su grito feroz, convertido en la denuncia ininterrumpida e infinita ante la injusticia, la corrupción, la desigualdad, el caos y la desidia, en la que Venezuela se encontraba sumergida en aquellos años. Esa valentía y decisión de asumir el rol de artista como principal ente de transformación social, esa acción política convertida en su clamor por el rescate y valoración por nuestros símbolos patrios, por nuestra identidad, por nuestra historia.
Es así como Loyola dio vida, voz y alma a cada uno de estos objetos con la mancha de nuestro amarillo, azul y rojo.
El grito del artista más allá del lienzo
Para los años ‘80, la rebeldía y el estilo chocador e imponente de Loyola dejó sin aliento al país en múltiples ocasiones, siendo esta su más grande impronta como Artivista, y es que Juan no solo denunciaba, rescataba, intervenía, creaba y recreaba desde el dolor, la frustración y la rabia, sino que se enfrentaba, se arriesgaba, pero sobre todo retaba a los que el consideraba traidores, a los que él como la gran parte del pueblo venezolano exigían justicia ante un estado corrupto y cómplice.
Sin duda alguna, cada una de las acciones de nuestro Juan Loyola como Artivista impulsó al Estado venezolano a detenerlo en más de una ocasión, alegando un supuesto “irrespeto a los símbolos patrios”. Una de las mas conocidas fue cuando se pintó el cabello con nuestro tricolor. Entonces se ofreció como mártir frente a la Policía, que lo detiene y sin miramientos ni pudor los efectivos del cuerpo policial le cortan el cabello y lo golpean fuertemente.
Una de las obras más emblemáticas del artista fue el texto escrito sobre un “abanico”, que dirigió el artista al entonces presidente de Venezuela, Jaime Lusinchi, en el que manifiesta su indignación y repulsión por los delitos de corrupción cometidos por el exministro Vinicio Carrera, quien logró escapar del país gracias a la complicidad del Estado.
Loyola para el momento calificó de traidores a la patria a los corruptos y reclamó la indiferencia del Presidente, invitándole a seguir “echándose aire” con ese “abanico”. El texto concluye con una cita de Simón Bolívar: “El arte es la verdad porque crea lo que debe ser”.
Otra de sus puestas en escena más controversiales, la cual logró ocupar los titulares de primera plana de diversos periódicos nacionales e internacionales, en 1990, fue el performance realizado por él y varios de sus colegas artistas en la sede del Poder Judicial, el cual llamó: “Asalto por Dignidad a los Tribunales de Justicia y a las Oficinas del Congreso Nacional de la República de Venezuela”, que muchos recordarán.
Loyola también llegó al Palacio de Justicia, en esta oportunidad pintó todo su cuerpo de amarillo, azul y rojo mientras gritaba: “Venezuela, tú me dueles demasiado”. Y es que el pintor, fotógrafo, escultor y preformista no solo hizo Artivismo en Venezuela. Por ejemplo, en la 18va Bienal de Sao Paulo, sobre documentos del Fondo Monetario Internacional (FMI) derramó pintura con los colores de nuestra bandera a modo protesta contra las políticas implementadas por dicho ente.
Es decir, ni Venezuela se ha escapado de la mal llamada Real Politik y mucho menos ha dejado de parir creadores que se dedicaron y siguen dedicándose a denunciar desde el lienzo, el pigmento y el papel la corrupción, la decidía, el caos, la muerte y la opresión.
Juan Loyola murió a sus 47 años dejando empolvado su más grande proyecto artístico, la creación de un Centro Latinoamericano de Arte Joven, donde se albergaría la nueva vanguardia artística latinoamericana del siglo XXI.
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Sin embargo, Loyola dejó un legado invaluable en las artes visuales venezolanas, nos dejó esa llama ardiente que palpita en las venas de quienes hoy asumimos el Artivismo como el arma más grande ante la justicia, la corrupción, la opresión, la desidia y la muerte, demostrando una vez más que la sangre libertaria de Bolívar muta, se transforma y hoy se presenta como Artivismo, que no es más que la más grande demostración de amor por nuestra patria, por la libertad, la justicia y la vida.
Juan Loyola (1998): «Pero no estoy triste, ni amargado, ni desamparado. No tengo rabia ni odio. Siempre viví en emergencia. Renuncié a las galerías, a los museos, a los críticos y a todo ese circo, sólo por la palabra libertad, aunque esa libertad me costara más de la mitad de mi corazón».
¡Nos vemos en el lienzo, el pigmento y el papel!
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Penélope Tovar, artista plástica, egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”; es también licenciada en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Artístico, por la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR). Ha participado en exposiciones colectivas a nivel nacional (Galería de Arte) e internacional (Canadá, EEUU, Reino Unido, Portugal y España). Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de Arte Valencia (MUVA). Reconocimientos: Artista Joven del mes de Noviembre 2021 por el Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela.
Actualmente es facilitadora en Arte-terapia en el Centro de Neuro-desarrollo “KOKIGYM”, apoyando en la rehabilitación de niños y niñas con discapacidad.
Ciudad Valencia