Salvemos al arte de sus verdugos

«Salvemos al arte de sus verdugos» por Penélope Tovar

Esta nueva etapa como columnista me ha permitido reafirmar que colocar cualquier  tema sobre la mesa nos conducirá al debate y la reflexión, la cual tiene total correspondencia con la intencionalidad platónica de “El banquete”, donde cada comensal dará nacimiento a nuevas ideas, interrogantes, nuevas formas del pensamiento, nuevos conceptos  sociales, culturales, morales, políticos y religiosos, y gracias a esta acción colectiva milenaria hemos logrado cambios trascendentales en el desarrollo del individuo y a su vez en la construcción de las civilizaciones del mundo.

Esta visión de Platón en “El Banquete” indiscutiblemente tiene un hilo que la une con aquella frase célebre de su Maestro Sócrates “solo sé que no se nada”.

Y es que al generarse una idea y sus distintas interrogantes, sucesivamente se van abriendo puertas desconocidas, invisibilizadas o escondidas, y con ellas se desencadenan mayores desafíos y complejidades, de esta manera se evidencia que el hombre al  llegar a un mayor nivel de conciencia y conocimiento se encuentra frente a frente con un abanico extenso e interminable de conocimientos desconocidos.

 

Podríamos decir entonces que un artículo nunca tendrá un final, por ser en sí mismo un nacimiento, es como el primer verso del poema, la primera nota de una canción, el boceto en la pintura, el primer beso de aquel amor eterno, simplemente es, esa primera idea que nos conducirá muchas veces a destinos que no pensábamos recorrer.

Es que tener la oportunidad de abrir un debate reflexivo semanal sobre las artes posibilitando al lector como a su columnista, la reflexión profunda, posibles resoluciones o soluciones a los distintos fenómenos presentes en el contexto sociocultural que los circunda.

 

De esta manera es así como a partir del nacimiento de mi primer artículo comenzaron a aparecer nuevas interrogantes, las cuales he intentado responder desde mi necesidad absoluta de cambio y transformación.

Estas inquietudes e intento de “banquete”  no solo provienen de mis reflexiones o necesidades individuales, también nacen  de un sentir colectivo en el gremio de las artes,  de los infinitos relatos y  experiencias vividas por muchos cultores y cultoras carabobeñas, de Maestros y Maestras de la plástica a los que admiro y que a su vez me han permitido a lo largo de estos 10 años de carrera profesional tener una visión distinta de las artes y sobre todo del rol del artista en el mundo y por supuesto de la realidad encontrada en las distintas  biografías de  grandes pintores, fotógrafos, músicos, teatreros, bailarines, poetas y escritores del mundo y que en su mayoría vienen con aquella cruz en la espalda, frases mutiladoras con final ardido e injusto.

Como creadora y tal vez siendo una mujer de pensamiento romántico como muchos me describen, he sentido, vivido y luchado conmigo misma para que aquellas frases ya mencionadas no fueran el puente al suicidio de mi obra- es decir, a mi espíritu. Si bien es cierto la vaga conceptualización del arte, la desvalorización del artista y su obra, la corrupción de la gran mayoría de personajes e instituciones que hacen vida dentro de las artes y la falta de ética y principios elementales de muchos artistas, debemos preguntarnos partiendo de aquel mayor nivel de conciencia y conocimiento colectivo, ¿y los artistas?  ¿Tenemos alguna responsabilidad en la construcción de esa cruz?  ¿Cuánto le hemos permitido a esos mal llamados “artistas” que han decidió prostituir y destruir al arte y a sus creadores, obligando de manera sutil a las nuevas generaciones a darle más valor e importancia al hecho mercantil que a su esencia como agente de cambio y transformación?

Claramente todo artista merece y desea que su creación sea  remunerada, todo creador sueña con poder vivir de su saber y hacer  como cualquier  otro profesional, de eso no tenemos dudas. Pero la realidad  es que  hoy en día combatimos  no solo a los verdugos ya expuestos anteriormente sino a sus cómplices  carniceros, esos  que se hacen pasar por  músicos, pintores, escritores,  escultores, fotógrafos, bailarines, etc. y  que se dedican exclusivamente  a fusilar arte y con ello  al verdadero creador, es decir, nos enfrentamos a dos bandos,  “los verdugos y sus  cómplices”,  estos que impulsan el suicidio colectivo de almas  creadoras  pues  su único interés es adquirir la mayor riqueza posible.

Ante esta situación antes descrita ¿Cuál ha sido nuestro accionar como gremio?, hoy en día tenemos a mano material infinito de artistas que se dedicaron a plasmar propuestas que conducían a la construcción de un mundo mejor, personajes que trascendieron después de la muerte, hombres y mujeres creadoras que marcaron un antes y un después en la historia del arte y el mundo, aquellos que convirtieron una obra en un icono histórico mundial, entonces, deberíamos preguntarnos ¿Cuáles comensales actualmente tenemos conciencia del poder divino adquirido?, ¿Hemos asumido el papel que nos corresponde dentro de la historia?, ¿Hemos contribuido al desarrollo intelectual, creativo y espiritual del otro o solo nos hemos dedicado a pintar, cantar, esculpir, escribir o hacer fotos  para vender?, ¿Qué estamos dejando al mundo más allá de un plátano pegado con tirro en una galería?, ¿O una canción que invita a la promiscuidad, la muerte, la violencia y al dinero fácil como única vía a la construcción de una supuesta felicidad?, ¿Cuál es el meta mensaje? ¿A quién va dirigido? ¿Qué almas estamos tocando con una obra invisible valorada en miles de dólares?, ¿Qué legado estamos dejando a las nuevas generaciones de creadores del mundo? ¿Hemos sido leales a los principios y valores de los grandes transformadores y salvadores de almas, nuestros Maestros?, ¿Hemos sido cómplices de nuestra propia cruz al silenciarnos cuando un colega es estafado, robado, manipulado, extorsionado o abusado por estas mafias y verdugos del arte?, ¿Cuántas veces nos quedamos de brazos cruzados cuando los cómplices de estas mafias como Pedrito Pérez, Juanito Alimaña o esa Ana de los Palotes son los que se dedican a distorsionar la verdadera esencia del arte y con ello al mercado del arte?, ¿O son ellos quienes tal vez nunca han recibido un premio en París, ni menciones honorificas y mucho menos han creado una vanguardia o un lenguaje plástico propio, pero pretenden cotizarse cinco veces más que un Michelena, un Armando Reverón, un Cruz Diez o un Rafael Martínez solo por ser muy amigo o amante de alguno de dichos verdugos?

 

Aceptando entonces esta abrumadora y melancólica realidad impuesta por los verdugos del arte y sus cómplices carniceros, me pregunto: ¿Qué haremos?, ¿Le temeremos al lienzo en blanco? O seremos como decía Van Gogh “El lienzo en blanco le teme al pintor verdaderamente apasionado, que se atreve y que una vez rompió el hechizo del no puedes”.

 

“El mal triunfa cuando los buenos no hacen nada” Albert Einstein.

 “El verdadero artista no le teme al lienzo en blanco, el pinta la  historia y la historia es ahora, por eso llego la hora de salvar al arte de sus verdugos.

 

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Penélope Tovar, artista plástica, egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”; es también licenciada en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Artístico, por la Universidad Nacional  Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR). Ha participado en exposiciones  colectivas a nivel nacional (Galería de Arte) e internacional (Canadá, EEUU, Reino Unido, Portugal y España). Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de Arte Valencia (MUVA).  Reconocimientos: Artista  Joven del mes de Noviembre 2021 por el Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela.

Actualmente es facilitadora en Arte-terapia en el Centro de Neuro-desarrollo “KOKIGYM”, apoyando en la rehabilitación de niños y niñas con discapacidad.

 

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