Narrativa, caos y dialéctica de la guerra multifactorial… Estamos en una época muy novedosa, dinámica y acelerada, a favor del bienestar social de la humanidad. Pero, al mismo tiempo, llena de las viejas desigualdades, conflictos, tensiones y guerras multifactoriales.
En consecuencia, el destino histórico, político, económico, socio-cultural y espiritual de la humanidad entera está siendo sometido a las tensiones y amenazas imperiales, puestas en marcha por la hegemonía decadente de Los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU).
Efectivamente, el poder imperialista norteamericano, en proceso de decadencia, pretende someter al mundo entero a sus estrategias multifactoriales y guerreristas con diferentes modalidades y conveniencias tecnológicas, económicas, financieras, mediáticas, religiosas, políticas, armadas, no armadas y contra culturales.
El propósito de EEUU es claro y evidente: por un lado, recuperar su vieja hegemonía imperial, impuesta a toda Europa, América Latina y el Caribe; por otro lado, frenar los avances de Rusia, China y todo el grupo BRICS, como poder emergente y necesario para instituir el equilibrio económico, político y socio-cultural, con base en la consolidación de la paz total y absoluta de la humanidad.
Frente a esa nueva realidad histórica, el imperio gringo no asoma ninguna posibilidad de éxito; sino todo lo contrario: más decadencia, menos recuperación; más crisis, menos victorias y más derrotas para ellos y el pueblo norteamericano.
Las guerras impuestas contra Ucrania y contra Siria evidencian el nefasto nivel de criminalidad irracional, desatado por los EEUU, junto con el Estado de Israel.
Ambos actúan, ya no como Estados miembros de la ONU; sino como dos grandes bandas de asesinos que, unilateralmente, realizan crímenes nefastos sin importarle para nada las leyes y acuerdos de la diplomacia internacional.
En tal sentido, ambos países se erigen como los dos grandes poderes fascistas de la Guerra de exterminio mundial contra los pueblos y naciones pacificas que reclaman y luchan por la paz y el bienestar de sus pueblos.
En contraste con ese paradigma del mal, en el continente Latinoamericano y caribeño, tenemos los avances y fortalezas del Bien, representado por la revolución bolivariana en Venezuela, junto a los procesos de México, Honduras, Colombia, Brasil, Cuba y las naciones aliadas y amigas del Caribe, que representamos, asumimos y practicamos el Bien, la Paz y el Diálogo, .
De manera que, para tratar de entender y conocer la dinámica histórica del mundo actual, sus inevitables desenlaces y desarrollos ulteriores, es necesario recurrir a las herramientas teóricas-metódicas más adecuadas de la Política y las Ciencias Sociales.
En tal sentido, en este primer intento de análisis, nos atrevemos a identificar y valorar la utilización de los tres métodos anunciados en el título de este artículo: La narrativa, el caos y la dialéctica.
En primer lugar, precisemos el uso de la narrativa como método lineal, de la fragmentación, aislamiento y confrontación de los hechos y las realidades, desde una perspectiva reduccionista, lineal, limitada y competitiva, real y concreta o inventada y fantasiosa como cualquier constructo de la tecnología mediática.
Igualmente, la narrativa es un método para reducir los fenómenos complejos a simples y sencillos acontecimientos, que sean cuantitativos y reincidentes; fáciles de narrar y normales o insólitos, reales o falsos, para generar más tensiones, conflictos y caos que alimenten y conduzcan a la guerra o lo contrario, a la paz.
De esa manera, la narrativa funciona como estrategia de guerra, inventando nuevos hechos, acontecimientos, conductas, fenómenos, accidentes, experiencias buenas, normales, sencillas o malas, anormales y complejas, en contextos unidimensionales o multidimensionales, para la guerra o para la paz.
Igualmente, la narrativa se utiliza para un solo hecho o acontecimiento, como en los cuentos de la vida real o fantástica, de naturaleza simple o compleja. También se utiliza para transmitir historias, reales, como en los libros académicos de la historia oficial; o ficticios, como en los cuentos y las novelas literarias o las modernas telenovelas (vulgarmente llamadas culebrones).
En segundo lugar, tenemos la llamada teoría del caos, que consiste en promover, generar y sembrar las diferencias sociales, políticas, culturales y religiosas, con el objetivo de estimular y promover las divisiones y fragmentación de nuestros pueblos en sus comunidades y en el país entero.
Igualmente, incentivar las diferencias económicas entre ricos y pobres; los privilegiados con sus lujos y riquezas frente a los excluidos con sus miserias y pobreza.
Pero, no para superar esos problemas; sino con el perverso propósito de dividir, fragmentar, sabotear y destruir los avances del proceso revolucionario bolivariano, hasta que se produzcan los estallidos de una guerra civil para destruir nuestro país.
Todos sabemos que a los pueblos los unen sus propias tradiciones históricas, socio-culturales y espirituales. Por esa razón, el imperio gringo promueve las diferencias sociales, políticas, culturales y religiosas.
Igualmente, el saboteo de las políticas sociales, desde las estructuras burocráticas del Estado, que generan desmoralización, descontento, frustraciones y divisiones en importantes sectores de la población venezolana.
En ese contexto, se le hace fácil al imperio y sus lacayos, estimular y promover ideológicamente, los brotes de descontento popular y fenómenos irregulares como el desorden, la anarquía y la desobediencia civil en sus formas insurreccionales, de irrespeto sin límites hasta anular los valores positivos de la moral y la ética.
Esa estrategia ha sido derrotada en nuestro país gracias a la unidad cívico-militar-policial-religiosa del pueblo y la firmeza digna, valiente y sabia del presidente Nicolás Maduro.
Sin embargo, el imperio sigue promoviendo los llamados contravalores, tales como el desorden social, la anarquía disolvente, el individualismo egoísta, el irrespeto general de las mejores tradiciones, costumbres, normas, leyes y reglas universales de la convivencia humana.
En nuestro caso, el caos significa, literalmente, estar en contra de las leyes y sus normativas, reglas, hábitos y costumbres de nuestros pueblos como protagonistas de las mejores tradiciones y costumbres propias con gran arraigo histórico socio-cultural.
El caos atenta contra la vida colectiva o particular de la población; y también puede, eventualmente, afectar la vida vegetal y animal de la naturaleza. Cada una de estas tres formas de la vida (humana, animal y vegetal), están siendo víctimas o blancos de ataques, desde los dispositivos que activan el caos en sus múltiples formas.
El caos genera inseguridad, miedo, terror, odios, confrontaciones, violencia y guerras. El caos niega y violenta el cumplimiento de las leyes y normas. Es todo lo contrario al orden, la eficacia, el entendimiento, el respeto y la paz.
Podemos decir que cada una de las tres especies o formas de vida (humana, animal y vegetal) tienen sus propias lógicas para preservar el equilibrio necesario y vital de su existencia.
Los humanos estamos dotados de la racionalidad, la inteligencia, la conciencia, la identidad histórica socio-cultural y la voluntad para crear, sostener y preservar el Bien; por encima y en contra de las tentaciones permanentes del Mal.
En tercer lugar tenemos la dialéctica, que es la ciencia o el método que aborda, explica y resuelve radicalmente las contradicciones; que pueden ser históricas, económicas, políticas, sociales, culturales, religiosas, éticas, morales y estéticas.
“La palabra “dialéctica” viene del griego clásico dialektiké (διαλεκτική) y se suele traducir por “técnica de la conversación”. Se supone que en dialektiké hay influencia de la palabra teckné, que significa técnica, y por ello se habla del “arte de la conversación (ver: https://concepto.de/dialectica/#ixzz8mcMMYxpI).
Debemos advertir, que no hay una sola dialéctica; sino por lo menos cinco modelos, según la historia de su evolución. En tal sentido, se considera que la primera dialéctica de la historia es la del griego Heráclito, “considerado como ‘padre de la dialéctica’ en occidente, es el primero que considera que la contradicción no paraliza, sino dinamiza. En Heráclito se insinúa que las cosas se empujan unas a otras oponiéndose” (ver:com/search?q=la+primera+dialectica).
He allí las fuentes o claves originales de la dialéctica: las contradicciones, los movimientos, las negaciones y las construcciones, creación o recreación de lo nuevo, que sustituye a las viejas estructuras del pasado.
Los seres vivos somos resultado de los procesos dialécticos de la naturaleza. En tal sentido, las corrientes de los ríos, representan y simbolizan el funcionamiento eterno y perfecto del movimiento de la vida en general.
Esa lógica de la naturaleza, genera o coexiste con la lógica de los seres humanos, consagrada en la unión amorosa entre el hombre y la mujer, la creación de nuevos seres humanos que forman una comunidad, un pueblo, una nación unida e integrada con base en sus identidades.
La segunda dialéctica es la de Hegel, según la cual “la evolución de la idea se produce a través de un proceso dialéctico, es decir, un concepto se enfrenta a su opuesto y como resultado de este conflicto, se alza un tercero, la síntesis. La síntesis se encuentra más cargada de verdad que los dos anteriores opuestos” (ver www.google.com/search?q=la+dialectica+de+hegel).
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En ese modelo de la dialéctica hegeliana prevalecen las ideas del pensamiento; por encima de la realidad histórica social del movimiento que los genera. Por esa razón, la dialéctica hegeliana se limita ella misma al quedarse únicamente en el plano de las ideas, concebidas como la base primaria del conocimiento. Por esa razón, la dialéctica de Hegel, alcanzó solo el rango de idealista
La tercera concepción de la dialéctica es la de Carlos Marx, que la inicia con su crítica al idealismo dialéctico de Hegel, agregando así la nueva dialéctica basada en la dinámica del movimiento cambiante de las realidades históricas materiales, objetivables y cuantificables.
En la lucha política, social o cultural, es imprescindible utilizar, aplicar y orientarnos con el método dialéctico, sencillamente porque es el único método que aborda eficazmente las contradicciones o la relación de los contrarios dentro de los fenómenos o hechos históricos, socio-culturales de las comunidades, los pueblos, las naciones y las fuerzas en pugna.
Continuaremos en la próxima entrega.
Christian Farías / Ciudad Valencia