Pregunta un tanto complicada, para algunos la respuesta será sencilla: si o no; para otros, dependerá de las circunstancias. Este film guarda un lugar especial porque tiene algo que, algunas veces, es complicado de juntar y lograron que sea perfecto y hermoso. El director argentino Alejandro Agresti hizo un drama romántico con un toque de fantasía tan espectacular, no entiendo por qué no resonó tanto. La casa del lago está protagonizada por mi diosa particular del cine, Sandra Bullock y Keanu Reeves; ya habían protagonizado otro film anteriormente, así que la química que se verá aquí es más que natural. Además, hace un tiempo me enteré que ellos mismos habían tenido una especie de amor platónico durante años a raíz de esta película, solo que nunca se lo habían confesado uno al otro.
Sinopsis
Es un romance con varios giros inesperados pero hermosos, aunque quizás al principio confunda un poco, es parte de la magia. Nos encontramos con la doctora Kate, quien, en el 2006, compra una hermosa casa hecha por un famoso, pero misterioso arquitecto, Alex. Un pequeño detalle es que ambos se encuentran viviendo en la misma casa, solo que en años distintos. Logran ver que se pueden comunicar por la caja del correo de la casa, dando así, inicio a una relación “a distancia”.
Amor a destiempo
Hemos visto ya en varias oportunidades que las emociones pueden atravesar cualquier barrera, incluyendo el tiempo. Las cartas y la caja de correos de la casa, funcionan como las herramientas perfectas y únicas para que Alex y Kate se mantengan en contacto constantemente, contándose su día a día y conflictos personales. A pesar de ser algo “ficticio”, resulta algo completamente lleno de emoción e intriga. Recordemos que estamos en dos líneas de tiempo muy distintas, permitiéndonos observar un poco de la soledad por la que ambos atraviesan y la falta de conexión con el entorno de cada uno.
La narrativa se apoya fuertemente en la correspondencia que existe entre ellos, y podemos ver poco a poco cómo empieza a influir en ellos, el desarrollo de ambos personajes es espectacular, pudiendo “conocerse” y ver la misma ciudad desde los ojos del otro.
Ese lazo siempre estuvo
¿Recuerdan que les mencioné que Sandra y Keanu ya habían trabajado antes juntos? Bueno, eso fue como el ancla para empezar esa química que se termina de desarrollar en esta oportunidad. Realmente es único y espectacular verlo, repito: es natural. Un poco de sus personalidades reales son marcadas en el film. Kate es más pragmática y seria, algo melancólica; se aprecia el cambio que tuvo luego de haber conocido a Alex. Por su parte, Alex es un soñador empedernido, sensible y ama su trabajo como arquitecto, aunque está marcado por los conflictos que tiene con su padre. Estos pequeños detalles hacen la dinámica de ambos personajes emocionante.
Armonía
Si nos fijamos en la escenografía, en lo personal, creo que hicieron magia. Supieron mantener esa aura romántica y a la vez melancólica, representando a ambos personajes. También las transiciones entre la línea de tiempo se hicieron notar, a pesar de que solo son 2 años de diferencia, es mucho lo que puede ocurrir en este trayecto (cosa que aprendió a la mala Kate).
Emociones a flor de piel
El tiempo es lo más resaltante en la narrativa, obviamente. Podemos ver cómo afecta en todos los sentidos, pero poniendo al amor como el único que puede sobrepasar esa barrera. Y claro, también podemos ver cómo se ven afectadas las decisiones que se toman y las consecuencias a largo plazo.
El factor emocional también golpea fuerte. Tanto Kate como Alex sienten ese vacío en sus vidas, a pesar de que lo “tienen todo”. Kate al encontrarse en el futuro, se encuentra muy sola; Alex se encuentra con sus sueños hacia el futuro frustrados, lo que hace que se aferre más a las cartas que le escribe Kate. Desde otro punto de vista, podemos ver el simbolismo que existe entre el padre de Alex y él mismo, ambos son arquitectos, así que podría tomarse como que el padre quería crear o modificar la vida de su hijo a su gusto. Lo mismo ocurriría con la forma de la casa; está hecha de vidrio, pudiendo reflejar su propia vulnerabilidad.
El puente silencioso
Hubo un pequeño (gran) detallazo dentro del film. La mascota de ambos es la misma perrita, y ambos le pusieron el mismo nombre, Jack (un pequeño guiño al anterior film en el que trabajaron, en donde también salía la misma perrita). Jack, junto al buzón son los objetos que no se ven afectados por tiempo y que mantienen el contacto entre ambos de alguna forma. El que hayan utilizado a una perrita, me encanta, ya que con ella simbolizan la lealtad y la fidelidad que se crea con el contacto entre Alex y Kate, a la vez que también les demuestra que su conexión es única y que están destinados de una u otra forma. Jack también les da a ellos ese toque de tranquilidad y equilibrio a la situación tan extraña.
Como ven, esta historia es espectacular y por eso me encanta tanto. Todo trasciende tan natural, tan mágico, que fácilmente te podrías encontrar imaginando que eso pudiera ser real. Y aunque el film ya tiene sus años encima y, además, para ese entonces ya comenzaba el boom de comunicarnos mediante la tecnología; así que me parece ideal que se hayan enfocado en crear esta conexión a la antigua, con cartas. Tener esas ansias por no saber si habrá llegado la carta o si respondería, es emocionante. Así que aprovechen cualquier tarde de lluvia y disfruten de esta maravillosa historia, les prometo que no se decepcionarán. Y creo que está de más, pero si me lo preguntan, les responderé como siempre: “Sino la han visto, véanla, y si ya la vieron, vuélvanla a ver, no tiene pérdida de nada”.
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Isabel Londoño, egresó de la Universidad de Carabobo (UC) en el área psicosocial, tiene también estudios universitarios en turismo y sistemas.
Es una apasionada de la música y del Séptimo Arte desde que tiene memoria, siendo el cine y sus distintos géneros la pasión a la que ha dedicado más horas y análisis. Sus reseñas sobre clásicos o estrenos del cine aparecen ahora, cada viernes, en Ciudad Valencia desde “El Rincón Cinéfilo”.
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