“La casa no es la casa, / es la casa”.
LAA
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Cuenta Gonzalo Fragui, en una estupenda crónica, que Mario Vargas Llosa visitó a Jorge Luis Borges en Buenos Aires y le llamó la atención la sobria manera como vivía el poeta. El escritor peruano dizque le preguntó un par de veces al argentino el motivo por el cual no tenía una casa más amplia y cómoda. Borges, con el fino y terrible humor que lo caracterizó, expresó su desagrado a la inoportuna pregunta mucho después, refiriendo haber pensado que aquel joven escritor que le había visitado trabajaba “en bienes raíces”.
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El asunto de la casa de los afamados hermanos poetas Alfredo y Enriqueta Arvelo Larriva, en Barinitas –ubicada diagonal a la Iglesia, frente a la Plaza Bolívar– que, desasistida totalmente en los últimos años terminó por derrumbarse, ha devenido en un reclamo popular manejado en la mediática, de manera casi siempre interesada, para atacar primero al alto gobierno bolivariano y luego, como es lógico, al gobierno regional, por cierto, ahora de otro signo político.
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El reclamo justo de la gente del lugar ha sido por la falta de iniciativa del gobierno municipal, estatal o nacional, al permitir con su inmovilidad que se cayera esa casa “declarada bien cultural” alguna vez, pero sin ser asumida jamás como auténtico patrimonio cultural nacional. En verdad, esa casa debió ser comprada o expropiada, afirmé en su momento, cuando era evidente que había incapacidad manifiesta para resolver el asunto. Todo se tornó, al final, en algo de tipo patrimonial pero no de carácter espiritual. “Engordar” el sitio para construir otra cosa allí parecería ser lo que al final se impuso. Si el terreno de esa casa es municipal, ojalá no se construya en él otro adefesio arquitectónico, similar a tantos otros del pueblo. Ese espacio debería ser declarado bien patrimonial y hacer allí un parque que lleve sus nombres y donde se muestren poemas de los geniales poetas, así como una concha acústica con todo un programa musical de calidad.
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Resulta, no obstante fuera de tono que se manifieste hoy mayor interés en una posesión material, –supuestamente ya vendida en época de Cipriano Castro por don Alfredo Arvelo, padre de los poetas con el fin de recabar dinero para ayudar a su hijo preso–, que la obra poética misma de los hermanos Arvelo Larriva. Dos creadores extraordinarios de nuestra joven literatura. Alfredo es, quizás, el mayor representante del movimiento poético modernista en Venezuela; y Enriqueta, su hermana, la gran heredera de la modernidad poética que irrumpe posteriormente a la Generación de poetas de 1918, para transformar la poesía de un siglo en Venezuela.
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Para referirnos en los términos del lenguaje de estos días, podemos decir que Enriqueta Arvelo Larriva es la primera poeta radicalmente “descolonizada” en su expresión en la poesía escrita en el país. Una liberadora de la lengua que logró hacer añicos la retórica literaria impuesta como modelo y creó “una música nueva en pentagramas astillados” que suena en lo más profundo, y al mismo tiempo leve, del decir poético venezolano.
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Este miércoles 22 de marzo de 2023 se cumplen 137 años del nacimiento de la poeta Enriqueta Arvelo Larriva en Barinitas, estado Barinas. En la anterior entrega de la columna Sábado en Ciudad Valencia, publicamos una amplia colección suya En un verso, extraída de la antología poética “El acento divino”, publicada en la Revista Nacional de Cultura Número 342, impresa en 2016 al cumplirse 130 años de su nacimiento. Ese breve tomo de 150 páginas es mi propio homenaje de lector agradecido. Me complace saber, por medio del poeta Antonio Trujillo –actual director de la publicación fundada por Mariano Picón Salas en 1938–, la demanda que ha tenido esta selección entre los lectores. Una década de silencio editorial se cernía sobre su obra pese a las continuas referencias que se hacen de ella. Ahora está igualmente en la Internet su obra completa, la misma que compiló la investigadora Carmen Mannarino en dos tomos, y fue impresa con el sello editorial de la Fundación Barinas.
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La casa del ser es la poesía, refiere un filósofo. Una excelente cita para hablar de la obra de Enriqueta Arvelo Larriva que siendo una poesía de pensamiento se resiste, sin embargo, a un análisis de ese tipo, ya que es en lo escondido de la palabra donde se encuentra todo. Es poéticamente como puede vivirse, como puede habitar el hombre su propia casa y estar en el mundo, resuena el pensador. Oigamos uno de sus poemas menos reseñados y también otros que refieren, con absoluta claridad, ese estar en lo oscuro.
VUELA
Mariposa: vuela, vuela.
Volando, eres mejor.
Sé la flor suelta,
prendida eternamente al viento. Vuela, vuela.
No te detengas.
No te dejes analizar.
Así llevo yo mi canto.
BALADA DE LO QUE OÍ
No supe quién me lo dijo.
El acento, divino.
No supe quién me lo dijo.
No corrí tras los detalles
cuando oí lo infinito.
No supe quién me lo dijo.
Lo oí.
¡Dichoso el
oído mío!
En ese instante se hizo en mí lo armonioso. /
Lo que hoy va eterno y limpio.
Y qué tremenda la gracia
de no saber quién me lo dijo.
TODA LA MAÑANA HA HABLADO EL VIENTO
Toda la mañana ha hablado el viento / una lengua extraordinaria. //
He ido hoy en el viento. / Estremecí los árboles. / Hice pliegues en el río. / Alboroté la arena. / Entré por las más finas rendijas. / Y soné largamente en los alambres. // Antes -¿recuerdas?- / pasaba pálida por la orilla del viento. Y aplaudías.
RESPUESTA
Yo también me interrogaba
y nada en mi respondía /
Callaba toda
en un silencio claro y sellado.
Nada en mí afirmaba,
nada negaba en mí.
Me perfumaba una casta incertidumbre /
que ascendía a mi canto.
El RÍO
El río está tibio
como mi piel
y sabe bañarme
el alma.
Juega conmigo a ahogar
mi hondura, /
nervudo de culebras de sol.
No se parece el río
a aquellos ojos quietos
que no quise.
EL ODIO
No quiero mirar hacia ese sitio;
ahí está el odio.
Tiene los ojos curtidos de mal fuego.
Lo esquivo.
No quiero saber siquiera
cómo hace sus incendios.
No quiero ver su factoría.
Le rehúyo abiertamente.
Y no soy su blanco.
EMOCIÓN Y VENTAJA DE LA PROBADA PROFUNDIDAD
Gracias a los que se fueron por la vereda oscura / moliendo las hojas tostadas. / A los que me dijeron: espéranos bajo ese árbol. // Gracias a los que se fueron a buscar fuego para su cigarrillos / y me dejaron sola / enredada en los soles pequeños de una sombra olorosa. /Gracias a los que se fueron a buscar agua para mi sed / y me dejaron ahí / bebiéndome el agua esencial de un mundo estremecido. / Gracias a los que me dejaron oyendo un canto enselvado / y viendo soñolienta los troncos bordados de lanas marchitas. // Ahora voy indemne entre las gentes.
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Luis Alberto Angulo [Rivas]. Poeta, promotor, animador cultural, editor literario y articulista nacido el 13 de enero de 1950 en Barinitas, estado Barinas, residenciado en Valencia. Autor de los libros Coplas de la edad ligera (2021), Antología del decir (2013), y La sombra de una mano (2005), publicaciones de Monte Ávila Editores (Colección Altazor), así como de Fusión poética (2000) en la Universidad de Carabobo; tomos que compilan su obra poética integrada por una veintena de poemarios. Obtuvo el Primer Premio del IV Concurso Internacional de la Revista Poesía (UC). También es premio nacional de poesía Dr. Francisco Lazo Martí del Ateneo Popular de Calabozo y Primer premio de poesía de la Universidad Rómulo Gallegos en San Juan de los Morros. Ha publicado selecciones poéticas de San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán, Lubio Cardozo y de Ernesto Cardenal (de quién es prologuista de la única edición en vida de su Obra poética completa), así como la antología Rostro y poesía, Poetas de la Universidad de Carabobo.
Ciudad Valencia