La palabra de hoy encierra muchos peligros, pero también muchas bondades porque es el nombre de una sustancia de incomparable utilidad, prácticamente indispensable para la humanidad: el alcohol.
Sorprendentemente, es lo menos que se puede decir de la etimología de la palabra alcohol. Aunque el diccionario académico la da como derivada del árabe al-kuhl, “el colirio”, parece más exacta la que le atribuye el lexicógrafo Corominas.
Según este especialista, la voz proviene del hispanoárabe kuhul (en árabe kuhl), polvo de antimonio empleado por las mujeres para ennegrecerse los ojos y también “espíritu de vino”.
El alcohol es conocido por lo menos desde el siglo XIII; lo usaban los médicos de Salerno y por entonces se le conocía por dos nombres latinos: aqua ardens (de donde evidentemente viene el viejo y noble aguardiente) y aqua vitae, o sea, agua de vida, como todavía lo llaman muchos aficionados del Viejo Continente.
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No se conoce a su descubridor o inventor, aunque algunos historiadores atribuyen el descubrimiento al alquimista catalán Arnau de Vilanova o Arnaldo de Villanueva.
El alcohol da para escribir muchísimos libros. De él proviene un sinnúmero de productos, de los cuales el menos agradable y más venezolano es el ratón. Eso, para no hablar de los terribles males que puede ocasionar el alcoholismo.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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