Para analizar la palabra de hoy, fisco, comencemos por citar la definición que de ella nos da el Diccionario de la Real Academia Española: “Fisco. Erario, tesoro público. 2 Moneda de cobre de Venezuela, equivalente a la cuarta parte de un centavo”.
Esta segunda acepción de fisco, que estamos leyendo a las puertas del siglo XXI [entre 1980 y 1990] y cuando están a punto de desaparecer hasta los billetes de cien bolívares, es una clara demostración de lo “actualizado y modernísimo” que es el Diccionario de la Real Academia.
Pero sigamos adelante: la palabra fisco, tal como lo dice la Academia, viene del latín fiscus, que significa “cesto de junco o mimbre”, “cesto para guardar el dinero” y finalmente “tesoro público, fisco, erario”. Como se puede ver, fisco es una palabra muy seria y con ella no se juega ¿o sí se juega?
El primero y más importante derivado de fisco es fiscal, que como adjetivo quiere decir perteneciente al fisco, y como sustantivo designa entre otros al representante del Ministerio Público en los tribunales, también se llama fiscal al funcionario que fiscaliza, es decir vigila y critica las acciones de los ciudadanos, tal corno lo hacen los fiscales de Hacienda, de la Ingeniería Municipal, etcétera.
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Por razones que desconocemos, en Venezuela se denomina fiscales a los vigilantes del tránsito, y en ese sentido la palabra fiscal siempre se asocia a las ideas de multa, remolque, boleta y otras peores.
Otro derivado de fisco es el desagradable verbo confiscar, que recientemente ingresó en el lenguaje beisbolero: “El umpire confiscó el juego”, se dice cuando el árbitro suspende el partido a causa de una tángana o para evitar que ésta se produzca. Un curioso ejemplo de lío jurídico-deportivo.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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