Tengo varios días viendo vídeos cortos y memes sobre esta película donde prometían que me traumaría si la llegaba a ver o, por lo menos, tendría varios movimientos estomacales como consecuencia. Pues debo confesar que, o debo estar mal de la cabeza o, quienes la vieron no sabían dónde se estaban metiendo (para no decir que están “débiles” de mente). Sabemos muy bien que, para gustos hay colores, y como todas las cosas, la industria del cine no es la excepción. Géneros y subgéneros abundan para cada quien. Aunque sí es cierto, este tipo de historia tenía mucho tiempo que no se veía por los cines occidentales. Hablamos de la reciente trama protagonizada por Demi Moore, La Sustancia, dirigida por la francesa Coralie Fargeat.
Se trata de una narrativa de drama y terror corporal. Y para serles sincera, no me llama mucho la atención este género, pero es que internet hizo lo suyo y me convenció; pocas han sido las películas de está temática que me han gustado: El Ciempiés Humano (la primera que vi y amé), Tanatomorfosis, ambas CERO RECOMENDADAS para estómagos débiles y, mi favorita, La piel que habito (pronto les escribo de ella). Y por si aun no captan, les explico un poco qué es terror/horros corporal. Es un subgénero del terror que, en vez de buscar “empatizar o simpatizar” con ese “lado oscuro” de la psique y nuestras emociones, buscar rozar ese límite de forma totalmente opuesta, haciendo todo de manera grotesca, buscando crear impacto con transformaciones que no esperaríamos.
Argumento
Uno de los deseos de la humanidad es la juventud y belleza eterna. A nuestra protagonista, Elisabeth le prometen una mejor versión de ella misma gracias a una sustancia que reproduce sus genes y nace una nueva ella, más perfecta y hermosa. Muy bueno y sencillo, ¿no? Bueno, agreguemos un recordatorio importante: siempre deben intercambiar cada semana y jamás olvidar que son una misma persona. Igual de sencillo, no puede salir mal.
Adicción
El obvio mensaje, nos lo saltamos de momento. La “salida fácil” que encontró Elisabeth, poco a poco le empieza a pasar factura. Su alter, Sue, empieza a ver los frutos de su belleza y perfección, queriendo pasar cada vez más tiempo despierta. Esto afecta a Elisabeth, ya que no recibe las dosis que necesita para poder regenerarse ella y, a la vez, regenerar a Sue; así que cada vez que Sue toma más tiempo del debido, Elisabeth se va “secando” y envejeciendo muchísimo más.
Dualidad y fragmentación
¿Recuerdan ese aviso importante?: son la misma persona. Lo que le pase malo a Sue despierta, le sucede a Elisabeth cuando despierte y viceversa. Vemos cómo poco a poco va afectado en Elisabeth la visión de sí, teniendo repentinos arrebatos que terminan en depresión. Al ir pasando el tiempo, Elisabeth se va volviendo más vieja y fea por culpa de Sue, ella se encarga de que Sue engorde gracias a cantidades grotescas de comida (nada agradable de ver cómo la preparaba). Otra razón por la que Sue se robaría más días de Elisabeth. La pelea interna por retomar quién era, se vuelve cada vez más y más fuerte debido a la ambición y la adicción.
La película en sí es una sátira al feminismo y a la autoestima. Ese deseo -casi obsesivo- de muchas mujeres por verse joven, hermosa y exitosa, casi siempre lleva a la ruina (sobre todo, en la industria de la fama). La mujer seguirá siendo una mercancía valiosa mientras se vea bella, sexy y joven. Sin mencionar la contraparte del abuso de drogas que, si se piensa bien, es lo que describe cada “personalidad”. Por una parte, la depresión, apatía en cierto punto, la ira incontrolable, el odio a sí misma por lo que creó y el descontrol de Elisabeth; por otra, la adrenalina, la emoción, el placer y el egoísmo de Sue, puede verse como el antes y después de cada dosis de la droga. Los pocos momentos de lucidez que tiene Elisabeth, son intentos fallidos por dejar todo eso de lado, pero el ego puede más y prefiere que el mundo vea su alter “perfecto”.
El qué dirán, qué pensarán, cómo nos percibe el mundo, siempre roerá la mente de muchas personas; esto conlleva a tomar acciones que no son propias del individuo. Muchas personas, en este caso mujeres, la tienen más complicado que otras, por su autoestima y autopercepción. Lo vemos claramente durante unos minutos en el que Elisabeth se ve a sí misma como una vieja decrepita e intenta, inútilmente, verse más joven y bonita para su cita, pero la imagen de Sue sigue ahí recordándole que el tiempo pasa factura. Obvio, falla en embellecerse y entra en depresión, dándose atracones de comida.
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Ahora, si es buen film o no, se los debo porque, como mencioné antes, no soy muy fan de este subgénero (extrañamente), pero sí me gustó mucho el trasfondo y el mensaje. Con esto no quiero decir que no lo haya disfrutado, simplemente… siento que este tipo de “estética” no llena mis expectativas; tendría que ser más profunda la historia y con algún giro para que me encante. Sí, me aburrió. Así que podría decirles que la vi por simple morbo. A quien le guste esta temática, le aplaudo y mis respetos, pero no comparto la idea de los cibernautas sobre que era un film abrumador y que se ha vuelto la nueva mejor película de horror.
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Isabel Londoño, egresó de la Universidad de Carabobo (UC) en el área psicosocial, tiene también estudios universitarios en turismo y sistemas.
Es una apasionada de la música y del Séptimo Arte desde que tiene memoria, siendo el cine y sus distintos géneros la pasión a la que ha dedicado más horas y análisis. Sus reseñas sobre clásicos o estrenos del cine aparecen ahora, cada viernes, en Ciudad Valencia desde “El Rincón Cinéfilo”.
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