Desde que los fabricantes de imágenes y productos mediáticos desplazaron las ideologías políticas y económicas, se torna muy difícil calibrar el grado de sinceridad de figuras públicas alineadas con la extrema derecha imperialista actual. Así producen personajes “en serie” por eficaces y perversos laboratorios de marketing, programados para anteponer las apariencias a la realidad.

 

Es por ello que el agitadísimo show que han armado Mauricio Macri, Jair Bolsonaro, el grupo de Lima, Marco Rubio, el diputado Juan Guaidó, Orlando Urdaneta, Richard Blanco, María Corina Machado y Julio Borges, entre otros integrantes del elenco estable de la política mafiosa nacional, gringa y latinoamericana, está siendo interpretado en términos netamente teatrales.

 

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Mauricio Macri y Jair Bolsonaro.

 

El macabro contenido de sus discursos, destinados a propinar un golpe mortal a la Revolución Bolivariana, importa menos que los genuinos motivos de sus hirientes comentarios sobre el chavismo y el Presidente Obrero, Nicolás Maduro.

 

 

En la política mafiosa actual, que tristemente impera en Latinoamérica, las palabras valen más por su impacto emotivo, que por su sentido lógico.

 

 

Tal vez Rubio, Jair Messías o Mauricio, no crean en el fondo que en la República Bolivariana de Venezuela se haya instaurado un “régimen de facto”, como en tiempos del Plan Cóndor, donde se ha comprobado que los clanes Macri y Bolsonaro labraron sus fortunas a expensas de turbios negocios financieros pactados con “gorilas” como Videla, Massera, Castelo Branco, Geisel o Figueiredo.

 

 

¿Por qué conviene atacar a Maduro?

Pero a estos “lindos chicos”, preñados de buenas intenciones, y apadrinados desde Washington por Donald Trump y sus secuaces, les conviene atacar a Maduro de forma contundente, para ganar simpatía con sus “amos”, en su intento por consolidarse como élites mafiosas parasitarias con aspiraciones dictatoriales.

 

 

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A Macri le conviene atacar a Maduro, de forma contundente, para ganar simpatía con su “amo”.

 

 

En la actualidad, mandan las impresiones mediáticas. El valor de una propuesta, consistirá en su atractivo estético, no en su eventual viabilidad.

 

Al igual que en el resto del mundo, la política mafioso-fascista implementada en Latinoamérica por el imperio yanqui se ha transformado en el reino de la mala fe, donde es mejor parecer honesto o sensible, indignado, tolerante, o lo que fuera, que realmente serlo.

 

Se trata de cualidades que políticos de extrema derecha compran a una buena agencia de publicidad.

La conciencia de que hasta las rabias de Mauricio suelen programarse con sumo cuidado en laboratorios de imagen, de a poco han contribuido a generar sensaciones de hastío en el pueblo trabajador argentino, que se resiste a prestar atención a declaraciones fascistas y fuera de lugar del actual jefe mafioso, quien según el escritor y analista político Jorge Beinstein, en su libro “Macri: Orígenes e Instalación de una dictadira mafiosa” (Editorial Trinchera-2017), está íntimamente ligado a la conexión Calabria-Colombia, dedicada al tráfico de cocaína hacia Estados Unidos, el gran consumidor mundial del codiciado “polvo blanco”.

 

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La gestión de Mauricio Macri ha generado sensaciones de hastío en el pueblo trabajador argentino.

 

Recordemos que Antonio, el célebre abuelo de Mauricio, era conocido en los bajos fondos de Italia, como el jefe mafioso más importante de Calabria, fundador del grupo “Ndraguetta”, dedicado al tráfico de drogas, amañamiento de resultados deportivos y compra-venta de futbolistas con dinero del narcotráfico.

 

Los negocios turbios de Macri

Tal vez estas razones nos explicarían su rápido ascenso a la presidencia del popular club Boca Juniors, equipo al cual dejó prácticamente en la quiebra, luego de comandar una brillante gesta deportiva.

 

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Macri comandó el equipo de fútbol argentino Boca Juniors, el cual dejó en la quiebra.

 

También pudieran explicarse sus estrechos vínculos con Álvaro Uribe, Santos e Iván Duque, unidos a través de negocios turbios con Salvatore Mancuso, otrora líder de los paramilitares colombianos, mafioso vinculado con la DEA y la instalación de bases militares gringas en territorio colombiano.

 

Aunque los pueblos entienden que los personajes públicos son en cierta medida ficticios, confían en poder acercarse al actor detrás de la máscara.

Al analizar detenidamente sus afirmaciones, discursos y posturas de seriedad, al momento de oprimir al proletariado, de a poco irán develando la verdadera identidad del “atorrante” Mauricio Macri, defensor a ultranza de la lumpenburguesía parasitaria latinoamericana, abocada a instaurar un capitalismo mafioso regional, de características especulativas e improductivas.

 

No olvidemos que Macri y Bolsonaro, son capos mafiosos convertidos en presidentes.

 

Hacia 1850, Carlos Marx batalló contra una naciente aristocracia financiera, que lograba enriquecerse: “no mediante la producción, sino a través del escamoteo de la riqueza ajena, ya creada” (Ver “Lucha de clases en Francia”, Marx y Engels).

 

Esa lucha de Marx se traslada al Siglo XXI, donde este proceso de concentración creciente de riqueza, se conecta directamente con el proceso actual de trasmutación que experimenta el capitalismo, enfocado en consolidar su fase imperial.

 

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Período mafioso para Latinoamerica

Las nuevas determinaciones de este período mafioso en Latinoamérica inciden en el predominio del capital financiero sobre el capital industrial, de los bancos sobre las fábricas, de la Bolsa sobre la producción de mercancías y del monopolio sobre la industria.

 

En 2019, la lumpenburguesía regional, comandada por Macri, Bolsonaro, Piñera, Duque y compañía, intenta aplicar a la Revolución Bolivariana una perversa guerra de Cuarta Generación, destinada a quebrar la voluntad del Bravo Pueblo, a través de la implantación de flagelos parasitarios como la manipulación mediática, economía de penuria y redes mafiosas financieras, diseñadas para estrangular a nuestra Patria.

 

“Macri representa la instauración de un sistema mafioso  de super-explotación laboral, generador de grandes espacios de marginalidad y saqueo de recursos naturales. Para ello, se vale del control de los medios de comunicación, creación de mecanismos  de destrucción económica y social a gran escala, y de la elaboración de dispositivos necesarios  para extirpar cualquier movimiento revolucionario emergente”, acota Benstein en su obra.

 

Argentina aprenderá, a través de esta triste y lamentable experiencia macrista, que solo a través de la consolidación de una sólida conciencia revolucionaria, se logrará poner fin al macabro encumbramiento de mafias, bajo disfraces democráticos, que azotan a nuestro continente.

 

Mientras tanto, Mauricio Macri y su clan, vendidos al mundo capitalista como eficientes gestores de ideas novedosas y geniales, saben que no les será nada sencillo cumplir con el papel, que claramente creen suyo.

 

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Ciudad VLC/Claudio González Luna

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