Martín Romaña en Valencia

Martín Romaña en Valencia se refiere al capítulo “They came from Venezuela” de la novela “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz” de Bryce Echenique. JCDN.

La dupla Martín Romaña / Alfredo Bryce Echenique visitó Valencia, la de Venezuela, en un estado de tedio y depresión. Martín no terminó de enganchar a Carmencita Brines, pues se interpuso Octavia de Cádiz.

De los Amos de la Hacienda valenciana, como los Olavarría y los Iturriza, a la Aristocracia del Dinero emitido en petro-dólares. En lo que toca al latifundio, tenemos que “Las fotografías (de Carmencita Brines) la mostraban de amazona en la propiedad familiar de Valencia, decenas de miles de cabezas de cebú, Martín”.

Indagación humorística y sardónica en nuestro mito mal curado: El Dorado con las perlas de Cubagua, el oro que enloqueció a los Belzares y la ilusoria renta petrolera que tanto envidiaron en Perú, Colombia y Ecuador.

No se nos perdona ni la pléyade de Libertadores bien parida por la Capitanía General de Venezuela, para que los virreinatos crujan los dientes, ni la riqueza petrolera, aurífera y mineral de la República Bolivariana de Venezuela.

Por lo cual, Hoy nos pasan en el desmadre de la República petrolera (que data del gomecismo), una costosa y oprobiosa factura xenofóbica. El venezolano consumista del ta’barato dame dos, si bien pecaba de exhibicionista, nunca renunció a recibir de buena gana la inmigración europea ni la latinoamericana. Eso sí, en un ejercicio displicente de política migratoria justa y de seguridad idónea.

Martín Romaña, un simpático perezoso de campeonato, no soportó la administración de la Hacienda en Valencia de San Simeón el estilita: Esta ciudad que entenebrecía escondiendo  el Sur, le resultó más goda y aburrida que su Lima natal.

Valencia, la de Venezuela, o Valencia-Sulaco de Joseph Conrad, fue una infraestructura industrial ilusoria: Ni sustituyó las importaciones, ni contribuyó a diversificar la economía. Solapó la creación de un mercado fariseo que se tornó negro y de contrabando. Simplemente, su godarria y los advenedizos emprendedores (léase clientela politiquera de ayer y hoy), le chuparon el tetero de petróleo al Estado.

Como Rock Hudson y James Dean en la película “Giant” (1956) de George Stevens, la familia disfuncional dirime sus desencuentros empapándose de mene pegajoso y numismático: “(…) y por último un millón de fotos de sus hermanos visitando, sólo visitando los campos de petróleo de nuestras acciones petroleras”.

Sin las profecías del Desastre de Domingo Alberto Rangel y Juan Pablo Pérez Alfonzo, Bryce Echenique y Martín Romaña nos instan, por vía del agudísimo humor, a aprender de una buena vez por todas que es posible reconstruir un país más vivible y, sí se quiere, emancipado de a de veras.

BIBLIOGRAFÍA

Bryce Echenique, Alfredo (1985; Plaza & Janés, 1999). They came from Venezuela. En El Hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, Pp. 249-270.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC   

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