«Migraciones y responsabilidad de los gobiernos» por José Ramón Rodríguez

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Migraciones y responsabilidad de los gobiernos… Desde los comienzos de la historia, el hombre ha estado sujeto a procesos migratorios, primero desde la Madre África hacia todos los contornos del globo terráqueo por cambios de clima, por tierras más fértiles, por enfrentamientos, por lograr el tránsito de hordas a tribus y familia humana.

En fin, parece una impronta necesaria la vivencia de cambiarse de lugar, de ser nómadas, de encontrar los espacios idílicos en las acogidas; en tal sentido, la antropología estudia esta mediación entre los primates y el hombre sapiens en un vínculo auto-referencial que trasciende lo fenomenológico, valga decir, las apariencias y detalles de la contingencia migratoria.

Más allá del espejismo de la migración como buena vida, como Ethos que cuida y refuerzo de la genealogía de lo humano. Esta supone la idea de que en un país diferente se pueden encontrar las cosas que nos faltan.

El espejismo supone un rotundo triunfo general del migrante no importando condición social o profesional; la selección de migrantes depende de las necesidades inmediatas de cada país receptor.

Por ello, el flujo depende de la aplicación del llamado brain drain o » drenaje de cerebros», «fuga de cerebros», como se dice en Venezuela. De manera tal que hay una movilización exógena de experiencias laborales, técnicas, culturales y científicas que se convierten en un factor vulnerable para el país.

Entendiendo claramente la decisión migratoria como falta de alternativas para logros profesionales, incertidumbre sobre futuro económico, necesidades básicas y promoción inducida por motivaciones políticas en las simbologías de modelos y sistema políticos, sumados a la guerra con la secuela de desplazados y refugiados.

Las experiencias en los flujos migratorios son competencias de análisis del momento político-social, por ejemplo, la migración europea hacia Estados Unidos es diferente a las de los primeros colonos ingleses o a la mexicana. De toda esta situación, nos preguntamos si la migración, como el refugio político, son valores universales; de ser así, Europa no ha dado el mejor de los ejemplos con los africanos y los árabes.

«Según él informe de migraciones en el mundo, en el año 2020, de la Organización internacional para las migraciones (OIM), desde junio del 2019 se estimaba el número de migrantes internacionales en casi 272 millones en todo el mundo».

 

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De igual manera, la acogida que han tenido los ciudadanos venezolanos en los países de América Latina y el Caribe no ha sido la más hospitalaria de las experiencias, al parecer la agenda de integración continental no es precisamente prioridad para los gobiernos de la región, aun reconociendo que el trato hacia el migrante venezolano no es uniforme en los protocolos de recibimiento, al igual que se llegó a un tope en la tasa migratoria, no es simple dar respuesta definitivas ante tal evento, es una oportunidad, es una amenaza, es el primer paso para una ciudadanía global, se mantiene la Diversidad cultural y las Identidades regionales.

Hasta donde avanza el desarraigo, estaremos viviendo el episodio de la Balsa de la Medusa, famoso cuadro de Théodore Géricault del año 1819, donde expresa la indiferencia de los hombres ante la tragedia del otro.

Referencias:
Saltando el muro, Lina Oliva.
Espaldas mojadas, historias de maquilas, coyotes y aduanas.
La integración regional y la migración venezolana / WWW CEPAL.org.

 

José Ramón Rodríguez / Ciudad Valencia