Cuando me fascina un cuento o un libro, lo recomiendo con cierto recelo, quizás temiendo que a la otra persona no le entusiasme tanto como a mí y eso apague el fervor con el que intento contagiarle las ganas de leerlo. A veces me descubro convertida en una evangelizadora literaria. Esto me ocurrió con el cuento de Laura Antillano La luna no es pan de horno.

‎Es fácil identificarse al leer a una hija hablando de su madre, tal vez porque muchas, en algún momento, hemos hecho algo similar, ya sea como un ejercicio de empatía, como un intento por aplacar la tristeza o simplemente para buscar consuelo.

Laura Antillano-La luna no es pan de horno

Esta es la búsqueda de la protagonista de La luna no es pan de horno, cuento ganador del XXXIII Concurso de Cuentos del diario El Nacional (1977), con lo cual Laura Antillano se convirtió en la primera mujer en recibir este prestigioso galardón.

‎Es una historia narrada en primera persona por una mujer que, al comenzar el relato, parece reprochar a otra. A medida que avanza, descubrimos a una hija que rememora a su madre y le confiesa lo difícil que es lidiar con su ausencia.

‎Descubrí este cuento en una biblioteca; allí me permitieron acceder y llevarme el libro donde estaba incluido. Antes de leerlo, conocía a Laura Antillano a través del espacio La Letra Voladora en un periódico regional.  Siempre la imaginé inaccesible, hasta que leí este cuento. Entonces, Laura se convirtió en mi hermana; somos hijas de la misma ausencia.

La luna no es pan de horno explora la profunda relación entre una madre y una hija, evocando momentos de infancia y los detalles de la vida de la madre que crean un mundo vibrante y pleno. A lo largo del relato, la narradora comprende que, aunque su madre ya no está, su influencia persiste en cada rincón de su vida: desde pequeños gestos hasta decisiones cotidianas:

 

‎Entonces, cuando llegaba la noche, yo la estaba esperando, esperaba esa hora precisa en que todos dormían, porque necesitaba volver a vivir la noción del silencio, olvidar el bullicio de las horas del día, el televisor, las discusiones, el acelere, las órdenes horarias, y me sentaba en medio del blanco silencio, en la mesa del comedor, con una cajetilla de cigarrillos y la caja de fósforos, y me fumaba uno y después otro, sin pensar en nada en especial, sólo en la tranquilidad de ese silencio. Fue una noche de ésas cuando descubrí que usted estaba allí, estaba dentro de mí, era yo misma, ¿comprende? Puedo entonces determinar con certeza el origen de esas largas noches de insomnio suyas, puedo palparlas, conocer su forma y su textura.

‎Mirar a su alrededor, en la ausencia de su madre, desde el asombro, con un dolor que a veces no podemos entender. Cala hondo en lo que siente por dentro: lo que la separará por siempre de su madre, que sólo parece hacerse más y más profundo.

En unas horas, en un puñadito chiquito de horas, quieren enseñarnos, de una vez por todas, que «La luna no es pan-de-horno». ¿Se imagina, Señora mía? Es el desgarre total, es que lo agarren a uno y le den palo y palo, es como si lo rasgaran con una hojilla desde el centro mismo de la cabeza, es como si de pronto la ciudad se vaciara y no te quedara ni un alma conocida. Es el vacío. El silencio infinito y blanco. Es como quedarse mudo y tragarse el grito.

 

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‎Es un relato que ha sido un espejo para mí. Su conmovedora exploración de la memoria y el amor me han permitido identificarme con la angustia y el ahogo de la narradora. Muchos hemos sentido esos abismos emocionales en algún momento. Para quien se atreva a leer esta historia, puede llegar a ser como una Espada de Damocles, cargada de reflexiones y emociones profundas.

 

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Marhisela Ron León-columna-Ciudad Valencia

Marhisela Ron León (Puerto Cabello-Carabobo-Venezuela): Poeta, licenciada en Enfermería por la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada. Ha realizado Talleres de poesía a través del Instituto Municipal de Cultura de Puerto Cabello; también de escritura creativa con Nanda Nieves y de narrativa en Corrección Perpetuum, Escuela de Escritores de Caracas. Íntimo (2010) Bonus (2022).

 

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