#Opinión: «Mckey, Briceño y Chataing: Historia de un triple asombro» por Marcos Meléndez

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No estoy seguro de si el mundo de la radiodifusión en Venezuela se fue degradando progresivamente o simplemente las nuevas redes de información han permitido denunciar e identificar con mayor velocidad las cloacas de la farándula local, que siempre han estado, pero no eran vistas.

Son ampliamente conocidas las denuncias sobre los casting en un apartamento de Caracas durante la gestión de Eladio Lares y Marcel Granier, aquel hombre que de un afortunado braguetazo saltó a la fama al casarse con una de las herederas de la familia Phelps convirtiéndose así, en directivo de la corporación 1BC que controlaba Radio Caracas Radio, Radio Caracas Televisión, Sonográfica y El Diario de Caracas.

El fenómeno de los abusos sexuales, el neo esclavismo y la prostitución en el mundo de la política y el show business (valga la redundancia) viene creciendo en las últimas décadas. Solo que ahora, hay más espacios de denuncia y más valentía en las mujeres organizadas.

Veo la denuncia que hace el Fiscal General de la República Tarek William Saab  sobre los videos y podcast del famoso “profesor” Briceño, de Willy Mckey y sus amigos con un asombro triple que me atrevo a describir:

 

Asombro número 1: Lo bajo que cayeron los discípulos de Chataing

Luis Chataing era un personaje que tenía un gran repertorio de producción radial, creo que su programa matutino era uno de los que tenia mayor cantidad de anunciantes. Su debacle comenzó cuando su dupla con Erika de la Vega termina, y ella, se dedica un tiempo a atender el closet de Henrique Capriles Radonski.

A partir de allí, sus otros experimentos y otras facetas como el stand up comedy eran cada vez menos graciosas.

Primero porque se ponía muy monotemático con el tema político –y por muy escuálido que sea un escuálido, cuando se quiere divertir quiere hablar de otras cosas- y luego porque los que pagaban por su show se fueron marchando del país o creciendo y teniendo que ocuparse de otras cosas que les impedían invertir en esos espectáculos.

Así pasó el tiempo y Chataing al igual que Marcel Granier pidió ayuda a su esposa (que tiene un poco más de abolengo real) y se fue del país donde a veces hace chistes o es anunciante de alguna venta de cachapas en Miami.

De Chataing para abajo, todos sus discípulos vivieron más o menos la misma suerte.

José Rafael Briceño, mejor conocido como “profesor Briceño” se hizo famoso por ser el responsable de enseñar a las candidatas del Miss Venezuela y otros certámenes a agarrar los cubiertos y por diseñar frases prefabricadas que le sirvieran a las mises para responder cualquier pregunta. Estudió e hizo otras cosas, pero él es conocido, básicamente  por esa tarea.

Se especula que lo enseñado a las modelos, fue aprendido en su hogar, pues es hijo de una connotada social cristiana: Doña Mercedes Pulido de Briceño. Mujer encopetada y de carrera diplomática que si resucitara y viera a su hijo hablando de cómo drogar a una mujer para dejarla “desnudita en la cama sin saber qué le pasó” probablemente se hubiera vuelto a morir.

Ahora que lo pienso, es posible que esos comentarios anti femeninos del “profesor” Briceño sean un desliz freudiano para manifestar un odio secreto hacia su madre, quien dedicó su vida al protocolo político y a las relaciones internacionales.

Ta vez en su inconsciente hubiera querido hablarle a su mamá sobre las mujeres “calienta huevos” a las que había que agredir por “despertar al niño piedrero” que es su órgano sexual fuera de control.

No voy a ahondar en ese tema, porque no quiero que el colegio de psicólogas y psicólogos me acuse de psicoanalizar al pana sin tener licencia para ello. Pero no sé, sospecho que las expresiones de un hombre sobre el género femenino hablan mucho de su imagen inconsciente hacia la madre. Eso me dijo mi mamá, pero ella era normalista, no psicóloga.

El otro es Willy Mckey quien se suicidó luego de confesar haber cometido “estupro” hacia varias mujeres que hoy en día lo denuncian. Este “escritor” de la revista Pro Davinci usó la palabra “estupro”  porque sonaba menos delincuencial y más chic que la palabra violación.

Luego de confesarlo por Instagram, dijo que se haría cargo y procedió a quitarse la vida. Hay quienes dicen que algunos suicidas terminan comentiendo ese acto para hacer sentir culpable a su entorno; es decir, para castigar a quienes consideran que debía ser castigado, para que la gente termine diciendo “pobrecito el violador”.

Pero insisto, este artículo no es para poner en evidencia mi vocación psicológica frustrada, sino para denunciar a través de mi primer asombro, en qué se convirtió esa generación de “comunicadores” y todo lo que han hecho por llamar la atención y mantener la vigencia, desde la violencia de género hasta el “estupro” con suicidio para no hacerse responsables.

 

Asombro número 2: La clase media ocre y sus justificaciones

Ya está dicho que existen dos clases sociales: La clase de los que explotan trabajo humano para enriquecer su capital; y, la clase de los que tenemos que vender nuestra fuerza de trabajo y tiempo vital para obtener un dinero que nos garantice en mayor o menor medida la subsistencia.

Dentro de la clase trabajadora, está algo llamado clase media, que no es sino un estrato más vinculado a algunas ventajas salariales, educativas o de emprendimiento que generan la sensación de no pertenecer a ninguna de las dos clases sociales claramente definidas.

Dentro de ese estrato medio de la clase trabajadora, está la llamada clase media ocre que es como una especie de “doña Florinda” que cree pertenecer a otra clase social porque tiene acceso a agua potable, internet y tres comidas, sin saber que para efectos de la clase explotadora es simplemente una mercancía un poquito más cara.

En fin, esa clase media ocre, ataca al Fiscal General de la República bajo la premisa de “digan lo que sea para yo oponerme” prácticamente defendiendo a estos pillos con frases como “y por qué no metes preso al Coqui” “Pero que inmoralidad, por qué no metes presos a los prófugos de Cadivi” y un largo etcétera, cada uno más vomitivo que el otro.

No voy a usar la palabra pendejo (o si la voy a usar porque a Arturo Uslar Pietri se la permitieron) para definir a las personas que creen que “el Coqui” es un malandro normal  y que no se trata de una infiltración de organizaciones colombianas generando provocación  de guerra dentro de la poligonal urbana de Caracas para caotizar el país.

Por supuesto que la ruta más fácil es meterse allí con el ejército y bombardear a esos grupos importados. Esa es la acción que esperan los gringos para poner a rodar esos videos por el mundo y decir que Maduro está “atacando población civil” y en ese momento los mismos gafos (y gafas) que dicen “qué horror que no matan al Coqui” dirán “qué horror que le violaron los derechos humanos a ese joven”.

El punto es que si, al Coqui hay que agarrarlo, el punto es que sí, a los prófugos cadivistas también, pero eso no exonera a los violadores ni a los que hacen apología de ese delito. Ya quisiera ver a los que atacan al Fiscal General, qué dirían si la abusada, acosada o violada fuese una hija, una hermana o una amiga.

 

Asombro número tres: La romantización del violador

En el año 1983 Se estrenó una telenovela de Delia Fiallo titulada “Leonela”. El argumento de la producción de RCTV (si, el canal de Marcel Granier y Eladio Lares, los de los Casting que nombré al principio) era el de un hombre (representado por Carlos Olivier) que violaba a una mujer  en la playa (representada por Mayra Alejandra) y luego surgía un tórrido romance entre ambos macado por esa carta de presentación de un crimen sexual.

Quizá esta deriva cultural filogenética de quienes se educaron con estos aportes morales de RCTV genere que algunas personas consideren que el problema se resolvió con que Willy Mckey haya dicho por Instagram que cometió estupro y se suicidara. Y, de manera romántica termine la historia con un “y vivieron felices para siempre”.

No, los delitos y quienes hacen apología de  ellos tienen responsabilidades penales y civiles con las víctimas, con la justicia y con la sociedad. De manera que no es necesario esperar, ni analizar qué va a pasar con el Coqui o con las lunas de Saturno para que los responsables de los abusos sexuales en algunas escuelas de modelaje así como el surgimiento de algunas formas de neo prostitución y trata de personas  en el mundo de la moda, la televisión y las redes sociales deban ser asumidos.

Una violación no es un error que se paga con una disculpa, es un delito que debe ser castigado y perseguido por la ley.

Bravo por el Fiscal General y Bravo por  las mujeres que denuncian, recuerden que no están solas.

 

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Por Marcos Meléndez /@marcosmelendezm