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“Oh feliz posteridad que no experimentará tan abismal tristeza y verá nuestro testimonio como una fábula”

 Francesco Petrarca (Poeta nacido en Florencia Italia 1304-1374)

 

De entrada estamos muy lejos de las Confesiones y Ciudad de Dios de San Agustín de Hipona. El Coronavirus y yo (la muerte) mantenemos un mutuo interés en este acontecimiento de la pandemia, he de confesar que tengo mayor experiencia que él, a pesar de las mutaciones que ha tenido a lo largo de los siglos, en el relato bíblico se me nombra, en las tierras de Egipto y Mesopotamia ocasioné estragos, en la tan mentada guerra del Peloponeso de los griegos causé enormes bajas, cobré millones de vidas con la aparición de la peste en 1648; de nada sirvió ese conjuro de “Pronto, lejos y tarde” el cual significa: Vete lo más pronto posible, lo más lejos que puedas, y vuelve lo más tarde que puedas, saberes doxas de la época ¡ah mortales sois!.

En 1918 le dimos un sacudón con la gripe española, en la Segunda Guerra Mundial aparecimos con el tifus, en las tierras originarias del hombre, en África, el binomio pandemia-muerte se ha convertido en presencia vitalicia.

 

De nuevo nos presentamos en China y rápidamente nos expandimos por todo el mundo, propagación por metástasis, el resultado es confusión, un pandemónium, una reunión de demonios, la humanidad no entiende nada de  ecología y salud como elementos de equilibrio, la única oportunidad donde el hombre hace uso de su capacidad de reflexión y cuestionamiento es ante la presencia de mi figura, la muerte, también conocida como la Parca, Pelona, la Huesuda, María Guadaña, Calavera, la Segadora, la Pata de Alambres; en ocasiones me denominan Psicopompo, mi tarea conducir las “almas” hacia lo que el gran poeta Florentino relató en su libro la Divina Comedia, averno-purgatorio-paraíso, todo de acuerdo al libre albedrío que los hombres han llevado, consumados y obsesivos pecadores o buenos samaritanos.

En el aroma del tiempo, la ética y mundo tecnológico a que aspiraban como sociedad del conocimiento, lo han llevado a transitar un callejón sin la más remota salida de emergencia, su inteligencia artificial, su descubrimiento del mapa genético, su nanotecnología, los proyectos de clonación del hombre, la prospectiva de la colonización espacial, no han servido de nada.

Mantienen cientos de satélites de comunicación y espionaje en la órbita terrestre, han convertidos los teléfonos móviles en una extensión del cuerpo humano. Más no han podido garantizar el acceso y derecho a una plena salud pública.

Desde el 2019, tienen en la gran pantalla global, una vieja discusión, es un tema controvertido y muchas veces evadido, perder la vida, el miedo que causa no ser inmortales, la finitud eminente se democratiza, con mi socio el covid-19, presidentes, ministros, empresarios, artistas, intelectuales, médicos, anónimos en general, se ven en la imperativa confrontación de morir, de ser vulnerables en todas sus seguridades y creencias.

 

Brasil supera decesos

¿Quién ha conocido mejor la condición humana: Buda, Sócrates, Platón, Aristóteles, Baruc Espinoza, Pablo de Tarso, Shakespeare, Goethe, Marx, Freud, Heidegger, Hegel, Nietzsche? El papel del hombre-mujer como complejidad y como identidad común, en tal sentido la supervivencia, la pérdida del sentido de la buena y sensata vida, sobrevivir en cualquier condición se convierte en lo absoluto, es como un estado de guerra permanente.

En todo esto, el derecho de muerte y poder sobre la vida lo tiene el coronavirus en su rol de soberano, la pandemia no es solo un problema médico, la raíz del mismo se encuentra en la sostenibilidad de los proyectos y sistemas políticos propuestos como modelos civilizatorios.

El desiderátum (el deseo-aspiración) de un cambio de hábitos para un mundo mejor lo tienen millones de humanos, es preciso y urgente reflexionar en tiempos urgentes, solo cuando la crisis llegan a los centros del privilegio causando terror, se denominan emergencias, aparecen en redes y se hacen visibles políticamente, es imperioso deliberar, proponer, argumentar, interpretar, tomar decisiones en lo cotidiano individual, somos seres o sujetos con discurso y acción, nuestra identidad narrativa está en la práctica de cambio de las circunstancias, prevalecen suficientes razones para la rebelión anti imperial, anti sistema, la filosofía política puesta de nuevo en las calles.

Lecturas recomendadas:

1-El Decameron, Giovanni Boccacio. Jornada Primera.

2-La Peste, Albert Camus.

3-Del Sentimiento trágico de la vida, Miguel de Unamuno.

https://entrelucesysombras2021.blogspot.com/

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José Ramón Rodríguez / Ciudad VLC