#Opinión: «La responsabilidad social en la comunicación de masas» por Danilo González

0
477

Cuando el hombre primitivo descubrió que podía entablar algún tipo de intercambio de información, o comunicación, con otro semejante, los problemas empezaron a aparecer en la faz de la tierra. Comenzaron los chismes, las mentiras y una cantidad de palabras llenas de significados ofensivos a la otra persona, que hoy por hoy son muchas.

Pero no todo es negativo, también empezaron a surgir los poemas, las canciones, los libros de historia y los cuentos infantiles, como los de Hans Christian Andersen o Antonio Arraiz, que llenaron de fantasía y pensamientos hermosos a quienes los leyeron.

La comunicación es un proceso social que amerita de dos puntos que se encuentran en una parte de su interacción: el mensaje de un lado al otro. La manera en que ese mensaje llega de un lado al otro es otro tema a analizar. Es una actividad humana por excelencia desde el descubrimiento de la rueda y las herramientas para dominar los distintos elementos presentes en la tierra.

Una persona puede enviar un mensaje a una o varias personas con sólo pronunciar sonidos combinados como palabras, dispuestos en una lógica ya preestablecida, llamada oración, para luego agruparse en párrafos, colmando libros y enciclopedias, entre otros.

El mundo del llamado «Show Business» se vio revuelto en los últimos días por la pérdida física del animador venezolano Dave Capella, a consecuencia del Covid-19 al igual que su padre en días pasados. Y digo se vio revuelto, más allá del sentimiento que se expresa al perder una persona joven conocida y con un futuro muy prometedor en la televisión de Venezuela.

En vista de la necesidad de mantener los costos del tratamiento de Capella y sus padres, tuvieron que abrir una campaña de recolección a través de la plataforma Gofoundme, que empezaba a traer frutos. Pero poco después de estar recibiendo aportes de parte de amigos y conocidos, dos animadores radiales radicados en Miami se dedicaron a lanzar una campaña mediática insinuando que era falsa la necesidad de Capella.

Con lo que lograron afectar la recaudación del dinero necesario para el tratamiento urgente de este joven venezolano, un colega de ellos que se encontraba en una situación grave y quien finalmente falleció. Es decir, consiguieron por medio del poder de los medios de comunicación de masas llevar un mensaje de aceptación: dominaron a las masas.

 

La historia está llena de acontecimientos que marcaron a la humanidad por decenas de años y que aún en nuestros días se nombran como temas de reflexión y aprendizaje para el ser humano. La tecnología juega su papel cambiando las formas y maneras de actuar como sociedad, dándonos capacidades nuevas cada vez que aparece una herramienta nueva, un concepto diferente, una investigación…

Con los cambios tecnológicos, la comunicación también sufre cambios que deben ser adaptados a la circunstancias del momento para poder ser usadas en aras de aumentar la capacidad de enviar el mensaje a muchas más personas alrededor del mundo al mismo tiempo. Desde la invención de los automóviles y la imprenta hasta el internet y los teléfonos celulares, la comunicación se ha rendido a los pies de los cambios tecnológicos para no quedarse en la oscuridad.

La radio y la televisión fueron en su época un “boom” cultural que revolucionó a las sociedades del mundo que venían del telegrama y del teléfono alámbrico para poder comunicarse con sus seres queridos en sitios muy remotos. Hoy todos se unen con un aparato, el celular, para poder comunicarse con otra persona en tiempo real no importando la distancia entre los interlocutores.

La realidad social de cada continente ha hecho que los poderes económicos aprovechen los momentos para adueñarse, de una manera egoísta, de los llamados medios de comunicación social y así llevar su mensaje particular a las masas que día a día siguen estos fenómenos tecnológicos. Aparecen grandes consorcios comunicacionales capaces de manejar las mentes con sus campañas publicitarias de una manera insólita y que pasa desapercibida con cada palabra mencionada y cada imagen  mostrada.

Ellos descubrieron desde los inicios de la comunicación de masas que el hecho comunicacional significaba dominación y por ende poder. Cambiar la mentalidad de quienes “disfrutaban” de un programa de radio, o televisión, era y sigue siendo el objetivo principal de estos grandes emporios económicos mundiales. Transformar culturas a modo de entretenimiento a través de la mediática, la fama, el espectáculo, el “show business”, es lo único que mueve estas empresas.

En nuestro país la llegada de la tecnología siempre fue tardía, ya que a los anteriores gobernantes no les interesaba el empoderamiento de la población al acceso de la comunicación. Vemos cómo la radio llega en época de dictadura, la televisión casi a finales del siglo XX, así como la telefonía celular y el internet. Es a comienzos del actual siglo XXI que, en Venezuela, ese acceso a las distintas formas de comunicación va en aumento, con la llegada de diversas empresas dedicadas a la telefonía celular y al lanzamiento del primer satélite comunicacional.

Este cambio cultural en Venezuela hizo que las transformaciones culturales que ya se venían, fuesen más rápidas y a su vez conocidas por el mundo. Asimismo hizo que la población en general asumiera su rol como agente de transformación cultural de la humanidad misma, con cada actuación y con cada aporte a la historia que se generara con los años.

 

Hugo Chávez demostró, desde su aparición en la palestra pública venezolana, que la comunicación era un arma poderosa para los imperios del mundo. Por eso se empeñó en la renovación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), y posteriormente activó la Ley RESORTE-ME; instrumentos legales con los que cada venezolano y venezolana tienen la fuerza de un cañón y el filo de una navaja para defenderse de los ataques mediáticos de las transnacionales de la comunicación mundial.

La responsabilidad en cada mensaje ofrecido por cualquier medio, bien sea tradicional o actual, es un hecho público y notorio, y allí radica el poderío de este hecho social: la comunicación. Con él puedes movilizar grandes cantidades de personas bajo un mismo objetivo y también puedes dividir a una población entera con sólo diferenciar los mensajes con alguna palabra colocada en una parte diferente de la oración o el párrafo.

Vemos entonces como este uso de la comunicación responsable se ha transformado en un poder económico al igual que el mensaje mismo. En eso consiste la lucha que vive Venezuela y la humanidad misma con esos poderes económicos hegemónicos que desean dominar al mundo por medio de esos mensajes difundidos por distintos medios.

El grado de bajeza ha llegado a niveles tales que se usa la muerte como impulso para poder obtener audiencia y el llamado “rating” (caso Alex Goncalvez y Jean Mary Curro en contra Dave Capella), que no es otra cosa que muchas más personas viendo tu programa o alocución por más tiempo. La denigración del mensaje en las llamadas redes sociales (RRSS) es el pan nuestro de cada día; los ataques directos a personas que opinan acerca de un hecho o circunstancia es algo común minuto a minuto por las distintas plataformas de interacción.

 

TE INTERESA LEER: #OPINIÓN: "CRIMEN COMUNICACIONAL EN MUERTE DE DAVE CAPELLA" 

 

Creo que en estos momentos la población venezolana, por hablar de lo más cercano que tenemos, debe pasar la página de la mala comunicación y llevar el hecho de entendernos mutuamente a un nivel más elevado. Tenemos las herramientas, vamos a usarlas como debe ser: eduquemos; tenemos la ventaja: convivamos; tenemos las ganas de ser buen ciudadano y ciudadana: hagámoslo. Y por último, tenemos la experiencia de los demás países, aprendamos de lo que ellos pasaron; para eso es la historia, que también es una manera de comunicarnos.

Seamos agentes de cambio en el uso de la tecnología de la comunicación, no sigamos el ejemplo de aquellos que denigran y que usan cada plataforma de interacción para ser famosos a costa de la humillación y la mediocridad. Seamos mejores y ubiquemos lo malo para no tomar esa influencia en la educación de nuestras generaciones futuras.

No seamos un Alex Goncalvez, una Jean Mary Curro,  seamos como un Quino con Mafalda

 

Danilo González / Ciudad VLC