#Opinión: «Crimen comunicacional en muerte de Dave Capella» por Fernando Guevara

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Como ser humano estoy dolido, como comunicador molesto, indignado. Un joven, Dave Capella, fue víctima del Covid-19, lo que implica que usted puede tener la edad que sea, puede ser una persona saludable, pero si el virus se ensaña contra usted las consecuencias pueden ser fatales.

Dave Capella era presentador de televisión y no en algo pequeño, era figura de uno de los canales de televisión más importantes de Venezuela y en uno de sus programas insignias. Él y su padre fueron víctimas de esta enfermedad y esta les costó la vida. Capella era un hombre joven y talentoso hasta donde sé. Lamentablemente nunca vi su programa.

Lo que me lleva a escribir esta descarga es la molestia por la descarnada actuación de dos sujetos en un podcast que hacen aparentemente desde Miami. Jean Mary Curro y Alex Goncalvez de quienes no tengo mucha información se burlaron de la enfermedad de Capella y pusieron en duda la necesidad de este al verse obligado a abrir una recolección de fondos para su tratamiento.

Por lo que pudimos ver esta actitud de dos comunicadores golpeó fuertemente la campaña de recolección de fondos y desató un estado de depresión que pudo haber contribuido al deterioro de la ya golpeada situación de salud de Dave Capella, terminando de minar las posibilidades de recuperación y desencadenando su fallecimiento.

Nos pudiéramos preguntar ¿qué pudo llevar a estos presentadores a poner en dudas la enfermedad de Capella?, y peor aún a hacerlo público a través de un podcast, que a fin de cuentas es un medio de comunicación en el cual son vistos por cientos o miles de personas que confían en su palabra y en sus opiniones.

Esta situación puede llevar a que sus seguidores se conviertan en multiplicadores de estas y se cree una matriz de opinión sobre casi cualquier tema. Eso es un poder inmenso, que en manos equivocadas como la de estos dos seres puede causar un daño terrible. Este caso es un triste ejemplo.

El tema que tratamos hoy tiene dos aristas, la moral y la legal. La primera de ellas es la peor. El abuso irresponsable de una plataforma comunicacional trae consecuencias, como hemos visto. Someter a cualquier persona a burlas, o bullying, como lo llaman hoy, viene siendo una práctica común de un grupo de conductores de estos programas, siguiendo los malos ejemplos de un expopular animador.

Hemos podido ver y escuchar cómo hay programas en los que se burlas de personas con problemas físicos, por ser sexodivesos, por ser negros o asiáticos, gordos y gordas, feos e incluso con alguna enfermedad distintiva. Sin embargo, lo que pudimos ver de este par de burlistas irresponsables ha sobrepasado nuestra capacidad de asombro. Se burlaron y públicamente pusieron en duda la necesidad de una persona moribunda, quien además era conocido de ellos y colega de ellos.

Una persona con semejante capacidad de burla y empoderado de un medio de comunicación agrava la acción que comete. Estos sujetos en específico, y quienes actúan como ellos, hacen gala de una falta de empatía y de una capacidad de desprecio por el prójimo que los coloca en la categoría de antisociales. ¿Qué diferencia a estas personas de un criminal como “El Coqui”?, casi nada. Pues para ambos la vida no vale nada, uno de ellos la quita físicamente sin contemplaciones y los otros aplastan moralmente a quien deseen.

Someter a la burla y al desprecio a otra persona es atentar contra la integridad moral de ese sujeto, es atentar contra su vida y en el caso que hoy vemos puede constreñir su salud mental contribuyendo a la vez a socavar su salud física llevándolo a la muerte. ¡Caramba, no puede ser que sea yo la única persona que piense así!

La otra arista de la situación es la legal. Acciones como las emprendidas por estos comunicadores tienen consecuencias legales. Ciertamente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra en su artículo 57 la libertad de expresión, sin embargo, este mismo artículo señala que quien haga uso de este derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado.

La libertad de expresión no es absoluta, nadie puede utilizar un medio de comunicación para decir lo que le pase por la cabeza sin asumir las consecuencias de sus dichos. Además, el artículo 21, numeral 1, de la Carta Magna consagra la prohibición de discriminación fundada en raza, sexo, credo y condición social, todo lo cual es violado por los comunicadores al discriminar y exponer al escarnio público a una persona que se encontraba enferma y solicitando ayuda.

Aunado a esto debemos traer a colación lo expresado en la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, numeral 4, letra u, que sanciona los mensajes discriminatorios, en estos casos dispone una sanción para el medio, pero no quita la responsabilidad personal de quien exprese el mensaje discriminatorio.

Por ultimo tenemos lo dispuesto en el Código Penal, en sus artículos 442 y 444; el primero de ellos dispone: “Quien, comunicándose con varias personas, reunidas o separadas, hubiere imputado a algún individuo un hecho determinado capaz de exponerlo al desprecio o al odio público, u ofensivo a su honor o reputación, será castigado con prisión de un año a tres años”.

Mientras el artículo 444 establece: “Todo individuo que, en comunicación con varias personas, juntas o separadas, hubiera ofendido de alguna manera el honor, la reputación o el decoro de alguna persona, será castigado con prisión de seis meses a un año”, porque resulta que lo que dijeron estos sujetos en su podcast puede configurar un delito, aunque eso le corresponde determinarlo a la justicia, garantizando los derechos de los acusados como lo establece la Constitución.

 

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La comunicación es una manera de educar, y si estas son las formas que algunos usan para comunicar, nuestra educación se encuentra amenazada, los valores se encuentran en entredicho y la comunicación devastada por estos maniáticos de la fama y de los malos chistes.

Lo otro que me causa indignación es la falta de apoyo del gremio, y en su caso de Venevisión. No es la primera vez que un artista de algún canal televisivo se encuentra en esta situación, hemos sido testigos de cómo figuras de la televisión venezolana han estado en situación trágica ante el indolente silencio de las plantas donde trabajaron.

No sabemos bien cómo funciona la seguridad social de los artistas en especial, pero no se comprende cómo personas que trabajaron en esas empresas imagen de las familias Phelps o Cisneros se encuentren en una situación tan lamentable, y tampoco se entiende lo ineficiente de la solidaridad de este gremio. Esto sin obviar la responsabilidad de la seguridad social que le corresponde al Estado y a los gobiernos

¡Descansa en paz Dave Capella!

 

Fernando Guevara / Ciudad VLC