La palabra de hoy: «BUJÍA», por Aníbal Nazoa

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Los venezolanos, salvo tal vez uno que otro literato, jamás usamos la palabra bujía para designar las velas esteáricas o de cera, bastante corriente en otros países.

Para nosotros no existen sino dos bujías: la pieza -cada vez más costosa y menos duradera- que en los motores de explosión sirve para producir la chispa que incendia la mezcla combustible y la unidad con la que se mide la intensidad de la luz de un bombillo.

 

De acuerdo con las normas del moderno comercio venezolano, dicho sea de paso, hoy día un bombillo de cien bujías alumbra más o menos lo que antiguamente alumbraba uno de sesenta, y cuidado si menos, cuesta hasta ocho veces lo que costaba uno de aquellos y dura menos que un merengue en la puerta de un colegio.

Hablando de bombillos, vamos a arrojar un poco de luz sobre el origen de la palabra bujía: según relata Aquiles Nazoa en su libro Los sin cuenta (no cincuenta sino sin cuenta, es decir incontables) usos de la electricidad: “En 1820 el francés Gannal logró reemplazar la cera por el sebo endurecido químicamente para la fabricación de velas.

 

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La grasa utilizada por largo tiempo para la elaboración de velas por ese sistema, era importada de Bujías, ciudad de Argelia. De allí proviene tanto el nombre de las velas como el de la unidad de intensidad de las lámparas eléctricas”.

Casualmente, este libro de Aquiles lo consultamos a la luz de una bujía, porque en el preciso momento de la consulta se produjo uno de los acostumbrados apagones caraqueños.

 

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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)

Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».

 

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