«Perú entre condena a muerte, mediática y golpe de Estado» por Gustavo C. Vásquez

0
185

El Pueblo Inca, tras quinientos años de conquista y colonización sangrientas, hoy vive la misma barbarie impuesta por Europa y EEUU, muy a pesar del heroico esfuerzo independentista, casi sobrehumano, desarrollado por los originarios y sus líderes, destacándose Tupan Amaru y los patriotas encabezados por Simón Bolívar, El Libertador.

No caben dudas de que las fuerzas realistas de ayer, “genuinos herederos” de la casta por consanguinidad, sigue gobernando al Perú, que más allá de la independencia lograda, insisten en asumirse como los monárquicos en el sur de América.

No les bastó el cruel asesinato por descuartizamiento y la condena de exterminio ejecutada como escarmiento a toda la familia y descendientes del gran cacique inca, marcando hoy la nueva y repetida pauta que ha regido la historia de la lucha de clases que desde entonces se vive en el Perú.

 

El virreinato y la colonización garantizada

Los representantes del rey español en el Perú colonia, habiendo sido derrotados por las fuerzas patriotas, siguieron controlado el territorio, la organización política y, con ello, la institucionalidad; sí, con la misma figura del virreinato de entonces, pero no quedándoles otra, simularon y simulan la aceptación de la “República”, mientras esconden las conspiraciones antibolivarianas, que es decir antiamericanas, con lo que se permiten hipócritamente erigirse independentistas modernos.

Transcurridos los años de traición tras traición, los virreyes de ayer, gracias a la fortuna que manejaron y manejan para su propio lucro, luego de aplastar cualquier vestigio de descolonización, al contrario, mantienen el espíritu que sembró el racismo sobre los pobladores originarios, quienes siguen siendo tratados como inferiores, incultos, flojos y piojosos que no merecen más que limosnas.

A todas estas, el pueblo de Perú, pese al sacrificio sufrido, tal cual han pasado en igual, menor o mayor grado el resto de los pueblos de Latinoamérica, no ha dejado de luchar y sigue en resistencia cuando, tras el golpe de Estado y prisión contra Pedro Castillo, los golpistas se arropan con la Constitución para no utilizar abruptamente, como es costumbre, la fuerza militar.

 

Perú, víctima de la misma historia de 523 años

La conquista, la colonia, la independencia y la modernidad han sido las etapas históricas que particularmente en Perú marcan una misma y exitosa línea, pues, con toda la institucionalidad cultural, religiosa, clasista del virreinato, las clases dominantes vienen forjando y garantizando sus intereses, por supuesto, a costa de los dominados, es decir, a quienes después de haberlos despojado de los medios de producción, fundamentalmente la tierra, se ven obligados a vender su fuerza a cambio de condiciones para vivir, sí, indignamente o bajo una nueva esclavitud.

La modernidad, como espejo que reflejó el desarrollo productivo, industrial, comercial y  urbanístico, fue la punta de lanza para imponer la necesidad de cambio, siendo esto concebido como otra oportunidad de acrecentar el capital de los dueños de los medios de producción y sus mentores europeos y estadounidenses.

Aquí vale la referencia de Aníbal Quijano, uno de los más eminentes estudiosos de la historia peruana y, por supuesto, de Latinoamérica, quien afirma que la colonialidad del poder no es más que la manutención de la hegemonía del poder eurocéntrico-estadounidense, que en el Perú hoy mantiene plena vigencia y de desarrolla con intensidad por el resto del Mundo.

 

LEE TAMBIÉN: ANTE EL IMPERIO Y SUS LACAYOS MÁS PATRIA, SOBERANÍA Y SOCIALISMO / C. FARÍAS

 

Lo del Perú, dentro de la estrategia o contexto internacional, no sería descabellado pensar que se trata de un conflicto de la misma proporción de lo ocurrido en Europa del este, donde el territorio ucraniano se ha convertido en la disputa de los dos mundos, el multipolar, que se asoma, versus el unipolar, más debilitado que nunca.

En América Latina, punto de referencia y disputa, igual nos la estamos jugando, esta vez, con el aire que resopló en la Argentina, durante la VII Cumbre de la CELAC, gobiernos soberanos y subyugados, mostraron sus coincidencias.

 

Gustavo C. Vásquez / Ciudad Valencia