A 10 años de su siembra, la figura de Nelson Mandela, sigue siendo ejemplo de paz, perdón, reconciliación y bien colectivo. Su grandeza, honestidad e integridad son parte del legado que Mandela le dejó a Sudáfrica y al mundo. Fue abogado, activista, guerrillero y el primer presidente negro de su país.

Nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, Sudáfrica y fue bautizado como Rolihlahla Mandela, pero al entrar a la escuela metodista los maestros cambiaron su nombre por Nelson ya que se les dificultaba pronunciar su nombre originario.

 

 

Su infancia transcurrió entre juegos y las tradiciones de su pueblo. Al crecer, se convirtió en un reconocido líder y sus compañeros de lucha comenzaron a llamarlo Madiba, que era el nombre de su clan.

Lideró movimientos contra el Apartheid, por lo cual tuvo que resistir 27 años de cárcel, en una Sudáfrica donde los negros, que siempre han sido los originarios de ese país, eran excluidos. Al salir de prisión y llegar a la presidencia, Madiba finalizó con un régimen racista.

 

Pero además, como muestra de su gran humanismo, Nelson Mandela, perdonó a sus opresores y reconstruyó un país quebrantado sin necesidad de usar la violencia.

En 1993, a 3 años de su liberación, recibió el Premio Nobel de la Paz, por su lucha en favor de los derechos humanos.

 

Nelson Mandela y su legado de paz

El 5 de diciembre del 2013, a los 95 años de edad en Johannesburgo, Sudáfrica, falleció Nelson Mandela. A su funeral asistieron más de 100 líderes y jefes de Estado de todo el mundo.

 

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Durante muchos años, Mandela fue víctima de un régimen racista. Sin embargo, la idea de una Sudáfrica multirracial siempre estuvo en su mente y no descansó hasta lograr su objetivo. De hecho, en su mandato siempre respetó la diversidad cultural, religiosa, étnica y racial.

En este sentido, su legado de paz, perdón e igualdad racial se mantiene vigente en la actualidad.

 

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