Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas. El 27 de abril de 1870 se produjo el triunfo de la llamada Revolución de Abril, un movimiento insurreccional dirigido por el general Antonio Guzmán Blanco como reacción a la inestabilidad política agudizada por la muerte del general José Tadeo Monagas; proceso con el que se inició un período de cambios que condujo a Venezuela, por un período de casi dos décadas, a una relativa estabilidad política que favoreció el avance en otras áreas, una de ellas, el intento de modernizar la estructura productiva del país.

 

Aspiraciones políticas y opción de poder:

Dos años antes de arribar al gobierno Antonio Guzmán Blanco, tuvo lugar, en 1868, uno de esos episodios que evidencian lo paradójico que en ocasiones suele caracterizar a la política nacional: el triunfo de la llamada Revolución Azul. Esta fue una insurrección contra el gobierno de Juan Crisóstomo Falcón, comandada por el octogenario general José Tadeo Monagas, un personaje que, diez años atrás, en 1858, había sido desalojado del poder por una insurgencia con cierto arraigo popular, conocida como Revolución de Marzo.

 

Pero la repentina muerte de Monagas al poco tiempo de haber depuesto el gobierno interino de Manuel Ezequiel Bruzual, produjo un vacío de poder que intentó ser llenado por uno de sus hijos: José Ruperto Monagas, quien no pudiendo conciliar las posiciones entre liberales y conservadores, terminó alimentando una mayor inestabilidad política. En este contexto, en ausencia de un liderazgo con alcance y reconocimiento nacional, la crisis política favoreció la profundización de las pugnas entre las facciones liberal y conservadora.

 

En este contexto, triunfante la Revolución Azul, Guzmán Blanco decide regresar al país, pues el gobierno al cual representaba en Europa como ministro plenipotenciario desde diciembre de 1867, había sido derrocado. Tras su llegada al país comienza gestiones entre antiguos aliados y simpatizantes en procura de dotarse de un piso político que le permitiera mantenerse en la palestra pública como una figura con aspiraciones políticas y opción real de poder.

 

Fotografía real de el Ilustre Americano

 

Promueve la organización de la Sociedad Unión Liberal y financia un periódico con el mismo nombre y otros como La Opinión Nacional y El Diario de Caracas, desde los cuales hacía oposición a la gestión de gobierno. Al mismo tiempo, recibía ataques desde impresos como El Federalista y El Jején, que desplegaban toda la artillería en su contra. La crispación política fue subiendo de intensidad al punto de producir un hecho sobre el que, aún hoy, algunos debaten si fue espontaneo o autoinfringido: el ataque a la residencia de Guzmán Blanco.

 

En efecto, el 14 de agosto de 1869, la celebración de un baile realizado en su residencia fue interrumpida por personas presuntamente vinculadas a la Sociedad de los Lincheros de Santa Rosalía, organización de carácter político y religioso que se había distinguido por el uso de prácticas violentas. El hecho causó conmoción en los habitantes de Caracas. A esto actos, siguieron amenazas contra Guzmán y su familia que lo llevaron a solicitar asilo en la legación de los Estados Unidos desde donde salió al exilio rumbo a Curazao.

 

Desde esa isla, en febrero de 1870, emprendió una invasión a Venezuela por las costas de Falcón, la cual obtuvo, progresivamente, el apoyo de importantes caudillos regionales que se encontraban alzados contra el gobierno, entre ellos: José Ignacio Pulido, en Barinas; Joaquín Crespo, en los llanos centrales; Matías Salazar, en Carabobo; León Colina, en Coro; Hermenegildo Zavarce, en Yaracuy; Francisco Linares Alcántara, en Aragua; entre otros. Semanas después, el 27 de abril, Guzmán Blanco entraba triunfante en Caracas.

 

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La Pirámide Caudillista:

Asumido el poder, el primer reto de Guzmán Blanco era garantizar la paz de la República, condición que le brindaría las condiciones para emprender otros proyectos. Para avanzar en esa dirección estableció un mecanismo de cohabitación político institucional que consistía en reconocer y respetar el liderazgo de cada caudillo regional, en muchos casos acompañándolo con la designación de Presidente de estado.

 

El liderazgo de estos caudillos regionales se sustentaba, a su vez, en el reconocimiento y respaldo que alcanzaban de otros caudillos con ámbito de influencia más reducida, en el nivel local; conformándose así lo que algunos historiadores han llamado una Pirámide Caudillista, que funcionaba como una gran red de relaciones políticas que terminaba brindándole soporte al caudillo nacional, en este caso Guzmán Blanco.

La Caracas de Guzmán Blanco
La Caracas de Guzmán Blanco

La efectividad de este mecanismo de relaciones y lealtades políticas probó su eficacia cuando el general Matías Salazar intentó desconocer el liderazgo de Guzmán Blanco, promoviendo una insurrección en su contra. El caudillo carabobeño no solo fue perseguido y derrotado militarmente por sus pares regionales, sino que varios de ellos conformaron, en 1872, el tribunal militar que terminó condenándolo a muerte por el delito de insurrección. Esto a pesar que la Constitución de 1864, vigente entonces, prohibía la Pena Capital.

 

El otro mecanismo al que recurrió el Ilustre Americano para asegurar la paz política, fue la creación de un mecanismo administrativo cuya vigencia se extiende hasta nuestros días: el Situado Constitucional. En una obra de reingeniería administrativa, Guzmán centralizó la recaudación aduanera del país, que incluía no solo el impuesto percibido en los diferentes puertos, sino el peaje que debía cancelar todo comerciante que movilizara productos: agrícola, ganadero o minero de un estado a otro.

 

La visión administrativa de Guzmán, unida a su habilidad política, permitió que este novedoso instrumento administrativo contribuyera a producir su afianzamiento en el poder, un hecho derivado de las alianzas y lealtades consolidadas por la redistribución de los ingresos nacionales entre los estados y su administración directa en cada entidad.

 

Concomitantemente a estos logros, Guzmán Blanco avanzó en otras áreas que tenían como propósito contribuir a modernizar la estructura productiva nacional: estableció el Sistema de Pesos y Medidas, instrumento que permitía homogenizar los parámetros utilizados para la fijación de costos y precios en la actividad comercial.

Antonio Guzmán Blanco
Fotografía de Antonio Guzmán Blanco ya al final de sus días.

Creó el Bolívar de Plata como moneda nacional; promovió la inmigración para atraer mano de obra calificada e inversión extranjera, destacando en este ámbito la instalación de una pequeña red ferrocarrilera, de igual forma, promovió la construcción de caminos; todo lo cual tenían como propósito facilitar la actividad productiva y comercial, procurando vincular a Venezuela al sistema económico mundial vigente entonces.

 

 

En el terreno ideológico, Guzmán Blanco sentó las primeras bases que contribuyeron a forjar en los venezolanos una visión de identidad nacional: instituyó los símbolos patrios, estableció un lugar para rendir tributo a los héroes de la independencia (el Panteón Nacional) e hizo trasladar allí, en primer lugar, los restos del Libertador.

 

Al mismo tiempo, hacía aparecer su acción gubernamental como continuación de la lucha emprendida por los forjadores de la República; convirtió la Plaza Mayor de Caracas en Plaza Bolívar y celebró por todo lo alto el primer centenario del nacimiento del Padre de la Patria. Aspectos, todos, que tenían como propósito el arraigo de la conciencia nacional.

 

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"La Campaña de Oriente de 1813", por Ángel Omar García

Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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