José Luis Troconis Barazarte 1

P-o-e-s-í-a

No debe tener nombre ni gesto. La poesía no se resta, no se deja acosar. Viene desde un lugar anterior al lenguaje, una zona que no lastima, recuerda. No es una chispa, ni un canto: Es el momento previo al sonido, una torsión íntima en lo habitual. No escribe, se permanece. Ocurre en la grieta donde el verbo se ha desvanecido y la respiración apenas sostiene su forma. Arde, sí, pero sin llamar la atención. No se ofrece. No responde. Solo persiste como una ausencia que se reconoce. Una pregunta sin la necesidad de ser formulada.

Como un espejo cansado de reflejar.

 

La dos, dos puntos:

A ti, que quieres ser cuento:

No te apures por tener principio. No necesites apellidos. Tampoco intentes explicarte. Deja algo que no se entienda, pero que no se olvide. No persigas moralejas. Busca esa línea donde el silencio parece decir algo. Si eres breve, que sea por necesidad, no por ansiedad. Y si decides callar, que tu vacío sea exacto.

—Tú sabes cómo terminar.

—Hazlo antes de que alguien lo diga por ti.

 

Tercera prosa

Te hablo desde antes de que escribieras.

Fui esa primera línea que pensaste y no anotaste. La pausa entre lo que dices y lo que en realidad quieres decir. No me busques en los libros: te he mirado cuando doblas la página, cuando corriges sin saber qué falta.

No necesito que me expliques. Solo que me escuches cuando parezco callar. No te pido historias. Solo que dejes una huella donde algo no encaje. Si alguna vez sientes que una frase te roza y se va, esa era yo. No traté de quedarme. Solo de pasar por ti.

 

LEE TAMBIÉN: “Cardenal, 2025: un centenario de soledad y poesía” por Luis Alberto Angulo

 

¿Crees que me escribes?

A veces me usas como excusa.  Llenas la página, sí, pero no escuchas el temblor entre palabra y palabra.  Tienes prisa por terminar, por cerrar el sentido, como si yo debiera obedecer tu orden sintáctico.  Yo no soy eso.  No vine para complacerte.

¿Te acuerdas cuando dudabas más que afirmabas?  Cuando una línea te desvelaba toda la noche. Ahora corriges antes de leer. Me reduces a estructura, a efecto. Como si bastara con escribir bien. Yo vine para incomodarte. Y tú, a veces, solo me decoras. Pero sigo aquí. Esperando que no sepas. Que te pierdas. Que me escribas como si no fueras tú.

 

Ciudad Valencia / José Luis Troconis Barazarte