He oído a Lucio Flaco, sumo sacerdote de Marte, referir la historia siguiente: Cecilia, hija de Metelo, quería casar a la hija de su hermana y, según la antigua costumbre, fue a una capilla para recibir un presagio.
La doncella estaba de pie y Cecilia sentada y pasó un largo rato sin que se oyera una sola palabra. La sobrina se cansó y le dijo a Cecilia:
—Déjame sentarme un momento.
—Claro que sí, querida —dijo Cecilia—; te dejo mi lugar.
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Estas palabras eran el presagio, porque Cecilia murió en breve y la sobrina se casó con el viudo.
Cicerón (antigua Roma) / Ciudad VLC