Como todos los centros de educación superior de China, la Universidad de Sichuan se vio forzada a suspender las clases presenciales de forma indefinida para frenar la propagación del virus causante de la epidemia de neumonía COVID-19.

Sin embargo, y siguiendo la directiva del Ministerio de Educación según la cual “las clases se suspenden pero la educación no se detiene”, la alma mater decidió recurrir a las clases en línea, sistema que hoy permite que más de 33 millones de universitarios de todo el país, sigan adelante con sus cursos a pesar del brote.

 

Alfonso está en Wuhan. Desde allí, encerrado en el apartamento de su familia como los otros 11 millones de habitantes de la capital de la provincia de Hubei, el joven comenta con el grupo sobre lo que es pasar la vida en unos pocos metros cuadrados sin la posibilidad de salir más que a comprar víveres cada cuantos días.

 

Él y sus compañeros de diálogo comparan las vicisitudes que están viviendo por cuenta de la neumonía, las que difieren de acuerdo con el lugar en el que se encuentren, bien sea Beijing, Urumqi, Hong Kong, Guangzhou o Taiwan.

Pero no se trata de un encuentro de amigos a través de la red social WeChat, ni de una video llamada entre gente que no encuentra cómo llenar las horas que sin pedir les ha regalado la cuarentena – es una clase de español, y Alfonso es el nombre con el que se identifica uno de los estudiantes, quien en realidad se llama Xiang Chengyu.

 

Una experiencia que da la Universidad de Sichuan

“Es una dinámica totalmente diferente”, dice Luis Cantillo, profesor de Filología Hispánica de la universidad, y quien está a cargo del curso de Alfonso. “Cuando uno da una clase presencial, si bien sabe de dónde provienen los estudiantes, no piensa mucho en sus lugares de origen ni en cómo es la situación allí. Pero en una clase en línea, cuando una chica que está en Taiwan dice algo y enseguida le contesta un compañero que está en Urumqi, uno no puede evitar emocionarse”, comenta.

Las clases, por supuesto, tienen un plan. Cantillo las prepara con antelación y bien envía los materiales al grupo para que los ojeen antes de comenzar o los carga en el sistema del aula virtual para usarlos durante la charla.

 

El tema central nunca es el coronavirus, pero su omnipresencia obliga a que en cada clase se hable de él.

 

“Cuando Alfonso participa yo pienso en la situación que él y la gente de Wuhan están viviendo y siento una enorme responsabilidad de hacer una muy buena clase. Esos jóvenes demuestran un gran compromiso con el español y con su carrera, pero al mismo tiempo encuentran en cada clase una oportunidad, una ventana para ver ese mundo exterior que por estos días no toda la gente puede ver”, relata el docente en diálogo con Xinhua.

Mantener concentrado al grupo es el gran reto. “Aunque podemos utilizar video, normalmente hacemos las clases con audio, no solo porque así el sistema es más estable sino también porque he notado que los estudiantes parecen sentirse más cómodos cuando no hay imágenes de ellos en la pantalla, porque algunos son muy tímidos y prefieren participar con mensajes escritos en la pizarra».

«Claro que a veces llego a tener la impresión de que estoy hablando solo; entonces hago una pregunta y me fijo en cuántos contestan y cuánto se demoran en contestar”, narra entre risas.

 

Cantillo confiesa que le produce fascinación ver el mapa que muestra la ubicación del grupo durante la clase. “Aparte de que cada uno dice dónde está, el mapa los muestra, y es cuando uno siente lo especial que es estar hablando con gente que está regada por todo el país”.

Por estos días un curso habla de Pedro Páramo, otro trabaja en un documental, y uno más está escribiendo sobre sus familias. En total, este artista plástico de la Universidad Nacional de Colombia doctorado por la Academia Nacional de Artes de China tiene a su cargo 75 estudiantes, seis de ellos ya preparando tesis.

 

Universidad de Sichuan con un plan de estudios

“El plan del Gobierno chino es que los estudiantes no solo aprendan español sino también la cultura de los países de habla hispana, de hecho la facultad se llama Facultad de Idiomas y Culturas Extranjeras. Por eso traen a profesores que tengan formación cultural”, explica.

Cantillo, quien desde 2008 ha vivido en total ocho años en China, es consciente de que España tiene una presencia dominante en la mente de sus estudiantes. “Ellos conocen más de la cultura española, y de hecho hablan con acento español. Pero poco a poco están conociendo y desarrollando interés por América Latina, porque saben que es una región con mucha gente que habla español, y además entienden que representa nuevas oportunidades para ellos, ya que cada vez hay más empresas chinas allí”.

La rutina de este bogotano que también ha trabajado para la Universidad Externado de Colombia, enseñando cultura china y mandarín, se ha visto inevitablemente trastocada por las medidas que se han aplicado en todo el territorio chino para contrarrestar el avance del virus.

No obstante, los diálogos con sus estudiantes y sus charlas con amigos a través de WeChat le han dejado algo en claro: la situación en la provincia de Sichuan, y en su capital, Chengdu, donde está la Universidad de Sichuan, no es tan grave como en otras regiones.

“La verdad es que la gente aquí se cuida mucho, todos salen con tapabocas y el flujo de gente se ha reducido”, detalla. Por estos días él no puede entrar a la universidad. “Yo vivo en un apartamento fuera de allí. Solo las personas que viven en el campus pueden entrar”.

Con todo, las disposiciones aplicadas a lo largo y ancho del país son básicamente las mismas, y para el educador colombiano han probado su efectividad no solo a nivel nacional sino internacional.

“Hace unos días, el director general de la Organización Mundial de la Salud (Tedros Adhanom Ghebreyesus) dijo que China le dio al mundo una ventana de tiempo para prepararse y estar listo para la llegada de la epidemia. Yo estoy de acuerdo, si no hubieran tomado esas medidas, la propagación hubiera sido más rápida y hubiera tenido un mayor alcance. China contuvo el avance de la epidemia”.

Universidad de Sichuan

 

La orden inicial que recibieron Cantillo y los demás docentes de la universidad fue dictar en línea durante un mes a partir del 24 de febrero. Aún no saben si al cabo de ese tiempo volverán a las aulas o seguirán haciendo las clases vía internet. Pero si pudiera escoger, él ya lo tiene muy claro.

“Sin duda, este experimento masivo de educación a distancia nos dará muchas ideas para mejorar la manera en que enseñamos. Además, dictar en línea realmente tiene muchas ventajas. Por ejemplo, uno no tiene que destinar tiempo ni dinero al desplazamiento entre el lugar donde vive y la universidad. Pero hay dinámicas que solo funcionan en la clase presencial. Además, es mejor la sensación de estar reunido con el grupo y estar en contacto directo, frente a frente, porque así hay más espontaneidad”.

Cantillo planea regresar a su país a mediados de año, pero asegura que mantendrá vigente su vínculo con China, de ser posible incluso con sus alumnos, aprovechando la experiencia adquirida en esta coyuntura. “Si la Universidad de Sichuan me lo propone, me puedo imaginar dando una o dos clases desde Colombia. Yo estaría encantado”, concluye.

 

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Ciudad VLC / Xinhua News

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