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Ángel Omar García González: autor de la columna de Ciudad Valencia "Historia y Memoria"

Amigas y amigos constructores de sueños forjadores de esperanzas: El 14 de julio de 1936, en el Diario Ahora, el joven intelectual Arturo Uslar Pietri publicaba un editorial bajo el título “Sembrar el Petróleo” que, con el tiempo, se convertiría en tema recurrente de los debates políticos de la Venezuela contemporánea: ¿Qué hacer? ¿En qué invertir la cuantiosa riqueza producida por la explotación que las compañías transnacionales hacían con el llamado Oro Negro? En un tiempo en el que se pensaba que por su alta demanda y limitados yacimientos, ese recurso se agotaría en muy pocas décadas.

 

Una genial metáfora:

La economía venezolana de las tres primeras décadas del siglo XX continuaba centrada en la producción agropecuaria como pilar fundamental de la actividad económica. A pesar que la explotación petrolera había comenzado hacia el año 1914, luego de la perforación exitosa del pozo Zumaque I que reveló el potencial petrolero del país; fue hacia 1926 cuando por primera vez los ingresos petroleros lograron superar los producidos por otras ramas de la actividad económica.

El petróleo nos colocó en el centro de atención de las grandes potencias mundiales y nos vinculó, definitivamente, al Sistema Capitalista Mundial. Pero, en opinión de Uslar Pietri, ésa era una economía destructiva, basada en el aprovechamiento de un recurso que estaba en el subsuelo, que además dependía de “factores y voluntades ajenos a la economía nacional”.

En su opinión, y de intelectuales como Alberto Adriani, a quien, por cierto, muchos atribuyen la autoría de la genial metáfora; el petróleo estaba destinado a agotarse a la vuelta de algunos años, por lo tanto era necesario invertir todo el potencial económico generado por esta riqueza súbita e inesperada, creando las condiciones para una economía próspera y estable que fuese la base para el desarrollo nacional.

 

La infraestructura necesaria:

Dos son los planteamientos básicos del editorial: el petróleo no era una actividad productiva, no era resultado del trabajo y el esfuerzo de los venezolanos, sino un recurso que la naturaleza había colocado en nuestro suelo y al que las necesidades de la economía mundial le otorgaban gran valor pero que no requería esfuerzo en producirlo. Además era una riqueza transitoria, pues para entonces no se tenía conocimientos de las grandes reservas mundiales y se pensaba que el existente, al ritmo del consumo mundial, se agotaría en algunas pocas décadas.

Partiendo de esto, el segundo argumento era que debía invertirse la importante riqueza que el petróleo estaba generando en crear las condiciones para una economía próspera y estable, esto era, invirtiendo en la construcción de la infraestructura necesaria que facilitara actividades productivas: sistemas de riego en el campo, acueductos, carreteras, estímulos a la agricultura, la cría y la industria nacional, repoblar los bosques, construir represas, entre otras acciones.

Partiendo de una concepción fisiócrata, Uslar Pietri pensaba que la industrialización del campo era la base para el desarrollo nacional. Desde su visión liberal, el Estado debía limitarse a crear las condiciones que facilitaran al capital privado el entorno adecuado que permitiera la inversión productiva, la generación de empleos y la dinamización del mercado interno. Esto lo plantea en estos términos:

Urge crear sólidamente en Venezuela una economía reproductiva y progresiva. Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales”.

Para Uslar Pietri, la verdadera actividad económica era aquella que se basaba en el trabajo cuyo resultado era la producción de bienes y servicios. El petróleo, desde su visión y por el contrario, repetimos, era un regalo que la naturaleza había colocado en nuestro subsuelo, que no era resultado del esfuerzo de los venezolanos; por eso insistía en afirmar:

“La única política económica sabia y salvadora que debemos practicar es la de transformar la renta minera en crédito agrícola, estimular la agricultura científica y moderna, importar sementales y pastos, repoblar los bosques, construir todas las represas y canalizaciones necesarias para regularizar la irrigación y el defectuoso régimen de las aguas, mecanizar e industrializar el campo, crear cooperativas para ciertos cultivos y pequeños propietarios para otros”.

 

Una visión propia y debatible:

Fue durante el gobierno del general Isaías Medina Angarita, del cual Uslar Pietri hizo protagonismo estelar, donde hubo un intento fallido de aplicar esa concepción económica, política que fue interrumpida por el golpe de estado del 18 de octubre de 1945, que dio paso a un nuevo gobierno que tuvo su propia visión sobre el tema petrolero.

 

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Los gobiernos del puntofijismo también tuvieron su propia y debatible visión y versión del planteamiento de Uslar, así como la ha tenido el proceso bolivariano, para quien la siembra del petróleo se tradujo, durante los gobiernos del presidente Hugo Chávez, en el pago de la inmensa deuda social acumulada durante décadas de exclusión social.

Un proceso que sacó de la pobreza extrema a millones de venezolanos, mejorando, considerablemente, sus condiciones de vida según reconocieron en su momento organismos internacionales como la FAO, la CEPAL, la UNESCO, entre otros. Una concepción que ciertamente se alejaba del planteamiento de Uslar Pietri, pero que fue vista como la palanca social que sería base de una sociedad más equitativa, justa y con mayores posibilidades de crecimiento

A 87 años de su publicación, la famosa metáfora continúa presente en el debate político y económico venezolano y parece haber tomado un nuevo auge a la luz de las afirmaciones del presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, respecto al agotamiento del modelo rentista petrolero. Un debate del que todas y todos debemos hacer parte.

 

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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

Ciudad Valencia