Incuantificable es el daño. Desde 2015 el gobierno estadounidense oficializó el inicio de las agresiones que luego incrementaron hasta lograr al actual nivel de asfixia de nuestra población.
Tiran y encojen, pero la cuerda está más corta que nunca. A estas alturas ya no hay buques, aviones, ni empresas que corran el riesgo de prestar un servicio, vender o comprar cualquier cosa a nuestras instituciones oficiales.
En ocasiones, nuestros aliados del mundo, previa evaluación de sus ventajas y desventajas, nos sacan de alguno de tantos apuros, pero la verdad es que la situación financiera de nuestro Estado está trancada.
Si a estos cinco años de asedio progresivo se le suma que desde octubre de 2019 no ha entrado a las arcas nacionales ni un solo dólar por venta de petróleo –recordemos que siempre ha sido la fuente de más del noventa por ciento de nuestros ingresos-, debería ser fácil entender por qué el gobierno no ha podido subir los salarios a los servidores públicos, ni mejorar las condiciones generales, ni realizar inversiones cuya importancia es identificada por todos.
La dirigencia opositora celebra cada vez que Washington nos “sanciona” y agrede, pero, con el cinismo táctico que le caracteriza, responsabiliza a Miraflores de cualquier cosa que falle.
Lo cumbre son los supuestos chavistas independientes o militantes comunistas que dicen que los errores de Maduro son los generadores de la debacle económica: debe ser que no creen que el entramado imperial nos bloqueó totalmente, así lo confiesen los agresores; quizás ya no creen en la existencia de algún imperio, así los imperialistas lo declaren a la prensa; y menos creerán que, por su injerencia y el asedio evidente, nuestras finanzas están en el suelo, así los injerencistas y asediadores digan públicamente que eso fue lo que se propusieron con la aplicación de tales o cuales “medidas”.
Los días pasan, dice el bolero. Las remesas dan oxígeno solo a quienes las reciben –parece que son bastantes- y activan parcialmente varios sectores de la economía.
Mucha producción de alimentos se aprecia en los distintos tipos de mercados que, por cierto, hace pocos días aumentaron los precios sádicamente (los artículos que costaban un dólar, ahora marcan dólar y medio).
Los salarios que pagan los empresarios privados – muy superiores a los del Estado – también se diluyen rapidito.
Las filas de carros en las estaciones de servicio son larguísimas, pero fluyen, algo significará: dicen que las refinerías están logrando producir un porcentaje de la gasolina indispensable.
Mientras tanto, el presidente Maduro sigue apostando a “desencadenantes históricos”, como lo fue la Constituyente, mediante la cual se impuso la paz sobre la violencia financiada y desatada.
Ahora vamos a un proceso electoral, huele a negociación a puertas cerradas en aplicación de un principio chavista (el comandante dijo varias veces: “si es por el bienestar de mi pueblo, hasta con el diablo me reuniría”), indultaron a un centenar y parece que esta vez sí participará un factor poderoso del antichavismo trasnacional.
Esperemos que muchos crean, ojalá se manifiesten las mayorías con sus votos y que sigamos venciendo.
Ah, sería bueno que mejoraran el internet para que los activistas en redes sociales puedan seguir tecleando: se necesita que todos muevan, aunque sea, un dedo.
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Luis Salvador Feo La Cruz P./feolacruz@gmail.com
