Nuevamente el gobierno de EEUU arrecia su ataque contra el pueblo venezolano. No es que lo hayan dejado de hacer en algún momento, realmente llevan 20 años en ese plan, sin embargo y a pesar de la pandemia que azota a la humanidad, uno esperaría por lo menos una tregua en esta guerra no convencional que el imperialismo declaró al pueblo venezolano por el solo hecho de que decidimos ser un pueblo libre y soberano.

Pero no, por el contrario, arremeten y en escalada.

En plena pandemia intensificaron el bloqueo comercial y financiero, aterrorizan a quienes estén dispuestos a vendernos alimentos y medicamentos incluyendo a las navieras; nos tienen retenidos alrededor de 5 mil millones de dólares en sus bancos, los cuales, en esta emergencia sanitaria nos permitiría abastecer de alimentos a todo el pueblo venezolano durante un par de años.

Por si fuera poco, embistieron con la denuncia infundada de que somos un narco Estado para justificar así la eventual invasión en territorio venezolano, lo que, entre paréntesis, resultó una gran torpeza, porque ni ellos mismos se lo creyeron, no obstante para completar el show enviaron buques al Mar Caribe a incautar la droga colombiana que nunca pasa por Venezuela sino que toma otra ruta para llegar a EEUU: la del Océano Pacífico.

Es el caso que, dada la crisis económica y humanitaria que en estos momentos atraviesa EEUU, estas amenazas de invasión no son más que fanfarronadas.

EEUU no tiene en estos momentos ni la capacidad económica, ni logística para iniciar una invasión, a lo que debemos sumar que la humanidad entera que batalla contra el Covid-19 vería con muy malos ojos cualquier intento de agresión (aunque no es esto lo que más preocupa a la Casa Blanca).

Además de una deuda externa impagable de 24 billones de dólares, EEUU se enfrenta a una recesión económica, consecuencia de la pandemia y a una crisis sanitaria con más de 700 mil personas contagiadas que ha obligado a la Reserva Federal a imprimir 2.2 billones de dólares para salvar la Bolsa de Valores y otorgar bonos a la población estadounidense que en un 40% se encuentra en situación de pobreza y sin acceso a los servicios de salud.

Es tal la crisis que atraviesa el país del norte que ha recurrido a la piratería y al pillaje para hacerse de mascarillas y respiradores.

También nos acaba de robar nuestro dinero colocado en el CityBank girando la instrucción de que fuese transferido a la Reserva Federal y ni siquiera ha podido cumplir con sus compromisos de pago a la OMS.

Sumemos a esta crítica situación el miedo que invade a los marines estadounidenses de verse abandonados en altamar si estuviesen infectados por el covid-19.

En todo caso no hay que bajar la guardia ante tan impredecible enemigo, y en este sentido, nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana incluyendo los 4.156.567 milicianos están conscientes de ello.

Ataque exponencial contra el bolívar

En este escenario de limitaciones económicas y logísticas, escalar el ataque al bolívar y manipular su precio para inducir la hiperinflación resulta una opción para EEUU que, sin mayor requerimiento económico, ni movilización de tropas, busca desestabilizar económica y políticamente a Venezuela desde dentro.

Con solo apretar un botón, en menos de un mes atacaron y “depreciaron” 74% el bolívar: pasó de 75.000 BsS/US$ a 138.000 BSS/US$.

Atacar la moneda e inducir la hiperinflación son actos criminales, pero accionar esta arma en una situación de cuarentena colectiva es exponencialmente genocida.

Como el resto de la humanidad, en Venezuela estamos combatiendo a ese minúsculo enemigo invisible, disciplinadamente nos hemos quedado en casa, lo que ha implicado que las industrias, los comercios, las escuelas, han cerrado sus puertas, han dejado de producir.

En estas circunstancias los trabajadores del sector privado que dependen de su salario para vivir, y sobre todo los que forman parte del sector informal de la economía se encuentran en una situación de vulnerabilidad.

Si a esta situación le sumamos el hecho de incrementos desproporcionados de los precios de los bienes esenciales inducidos por el ataque al bolívar, la capacidad de adquirirlos se reduce.

Malabares monetaristas

A estas alturas hay quienes todavía dudan que el ataque al bolívar es un arma de guerra.

Otros hacen malabares para tratar de encubrirla utilizando la teoría monetarista como velo.

Cuentan  que la “depreciación” del bolívar es culpa del gobierno que imprimió mucho dinero para dárselo a cada hogar venezolano a través del Sistema Patria para contrarrestar la emergencia sanitaria.

Los argumentos que esgrimen no tienen ningún sustento teórico ni empírico.

Incluso, aplicando la “lógica” monetarista, si el tipo de cambio dependiese de la cantidad de dinero y de las divisas disponibles, éste debería ser para el día de hoy 1.089 BsS/US$ y no 138.000BsS/US$ (resulta de dividir el 10% de la liquidez monetaria que en promedio se destina a la adquisición de divisas BsS 7.637.892.3335.663 entre las reservas internacionales US$ 7.011.000.000).

En otras palabras, en la economía venezolana no hay bolívares suficientes para adquirir todas las divisas a un tipo de cambio de 138.000 BsS/US$, o lo que es lo mismo, la liquidez monetaria en Venezuela debería aumentar 12.547% (ubicarse en BsS 9.675.180.000.000.000) para que el tipo de cambio pueda ser 138.000BsS/US$.

Ante tales argumentos y como lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava, preguntamos a los monetaristas:

¿Cómo explican las caídas abruptas del tipo de cambio que de repente publican esos portales web? ¿Se deben a disminuciones de la cantidad de dinero en la economía venezolana?

Una pregunta más para los dogmáticos monetaristas neoliberales: ¿por qué su teoría no funciona para los 2.2 billones de dólares que acaba de imprimir la Reserva Federal para salvar la Bolsa de Valores, los cuales equivalen al 11 % de la liquidez monetaria de EEUU?

 

Para los aún incrédulos

En el artículo titulado “Hacer travesuras monetarias: usar la moneda como arma” publicado por Duke University en la revista World Policy Journal, Jodi Liss escribe:

“En todos los mercados financieros, incluyendo el de la moneda, las transacciones se basan tanto en los rumores como en la realidad. Por lo tanto, en un ataque monetario real, el rumor de la manipulación monetaria o de otros factores que afectan la estabilidad de la moneda puede ser suficiente para desencadenar una venta masiva y potencialmente causar un daño económico o político a un país. La desinformación como método de guerra no es nada nuevo, pero apuntar a la moneda se ha vuelto cada vez más viable”.

En el mencionado artículo, la autora hace referencia a las instrucciones que George Bush dio a la CIA en 2007 relacionadas con lanzar una campaña encubierta contra Irán que incluyera la desinformación y manipulación de la moneda de ese país.

La noticia fue develada por ABC News el 22 de mayo de 2007.

En 2012 apareció el portal bonbast.com (pariente de Dólar Today) encargado desde ese momento de hacer el trabajo: desinformar, manipular y atacar al rial.

Aplanar la curva

El ataque al bolívar por parte del imperialismo estadounidense ha sido exponencialmente criminal y genocida ascendiendo a 172.499.999.900% (resulta del cálculo de la variación del tipo de cambio entre 2012 y abril 2020: 13.800.000.000 BsF/US$ menos 8,69 BsF/US$ entre 8,69 BsF/US$ por cien).

Es necesario contener el ataque al bolívar y aplanar también esta curva como exitosamente lo hemos hecho con el Covid-19.

 

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Pascualina Curcio

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