En 1922, el científico escocés Alexander Fleming hizo el primero de sus dos grandes descubrimientos médicos: la lizosima, una enzima presente en secreciones como la saliva, el moco y las lágrimas, que tiene propiedades antibacteriales.
El hallazgo de la lizosima fue casual y ocurrió pocos días después de un hecho fortuito: Fleming, quien se hallaba en su laboratorio, estornudó y un moco suyo cayó en una cápsula de Petri, donde crecía un cultivo bacteriano. Como el científico no se caracterizaba por su higiene, varios días más tarde notó que, en el lugar donde había caído su fluido nasal, las bacterias habían sido aniquiladas.
También el descubrimiento de la penicilina se debió a la casualidad, a la falta de higiene de Fleming y a su enorme poder de observación.
En este caso, ocurrió que en septiembre de 1928 el científico escocés salió de vacaciones y dejó en su laboratorio otros cultivos bacterianos, también en cápsulas de Petri.
A su regreso, notó que, sin querer, había dejado una ventana abierta. Uno de los cultivos próximos a la ventana era de Staphylococcus aureus y Fleming descubrió que se había contaminado.
Cuando lo iba a botar a la basura, observó que lo que había producido la contaminación era un hongo y que, alrededor de éste, el Staphylococcus aureus que había estado cultivando se había vuelto transparente. Después, en su microscopio, identificó al hongo como perteneciente al género Penicillium, de la especie Penicillium notatum.
LEE TAMBIÉN: “PIEDRAS DE ORIGEN ANIMAL”
Fleming era bastante tímido y, aunque dio a conocer su hallazgo al año siguiente, en el British Journal of Experimental Pathology, el mismo no fue aceptado por la comunidad médica.
Originalmente, se creyó que la penicilina solo sería útil para tratar casos infecciosos de poca monta. Además, como la obtención y purificación del Penicillium notatum no era fácil, debieron pasar varios años, antes de que el que ha sido el principal antibiótico de la historia fuera aceptado por la comunidad médica mundial.
***
Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
Ciudad Valencia / Foto del autor: José Antonio Rosales
