Culmina con éxito la XVI edición del Festival Mundial de Poesía de Venezuela, en el cual se rindió homenaje a una persona muy querida por la poetada nacional. Se trata de Ana María Oviedo Palomares, mujer que es y será celebrada más allá de esta edición (que nos permite reafirmarlo), y que cuenta con una de las obras más prolíficas, consistentes y apreciadas de nuestro quehacer poético. Su lenguaje, habitado por un temperamento mordaz y desmesurado en sensualidad, vitalidad y ternura, la ha convertido en una voz única, irrepetible, imprescindible y, no menos, impredecible.
Ana María es de esas poetas que se salta las generaciones, los moldes, las categorías y las clasificaciones; su potencia no admite restricciones, calificativos o incómodas etiquetas. Escribe desde un lenguaje y registro particulares que se fundan en la experiencia misma, plural y unívoca al mismo tiempo.
Muchísimos elementos de su poética entablan un diálogo fluido con las poetas de su generación, sin embargo, es Ana María la poeta de la sentencia y las precisiones, del minimalismo capaz y transparente al que obliga su escritura honesta. Todo ello la convierte en una rapsoda singular e importante en la tradición poética contemporánea, la cual, a mi modo de ver, está siendo protagonizada por la mujeres.
Además de ser una voz poderosa e influyente, es la convocante insigne del amorío y el jolgorio poético (que vienen siendo lo mismo), es la madre común fuera y dentro de la palabra, es decir, una constructora de lazos e iniciativas que, en el marco de una revolución cultural, la convierte en un destacado referente, pues, viene asumiendo la vanguardia en el proyecto país que ya se asomaba antes del siglo y de manera consecuente. Nunca ajena al horizonte común, ni al margen de los grandes cambios que se gestan perennemente, ni indiferente a las más complejas y desafiantes coyunturas. Ella es, sin duda, una mujer de palabra, de esa palabra que lleva implícito un pacto por honrar incesantemente y a cualquier costo.
Ha visto nacer este siglo y ha sumado su dolor y su alegría en cada conquista para el bien común. Por eso es la poeta de la compañía, el fulgor, el atrevimiento y la batalla política; sin miramientos y medias tintas. Así ha sido desde su juventud.
Ana María, la que ha homenajeado a las grandes voces de este país y permanecido incansablemente apostando a la construcción del proyecto emancipador para nuestra américa, es quien hoy recibe con una humildad y compromiso profundos, los lauros por su incuestionable trayectoria como poeta, escritora y humanista.
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Con más de 32 poetas de otras latitudes, más de 200 poetas de todo el país y más 300 actividades a nivel nacional se celebró, en una combinación de formatos, con predominio del tan añorado formato presencial, la edición con más abrazos y derroche de amor inequiparables. La gran convocatoria y júbilo en cada actividad, no solo habla del aprecio enorme hacia ella, sino del amor de este pueblo por la poesía. Se trató, indiscutiblemente, de una celebración, una ovación al canto, al encuentro, al reconocimiento y a común deseo de convertir a Venezuela en un país de escritores y escritoras, de lectores y lectoras, de amantes de la palabra.
Carabobo contó con una programación de lujo; amplia, inclusiva y de mucha calidad. Fue pensada, impulsada, diseñada y concretada a varias manos, lo cual habla de que la poesía, así como los libros, son instrumentos poderosos a favor de la unidad y la alegría.
Después de casi 6 años, desde aquella edición de la Bienal Orlando Araujo en 2016, Ana y yo logramos apapacharnos, luego de hacer brujería a distancia, con una pandemia y decenas de impedimentos a cuestas, fue hermoso compartir con la Ana profunda; su gesto, su ácido sentido del humor, su ademán colorido, su vialidad y su don de maestra. La poesía ha permitido encontrarnos en el abrazo múltiple más esperado de los últimos tiempos. Fue hermoso, épico e inolvidable, como todo lo que tiene a la poesía como principal convocante.
Ana María…
Salud, hermana!
¡Hasta la próxima edición!
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María Alejandra Rendón Infante (Carabobo, 1986) es docente, poeta, ensayista, actriz y promotora cultural. Licenciada en Educación, mención lengua y literatura, egresada de la Universidad de Carabobo, y Magister en Literatura Venezolana egresada de la misma casa de estudios. Forma parte del Frente Revolucionario Artístico Patria o Muerte (Frapom) y es fundadora del Colectivo Literario Letra Franca y de la Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela.
PREMIOS
Bienal Nacional de Poesía Orlando Araujo en agosto de 2016 y el Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca 2019 en poesía.
PUBLICACIONES
Sótanos (2005), Otros altares (2007), Aunque no diga lo correcto (2017), Antología sin descanso (2018), Razón doméstica (2018) y En defensa propia (2020).
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