Corría el año 1992 y la polémica se hizo sentir en los pasillos de las academias, universidades, centros de investigación, se acercaba gran un acontecimiento: los 500 años de la llegada de unos navegantes a Paria, el arribo de los conquistadores, de los de la Niña, la Pinta y la Santa María.
Recuerdo que, en la Facultad de Educación, se enfrentaron con manifiestos, volantes, afiches “los descubiertos” y los “no descubiertos”, estos últimos con más vehemencia, con mayor intensidad tanto en el número de papeles entregados mano a mano, la conversa en el pasillo, los seminarios en el auditorio (abarrotado de estudiantes y profesores), en la parada del bus, en “el manguito”, en el Cafetín de Pepe. El por ahora estaba en la atmósfera, era un sentimiento que despertó el deseo de emancipación.
Los descubiertos, por su parte, más comedidos, menos apasionados, seguramente “más académicos”, más parcos, en su gran mayoría profesores, encontraban en las aulas, en sus clases, el espacio propicio para exponer y argumentar su posición de adeptos a Colón.
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Profesores y estudiantes, hermanos venezolanos, conformaban este sector, tal vez herederos de una educación oficial que enarbolaba a España como la “Madre Patria”, con Día de la Raza incluido, por supuesto. El peso de publicaciones de corporaciones editoriales españolas, entre ellas, cartillas, silabarios, libros de texto, libros de literatura infantil, medios de comunicación, dejarían una honda huella en el pensamiento y sentir de una gran parte de la población venezolana.
Ya saben en qué acera del asunto se encontraba un grupo de profesores nacidos en la Península, acogidos cálidamente en nuestro país, investidos de un aura de autoridad por su conocimiento y procedencia; clases magistrales, en algunos casos distantes y ásperos, la pedagogía de “la letra con sangre entra”, sin llegar a verla correr. Eso sí, en la cotidianidad de los saludos, un café, buenas personas.
Las posiciones estaban en la mesa: el eurocentrismo y el anticolonialismo. Una concepción hegemónica y monopolizante que considera a los países de Nuestra América posesiones o colonias, por lo que la vida económica, política y cultural dependen de un centro de poder, erigido desde el siglo XV, por el noble hecho de descubrir -para ellos en su ignorancia- (acción subjetiva para el historiador peruano Luis Alberto Sánchez, porque objetivamente ya estábamos aquí), unos territorios habitados por gente que no sabía el valor mercantil de perlas y oro que colgaban de su cuello. Con el descubrimiento nacimos a la historia, antes no, según este parecer.
El anticolonialismo es un sentimiento de emancipación, más allá de la independencia. La emancipación, en principio, es una conciencia de sabernos como pueblos con vida ancestral, que mucho antes de la llegada de los conquistadores, como lo expresa Evio Di Marzo en sus estrofas, ya existíamos, nuestra historia no comienza con la conquista y la colonia.
Es un acto de reafirmación de nuestros orígenes que la empresa colonizante ha querido borrar a fuerza de genocidio, segregación, discriminación y de suplantación de valores e identidades. El colonialismo penetra al interior de las personas: la mentalidad del colonizado, se exalta lo foráneo, hay frases que se escuchan: “Ojalá nos hubieran descubierto los ingleses o los alemanes”, también se lee recientemente, muchos nombres de eventos públicos y privados en inglés.
Volvamos a la querella de los 500 años, que ya antes de 1992 había cambiado nominalmente de Día de la Raza, a Día del Descubrimiento y que, precisamente esa discusión bicontinental, se llegó a un punto medio, en vez de descubrimiento, lo que sucedió fue un encuentro, lo que se denominó Encuentro de dos mundos, vaya qué encuentro. Borrado el genocidio y el saqueo de la memoria misma…por ahora.
Con la llegada del presidente Hugo Chávez, la reivindicación de los pueblos originarios se hizo presente, denunció el genocidio durante la conquista, la explotación y abandono. En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el capítulo VIII contempla los derechos de los pueblos indígenas. Se reconocen las lenguas originarias, y de allí en adelante se generaron políticas públicas de atención, visibilización y valorización.
En cuanto al encuentro, Chávez sacó a la luz la defensa del territorio por parte de las tribus de Guaicaipuro y otros guerreros. En honor a ellos, se decretó el 12 de octubre como Día de la Resistencia Indígena.
En estos momentos de agresiones hacia Venezuela por parte del Gobierno de los Estados Unidos, una de las tenazas de hierro imperialista —como lo llama Vladimir Acosta— la otra es la europea, Trump decreta el 13 de octubre como Día de Cristóbal Colón, no sabemos cuál es la representación mental que tiene del genovés, ¿un invasor?, ¿un saqueador? ¿un genocida?, o todas los anteriores. El espejo lo retrata.
La carta de Colón sobre su tercer viaje, según Alberto Rodríguez Carucci, es un discurso etnocéntrico de poder, el navegante deja entrever su triple condición: descubridor de Tierra Firme, enviado de Dios —sujeto divino—, enviado de los Reyes —sujeto político— convertido en agente de un nuevo proyecto económico comercial para la decadente España, y así fortalecerse frente a los demás reinados de Europa.
Los anuncios del “Nobel de la Paz” y del “Día de Cristóbal Colón” no nos sorprenden, es el reverso de un mundo infausto que en su lógica destruye los significados, usa las palabras y las armas para amedrentar.
¿Somos descubiertos o no descubiertos en resistencia y conciencia?
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María Auxiliadora Castillo Espinoza (Valencia, Carabobo) es docente e investigadora de la Universidad de Carabobo (UC). Exrectora de la Universidad Politécnica Territorial de Valencia. Comunicadora social y productora y conductora del programa radial Verdiras y Mentades (RNV Región Central 90.5 FM).
Magister en Investigación Educativa y estudios de Postgrado en Lingüística; Doctora en Educación por la Universidad de Carabobo, ha llevado a cabo estudios postdoctorales en investigación y Especialización en Gerencia Pública.
Ciudad Valencia / RN / Ilustración: Joquín Torres García (Uruguay)